
El acceso a la universidad, otra urgencia por resolver, en el próximo gobierno
El libre ingreso no es posible, aunque ha sido promesa de campaña; 200.000 bachilleres sin cupos
En julio del 2024, Romina Burbano se graduó de bachiller, en Quito. Pensaba que era cuestión de prepararse para el examen, hizo el proceso para acceder a Medicina, Imageneología o Atención Prehospitalaria, en la Universidad Central; y Nutrición, en la ESPE. Luego supo que hay pocos cupos.
Opciones de una bachiller
En estos días, con 18 años, Romina espera tener mejor suerte. Otra vez rindió el examen en la U. Central. Le inquieta no tener una fecha fija para conocer su puntaje. De no conseguir un cupo en esta universidad pública, buscará un trabajo, para ahorrar e intentar ingresar a una privada.
“La economía de la mayoría de familias depende de un ingreso que se gana a diario. Mi mamá no tiene trabajo fijo, es agente inmobiliaria; y mi papá es parte del equipo de marketing de una empresa, pero con casi todo su sueldo se pagan deudas”, cuenta. Ellos no podrían costearle la carrera de Medicina en un centro privado. “Son 900 dólares mensuales, más comida y transporte”, señala.
La promesa de campaña
Esa angustia por no acceder a plazas en universidades públicas ha impactado en campañas políticas. El expresidente Guillermo Lasso prometió no solo eliminar el examen para acceder a la universidad sino cerrar la Secretaría de Educación Superior (Senescyt), que decía: “mata los sueños de los jóvenes”.
Ya en el poder, Lasso se dio cuenta de que no podía ir en contra de la Ley Orgánica de Educación Superior (LOES) y la Constitución, así que mantuvo la Senescyt. En cuanto al examen de acceso, lo que hizo fue quitarle la responsabilidad sobre el sistema de admisión a la Secretaría y transferirlo a cada universidad.
A partir del 2014 se estableció el examen, como filtro para acceder a cupos, ya que no es factible ofrecer libre ingreso.
En el 2023, en la campaña que lo llevó a Carondelet, Daniel Noboa sostuvo que una hora de vuelo en el avión presidencial equivale a la carrera universitaria completa de un joven ecuatoriano. Su movimiento ADN y el correísmo se han atribuido “el logro” de impulsar la creación de la Universidad de Santo Domingo de los Tsáchilas. César Vásquez, titular de Senescyt, ha reiterado, en otros medios de comunicación, que se construirá este año.
La brecha
¿Servirá eso para cerrar la brecha de cupos? En Ecuador, más de 200 mil jóvenes que no han logrado obtener un cupo universitario. Los datos son de Harvey Sánchez, quien dirigió el Instituto Nacional de Evaluación Educativa (Ineval). Y se desempeña como consejero de alto nivel del Laboratorio de Evaluación de la Unesco.
Asimismo, Sánchez anota que nueve de cada 10 jóvenes quieren seguir una carrera universitaria. “Cerca del 70 % de ellos declara querer estudiar una maestría o doctorado. Sin embargo, de la oferta actual, solo el 13 % está decidido a estudiar la carrera que obtuvo en la universidad y al 25% le interesa algo que no se oferta en Ecuador”.
¿Cuál es la salida?
En esa línea, Arturo Rojas, rector de la Universidad Estatal de Bolívar y presidente de la Asamblea del Sistema de Educación Superior Ecuatoriano (Asesec), señala que avanzan en una salida. Es el clúster académico y productivo en las siete zonas, por ejemplo en la 5 constan: Bolívar, Guayas, Los Ríos, Santa Elena y Galápagos. Trabajan el Consejo de Educación Superior, Senescyt, Asamblea del Sistema, gobiernos locales y la Corporación Empresarial.
En este 2025, el reto es definir la vocación productiva de cada región, para que se abran nuevas carreras con más pertinencia que las tradicionales, con sobredemanda, indicó.
Para Harvey Sánchez, hace falta ampliar, modernizar y dinamizar la oferta; también establecer un Consejo Nacional de Universidades, para unificar y coordinar la asignación de los cupos y eliminar las barreras de acceso mediante un sistema eficiente, justo y transparente.
El bachiller no está preparado
Adrián Durán es representante por los estudiantes ante la Asamblea del Sistema de Educación Superior. Y es parte del Centro de Capacitaciones Universitarias, una iniciativa privada, para orientar y capacitar a los colegiales a llegar a la ‘U’ y graduarse. Afirma que los chicos no están preparados para vivir el proceso. Han detectado que los méritos académicos de abanderados no se toman en cuenta pues algunos colegios no lo registran ante la Senescyt.
Josué Guzmán, de 25 años, no sabía qué estudiar, cuando llegó al Centro. Lo guiaron y ya pasó al séptimo semestre de Derecho y es vicepresidente de la Aso. Escuela. “Muchos me preguntan si hay recreo, no saben cómo es la universidad. Algunos están en mi carrera, pero querían estudiar Medicina”, cuenta. Su padre taxista y su madre, comerciante, ansían que la hija menor, de 18 años, también entre a esa facultad, este año.