Alquilar un partido y tener un canal: negocio redondo
Álvaro Noboa vuelve al ruedo con partido ajeno. Jimmy Jairala da lecciones de cómo funciona ese negocio.
1. NOBOA DICE LA VERDAD CADA VEZ QUE MIENTE
“Ya estamos hasta las marimbas timbas de que violen nuestros derechos y le roben su voto a los pobres, que además de su casa de caña y el televisor, es lo único de valor que tienen”. Álvaro Noboa podrá tener fama de bobo pero es un artista a la hora de trazar el retrato robot de sus electores con solo un par de pinceladas. En campañas anteriores prometía casas de cemento: hórrido testimonio del progreso que afea campos y ciudades, pero ambición razonable de todos aquellos que no las tienen, que son legión. Noboa sabe dónde toca. Ahora dice: la casa de caña, el televisor y el voto son la única fortuna de los pobres. Esto es nuevo: el voto como la riqueza del pueblo. De pronto, el magnate aspirante a candidato se sitúa en las antípodas de su eslogan inicial (“Vota por Noboa, ya qué chuchas”), que al fin y al cabo era una invitación a desperdiciar el voto. Ahora dice, delicadamente, “marimbas timbas”. Guillermo Lasso se ha quedado orinando en el tarro equivocado, para usar una imagen a la altura de su discurso de tarima.
La casa de caña, la televisión y el voto para votar por Noboa, cuyos “amigos millonarios” invertirán en Ecuador a manos llenas. Así prometió Silka Sánchez, la factótum eterna del candidato eterno, en su entrevista de esta semana con Jimmy Jairala. ¿Por qué vuelve Noboa a intentarlo, si ya había renunciado en pro de la unidad de la tendencia?, le preguntan. Porque “encabeza las encuestas”, miente ella sin que se le mueva un músculo de la cara. Porque “había un clamor nacional que le pedía participar”. Porque “varios partidos le ofrecieron ser candidato: la 6, la 4, la lista de Washington Pesántez…”. La 6, la 4, la de Pesántez… Esto es hermoso: la cándida simpleza de los alvaristas (así se define Sánchez con orgullo) pinta las cosas como son: los partidos se distinguen por su número (ya ni por su color siquiera), o por el nombre de su dueño. Son intercambiables, vendibles, alquilables. La 6, la 4… Cualquier cosa.
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Leer más2. JAIRALA CUBRE CADA ASPECTO DEL NEGOCIO
2.Así como existe “la lista de Washington Pesántez” existen también las listas del marido de Pamela Martínez, la de Iván Espinel, la de Jimmy Jairala… Todas ellas en alquiler, al servicio del mejor postor. Jairala vendió muy bien la suya: con los correístas, Centro Democrático se asegura algunos escaños en la Asamblea y se prepara para pasar a la segunda vuelta. Jairala dice que esas cosas ya no le interesan: el exprefecto del Guayas depuso toda candidatura y ha preferido no aparecer en el mapa electoral. A quien le pregunta sobre su partido le contesta que él está dedicado al periodismo, como si dijera que está dedicado a la numismática o a la pesca de larvas. Lo cierto es que no aparece en el mapa electoral porque no le hace falta y que hacer dizque periodismo es parte del negocio.
Que Jimmy Jairala entreviste a diario a los candidatos a la Presidencia o a lo que fuese es una demostración de lo podrido que está el sistema electoral. No hace falta ser muy suspicaz para darse cuenta de que él siempre conduce el cuestionario hacia el terreno que le conviene. Con Silka Sánchez, por ejemplo: ¿Y quién se beneficia de la descalificación de la candidatura de Álvaro Noboa?, le preguntó. Y luego: “Si usted dice que el PSC y CREO no le dejan ser candidato, ¿entonces son los dueños del CNE?”. No dice nada Jairala, nomás deja bien claros los acentos. Lo suyo es el cinismo en estado puro.
Luego empezará la campaña y el Consejo Nacional Electoral, armado de una regla y un cronómetro, empezará a velar para que se cumpla la igualdad de condiciones de los candidatos en los medios de comunicación. Se asegurará de que Gerson Almeida, que no alcanzará el uno por ciento de los votos, reciba matemáticamente el mismo espacio y la misma cobertura que Guillermo Lasso, que superará el 20 por ciento. Diana Atamaint se sentirá orgullosísima de estas previsiones. Mientras tanto, Jimmy Jairala seguirá jugando al periodista y haciendo propaganda por los suyos sin que la presidenta del CNE disponga de las herramientas legales, institucionales e intelectuales para detenerle. Todo parece diseñado para que el sistema electoral se convierta en un mercado.
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