Análisis estratégico: Las lecciones que no queremos aprender
Las convenciones de EE.UU. dejan en alto los estándares de la política
Finalmente, luego de multitudinarias convenciones y de varios días de duración, los dos grandes partidos políticos de Estados Unidos han nominado a sus candidatos a presidente y vicepresidente para las elecciones de noviembre. Si bien es cierto en ese país cualquiera puede aspirar como independiente, lo real es que pocos se atreven a hacer el ridículo público. Robert Kennedy acaba de demostrarlo, ha abandonado su postulación y ha declarado su apoyo al binomio Trump-Vance.
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Leer másDe manera coincidental, en nuestro país terminó el proceso de ‘democracia interna’ que realizaron los partidos y movimientos políticos ecuatorianos, que produjo nada menos que 17 binomios para competir en las próximas presidenciales.
Las convenciones, término ampuloso para las reuniones en que se designó a los candidatos, fueron la gran mayoría en salones tan pequeños y semivacíos que nadie ha publicado fotos realizadas con tomas abiertas para que no se note la escasez de ‘partidarios’.
En las convenciones, tanto del partido Republicano como Demócrata, quienes designan a los candidatos son delegados estatales que también fueron electos en sus convenciones estatales. Entre ambos partidos hay diferencias ideológicas clave, aunque las líneas que las separan se han vuelto borrosas en ciertos temas. Dentro de cada partido hay alas extremas, todos proponen sus candidatos, pero al final todos se someten a la decisión de la mayoría y seleccionan uno.
En los partidos y movimientos ecuatorianos escarbando capaz encontremos alguna traza ideológica, pero sus plataformas de campaña no se basan en ellas. Estas giran en torno al candidato y su estilo personal.
De los 17 partidos y movimientos, si los egos no fueran lo que prevalece, probablemente cabrían todos en no más de dos o tres tendencias, que si se agruparan en partidos, probablemente tuvieran posibilidad de existir a largo plazo, formarían líderes y pudiera darse un debate de otro nivel, no solo en los periodos electorales.
En el partido Demócrata acabamos de ver un acto de desprendimiento que ningún candidato de este país jamás ha realizado y que dudo ocurra en estas elecciones: el presidente Biden, que pudo haber alcanzado la nominación, se retiró de la contienda interna -con cuánta gana no sabemos- para evitar que el partido no se resquebraje y cedió la posición a una candidata que tiene más posibilidades que él de ganar la elección.
Mientras ese proceso se daba en EE. UU., acá más de un iluminado negociaba su postulación con el gerente-propietario de algún partido para que lo designe como presidenciable; hasta hubo uno que dio entrevistas diciendo que ya era candidato presidencial pero que no había recibido invitación de ningún partido. Ya los veremos al final de la primera vuelta sacando entre 1 % y 2 % de los votos, y dirán que ha triunfado la democracia y no reconocerán el papelón realizado; todos se creerán tarimeros de fuste y terminarán bailando en TikTok.
En las convenciones en EE.UU. también participaron artistas, cantantes y payasos, pero no fueron los que dominaron la escena política y la mayoría no se atreverá a lanzarse de candidato a nada en ninguna elección.
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Leer másHulk Hogan no será senador. El sistema electoral de ese país no es perfecto, ninguno lo es, pero aquel tiene la virtud de no haber permitido que la democracia quede en entredicho, salvo una vez en los 90, cuando se demoraron semanas en proclamar los resultados y dar por ganador a Bush Jr.
Hay mucho por aprender, pero nos negamos. Por ahora debemos conformarnos con que en nuestro supermercado electoral hay una percha con 17 opciones. Algunos dirán que eso es bueno y que es el equivalente a unas primarias o a una gran convención. Yo discrepo.
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