Afros y cholos en Guayaquil no pierden el nexo con sus muertos
En un barrio de Guayaquil preparan un banquete para los muertos, que terminan comiendo ‘los vivos’.
Llegaron a Guayaquil desde Esmeraldas y del recinto Caimito de la parroquia Progreso en Ecuador. Sin embargo, intentan mantener intactas las costumbres y tradiciones en el día de los difuntos.
En la cooperativa Nigeria ubicada en la Isla Trinitaria, tienen la tradición de celebrar a los muertos, como lo hacen al norte de Esmeraldas.
Anabel Corozo llegó hace 10 años a la Isla Trinitaria. Su hijo murió hace una semana, y llevaron el ritual del velatorio como lo hacen en la Provincia Verde. El canto de los chigualos, acompañados por el bombo, el cununo, las maracas y el guasá. Con esos instrumentos empiezan a cantarle al cuerpo que está en el féretro, vestido de color blanco y rodeado de velas.
Según la gestora cultural Sonia España en ese momento, se lo enterraba con alegría porque el niño murió libre y no llegó a ser esclavo, “no pierden la tradición de enterrarlo con alegría”, acotó.
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Algo parecido ocurre con Hermelinda Gonzalez, una moradora del barrio San Pedro, al norte de Guayaquil. Desde hace una semana siente la presencia de sus seres queridos, lo que le incita a prepararse para celebrar ese día con la tradicional mesa de los difuntos. Es por eso que este viernes, a las 02:00 (madrugada), se “metió de lleno” a la cocina, a preparar los siete platillos que más les gustaban a su esposo, su suegra, su tía y demás familiares fallecidos.
González forma parte del grupo de pobladores que llegaron desde el recinto Caimito. Conservan la tradición ancestral para la celebración del Día de Difuntos, tanto en el pueblo como en las ciudades a las que migraron hace cientos de años.
Se han propuesto una labor humanitaria en colaboración con el restos de sus familias; llevan medio saco de arroz en la madrugada, para iniciar lo que llaman “una maratón de alimentos”.
Cubren la mesa con una sábana blanca, sirven arroz con menestra, seco de pollo y caldo de gallina, entre otros platos de sal, además de dulces como chocolates, arroz con leche, mazamorra y dulce de ciruela, uno de los preferidos de su madre. Ya a las 04:00, con la mesa puesta, coloca los alimentos, invoca a los fallecidos diciendo, “Silvino, Blanca, Severina Orrala ya está servido, asegura que ella siente su presencia cuando empiezan a llegar”, dijo González.
En este sector, al norte del puerto principal, los vecinos oriundos de la comuna Caimito, se encuentran preparando las maletas y productos que van a preparar en su pueblo, al que viajan por el feriado. Adela y Emilia González, dos moradoras y migrantes del sector, llevaban todo lo necesario para el festejo de sus seres queridos.
Según William Gonzalez, pasadas las 17:00, es el momento en que comen los vivos, antes de ese tiempo nadie puede tocar los alimentos. “Es como una especie de ayuno ante tanta comida, luego de esa hora podemos servirnos e invitar al visitante”, acotó el residente del barrio San Pedro. Además, comentó, “quienes llegan al recinto Caimito pueden llegar a visitar cada casa y nombrar la frase ‘Ángeles Somos’, ese refrán es la llave para que la familia lo invite a pasar a degustar los platillos de los muertos.