La agricultura en manos femeninas, con problemas y alegrías
De la población de Ecuador que se dedica a trabajar en el sector agrícola, el 27.03 % son mujeres
Las manchas en sus rostros o la tierra entre sus uñas evidencian que realizan un trabajo que muy pocas lo harían. Son mujeres que inician su jornada entre las 05:00 y 06:00 y termina cerca de las 19:00, todos lo días; sin importar si es un día ordinario o feriado. Son esposas, madres o hijas.
Solo un tercio de las mujeres ecuatorianas asegura que toma las decisiones financieras del hogar
Leer másAl norte de Quito, en un poblado llamado Yaruquí, encontramos a varias mujeres realizando labores agrícolas. Unas cosechando verduras, sembrando o limpiando la tierra del sembrío que fracasó. Todas tienen cosas en común: crecieron cerca de la agricultura y son emprendedoras.
Usando botas de caucho, una gorra tejida con lana, dos abrigos y un pantalón muy usado, encontramos a doña Mónica Guañuna, de 44 años de edad. Juntos a dos mujeres más limpiaban la maleza de un sembrío en un terreno que alquilan de 800 metros cuadrados. Allí producen una variedad de hortalizas. Ella reconoce que el trabajo “es muy duro”, porque hay labores en los que necesitan más fuerza como, por ejemplo, cuando cosechan y deben cargar el producto. “Si no podemos cargar un quintal, podemos cargar baldes. Tenemos que ver la manera de nosotros cuidarnos y no maltratarnos”, explica.
Dedicarse a labrar la tierra es una tarea en la que no hay descanso tanto por las condiciones climáticas como por el cuidado que la siembra necesita. Este último, uno de los más importantes para las mujeres. Blanca Carrera tiene 36 años y desde los 17 años se dedica a trabajar en cultivos. Mientras deshierba, cuenta que ha trabajado con hombres y ha llegado a la conclusión que ellos rinden menos en la jornada y, no solo eso, son menos detallistas. “Ellos ven una planta más o menos dañada o que no podría servir y la desecha. Nosotras no. La revisamos y tratamos de salvarla”, dice Blanca.
Si no podemos cargar un quintal, podemos cargar baldes. Tenemos que ver la manera de nosotros cuidarnos y no maltratarnos.
En esta zona a las afuera de la capital, como quien se dirige a El Quinche, existen varias extensiones de cultivos. Muchas son de mujeres emprendedores que alquilan la tierra. Como es el caso de Blanca Tipán, quien gran parte de su vida se dedicó a trabajar para empresas agrícola, pero hace dos años decidió tener su propio cultivo. No dudó en salir a recibirnos y contar su experiencia, que no es del todo agradable.
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Leer másAntes de emprender buscó trabajo en otras empresas, pero por su edad (55) y ser mujer no le dieron empleo. Para emprender tuvo problemas en acceder a un crédito, y cuando lo obtuvo una de sus plantaciones no fue fructífera. Ella sembró frutillas, pero por la fuerte época invernal se pudrieron. “Son situaciones a las que nos arriesgamos. No tenemos ganancias extraordinarias, pero tampoco permitimos limitarnos y depender de lo que siempre han llamado la cabeza del hogar”.
Ellas cuentan que los salarios que pagan son iguales al de los hombres. Manifiestan que en las industrias perciben un salario básico. Según la Comisión Interamericana de Mujeres de la Organización de los Estados Americanos, las mujeres que viven en zonas rurales representan el 50 % de la fuerza formal de producción de alimentos en el mundo.
Son situaciones a las que nos arriesgamos. No tenemos ganancias extraordinarias, pero tampoco permitimos limitarnos y depender de lo que siempre han llamado la cabeza del hogar.
En Ecuador la Agricultura Familiar Campesina (AFC) genera más del 70 % de empleos rurales y las unidades de menos de 20 hectáreas producen aproximadamente un 60 % de los alimentos consumidos en el país. Sin embargo, desde el Ministerio de Agricultura se reconoce que la AFC muestra una marcada desigualdad de género.
El 61 % de las mujeres que vive en el área rural y que realizan actividades agroproductivas no cuentan con el debido reconocimiento y carecen de condiciones y recursos necesarios para realizar una producción eficiente. Como respuesta a la problemática se elaboró elaboró la Estrategia Nacional de Mujeres Rurales que entre sus objetivos está el facilitar a las mujeres el acceso a sistemas financieros y no financieros.
Otro problema que enfrenta las mujeres es el analfabetismo. Se calcula que la mayor tasa (14.2 %) lo enfrentan las mujeres campesinas.