Las alianzas son frágiles cuando afloran solo por motivo electoral
La política hizo que las uniones sean electorales, para no perder casilleros. Quienes llegaron al poder cedieron ministerios
Las alianzas que se forman antes las elecciones son una especie de ‘matrimonio arreglado’ en el que no hay amor, solo interés. Eso se concluye al conversar con cuatro políticos de diferentes tendencias.
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Leer másSe trata de Jimmy Jairala, de Centro Democrático; Gustavo Vallejo, del Partido Socialista; Juan Fernando Flores, de CREO; y Juan Manuel Fuertes, de la extinta DP. No recuerdan una unidad que haya durado. La alianza se agota en la papeleta.
“Ninguna alianza ha perdurado a lo largo del tiempo. Todas se desarmaron”, sostiene Fabricio Vela, periodista que ha cubierto temas políticos desde hace 31 de sus 50 años.
Las concesiones
Recuerda que el Frente de Reconstrucción Nacional llevó al poder a León Febres-Cordero; la alianza ID-DP, a Rodrigo Borja; la unión UP-Partido Conservador, a Sixto Durán-Ballén; la del PSP, PK y MPD, a Lucio Gutiérrez; Acuerdo PAIS, de Rafael Correa; CREO-SUMA, en 2017, para impulsar a Guillermo Lasso. “Ninguna sobrevivió a largo plazo”, sentencia.
Vela señala que como producto de las alianzas, al llegar al Gobierno los partidos entregaban ministerios. Así, en 1998 Borja le dio Industrias a Juan José Pons, de la DP. En 2003 Gutiérrez le dio la Cancillería y Agricultura a PK, y Ambiente al MPD. Pero la unidad se rompió.
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Leer más¿Qué podría mantener unida a una alianza? Juan Fernando Flores, de CREO, no quiere repetir experiencias como la que tuvieron con SUMA, que no dio frutos ni en la Asamblea.
Según dice, las alianzas pueden ser circunstanciales, sin responsabilidad; programáticas, al compartir visiones en común; y de proyecto político. “Buscamos las dos últimas. Ya hemos concretado alianzas para apostar por el próximo Legislativo, con movimientos provinciales con los que estamos mirando hacia el 2027 y 2029”.
Gustavo Vallejo se ha enfrentado a la política real desde las juventudes del Partido Socialista, que hoy preside. Recuerda las alianzas de la tendencia con Acosta, Moncayo o Yaku. Había un programa de trabajo. Pero también la necesidad de sobrevivir.
La alianza de las seccionales pasadas con Pedro Freile y SUMA tuvo tinte electoral, admite. “Es un partido de 98 años que tenía tarjeta amarilla del CNE. No podía dejar que desapareciera en mis manos”. Por eso en el Concejo de Quito la unidad no fluyó.
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Para Juan Manuel Fuertes, ex-DP, las organizaciones son membretes sin estructura. “Quienes las impulsan o financian precautelan un espacio personal para promover su candidatura presidencial y los aliados van a listas de asambleístas. Eso deteriora más la democracia”.
Jimmy Jairala, de Centro Democrático, opina que las alianzas no se mantienen por no ser programáticas. En el mapa político, dice, aparecen alianzas insólitas entre agua y aceite, en localidades con caciques. “El problema es la falta de renunciamientos. Cada movimiento cree tener la mejor figura”.
“Las agrupaciones con intenciones electorales son frágiles. No hay un proyecto, solo les interesa la repartición del poder. Los partidos de izquierda no negocian con la derecha”, comenta el politólogo Vladimir Sierra.
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