Amores perros

En la ciudad de Los Mochis, en el estado mexicano de Sinaloa, se elimina a los perros callejeros echándolos al agua y luego electrocutándolos, después de introducirles un cable por el ano y otro por el hocico. Mientras que en San Luis Río Colorado, ciudad fronteriza con Estados Unidos, las autoridades ofrecen una exención de US$17 por cada perro callejero que sea entregado para ser sacrificado.

En la Concordia, Colombia, un concejal sugería aplicar la eutanasia a los perros callejeros, con el argumento de que “...si Hitler mandó a matar tanta gente, ¿por qué no matar un perro?”. En ese mismo país, el alcalde de la ciudad de Mosquera, en Cundinamarca, causó una conmoción cuando declaró: “Perro que esté en la calle, perro que voy a recoger y matar”.

En Magallanes, Chile, el polémico obispo Bernardo Bastres justificaba el exterminio de los perros callejeros de la ciudad bajo el argumento de que si “Dios creó las cosas y las puso al servicio del ser humano (...) todo está al servicio nuestro”.

En Comodoro Rivadavia, Argentina, una ordenanza municipal vigente desde el año 1982, autoriza a la Dirección Ambiental a “eliminar” a los perros que deambulen por la vía pública, “mediante la inhalación de dióxido de carbono”.

En España, el alcalde de Tórtola de Henares, del gobernante Partido Popular, recientemente solicitó autorización para matar a todos los perros del poblado que estuvieran asilvestrados y deambularan por los alrededores.

En Alcazarquivir, Marruecos, una denominada “patrulla sanitaria”, compuesta por empleados municipales, sale cada noche a matar a tiros a todo perro callejero que pueda encontrar.

En Rumania, el Parlamento acaba de aprobar una polémica ley que permite sacrificar a cualquier perro que deambule por las calles y que no sea adoptado o reclamado en un plazo de dos semanas.

En Sochi, Rusia, fue contratada una empresa especializada en exterminar perros callejeros para poder “limpiar” la ciudad antes de la realización de los Juegos Olímpicos de Invierno de 2014.

Como se puede ver, la estupidez es universal, no el patrimonio de algún alcalde del país.

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