Hace más de 100 años le rinden homenaje a la Santísima Cruz
En el lugar donde suponen apareció la Santísima Cruz construyeron un oratorioGloria Taco / Expreso

Hace más de 100 años le rinden homenaje a la Santísima Cruz

Varios grupos de familias del barrio La Laguna, en Latacunga, promueven esta tradición.  La festividad es un legado que pasa de una generación a otra

La casa barrial de La Laguna, perteneciente a la parroquia Ignacio Flores de la ciudad de Latacunga, es el sitio acordado para el encuentro con Walter Checa, quien habita en este populoso sector de la capital de la provincia de Cotopaxi, quien será el encargado de dar a conocer que existen dos versiones respecto al inicio de la adoración a la Santísima Cruz.

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La primera versión sería que la festividad inició por el año de 1780, lo que superaría los 200 años. La segunda versión y la que más conocen los moradores es que habría comenzado entre 1885 y 1890, lo que superaría los 130 años.

En los dos casos no existe una evidencia histórica o documental. En la actualidad trabajan por levantar una información para que las nuevas generaciones conozcan sobre la tradición.

  • EL ORIGEN DEL BARRIO. Un ‘ojo’ de agua natural brotó en 1898 en medio de la parroquia Ignacio Flores. La gente indígena del lugar lo denominó, “Timbug Pugyu” y hasta hoy es uno de los atractivos turísticos más importantes. Esta parroquia, que hasta el 26 de agosto de 1926 fue declarada rural, es una de las más grandes y cuenta con caseríos semirrurales. A comienzos del siglo XX se denominaba también La Alameda, ya que era el sitio predilecto para navegar en bote y caminar con la familia y amigos.

La adoración a la Cruz inició después de que agricultores que talaban un bosque observaron entre los árboles que apareció una cruz. Esa es una de las razones por la que los ciudadanos decidieron construir un oratorio en el sitio donde se registró el suceso.

Según el testimonio histórico, al inicio se reunían los vecinos en el lugar donde apareció la Santísima Cruz. Con el avance del tiempo nació la idea de tener una iglesia.

Hace más de 100 años le rinden homenaje a la Santísima Cruz
Latacunga. Moradores del barrio La Laguna, durante la visita casa a casa con una réplica de la Santísima Cruz.Gloria Taco / Expreso

Inicialmente participaban solo los adultos. “A nosotros como jóvenes, como que no nos permitían mucho estar cerca de estos actos. A partir de mi madurez empecé a ser parte de estas festividades”, dice Checa.

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Lo que empezó como una festividad religiosa de a poco ha ido sumando otros personajes y no saben por qué la celebración coincide con el feriado de carnaval. Desde hace unos años luchan por recuperar el sentido verdadero de la fiesta y dar el valor que corresponde.

Álvaro Lasluisas, morador de La Laguna, pese a sus 28 años lleva más de 20 inmerso en la festividad a la Santísima Cruz. Su abuelo y su padre participaban en la devoción, por lo que decidió continuar ese camino.

Explica que se tardan un año preparando la fiesta. No existen jochas sino anticipos que es el ofrecimiento de moradores del barrio en agradecimiento a los favores concedidos por la Santísima Cruz.

Entre los ofrecimientos se encuentran contribuciones económicas para la misa, comparsas, ofrendas, entre otras cosas.

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Todo se prepara poco a poco. En los días de fiesta los devotos limpian las calles, realizan las novenas y con la colaboración de los moradores tratan que la fiesta salga de mejor manera y se venera con devoción a la Santísima Cruz.

Las primeras expresiones culturales con las que iniciaron las festividades son los caporales, yumbadas y la vaca loca, y a partir de eso poco a poco se ha ido implementando algunos personajes de la Mama Negra como la capitanía.

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Juana María Checa, junto a su esposo participó por más de 20 años como integrante de la fiesta, explica que cuando tenía dos años de casada, la eligieron como el “paco” (persona encargada de la seguridad de la Santísima Cruz y la fiesta). Renegó y no estuvo de acuerdo, pero una cuñada le aconsejó que no reniegue porque la Santísima Cruz la castiga. Poco creyente en ese dicho estuvo inconforme y al ver esto su esposo decidió no salir en la designación.

Faltando dos meses para que se realice la fiesta fue a dar de comer a sus cerdos y sin razón uno de los animales perdió la vida, lo que los dejó atónitos.

Después, otro cerdo también murió, por lo que atribuyeron estos hechos a un castigo de la Santísima Cruz. Desde ese día prometió participar en las festividades cada año con su familia. En la actualidad sus hijos y nietos buscan la manera de mantener la tradición.

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