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Andrea Gonzalez
Casi una extranjera Andrea González Nader por no tener miedo a debatir.Flickr CNE

La angustiosa desconexión de los candidatos con el país

Análisis | No mostraron casi en ningún pasaje del debate un sentido de urgencia por la crisis que atraviesa el país

El debate presidencial que se escenificó el domingo 19 de enero no hizo más que exponer la pobreza intelectual de la clase política ecuatoriana y su desconexión brutal con la realidad que, básicamente, es la de un país que está al borde de un abismo.

Andrea González aspira a llegar a la Presidencia de la República el próximo 24 de mayo.

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Al formato se le puede culpar de muchas cosas, por ejemplo, de la rigidez que dificultó la contradicción de ideas entre candidatos o la idea peregrina de que se hagan preguntas entre ellos. El formato ayudó a que el debate casi no fuera debate sino un vacío collage de consignas y eslóganes de tercera; los candidatos fueron los verdaderos responsables de lo que ocurrió: unos más que otros, claro. Unos por su pobreza intelectual, otros por tratar de poner en práctica alguna estrategia o posicionar alguna frase sin que les importe y casi todos por la desconexión que tienen con la angustia colectiva que recorre el país. En otras palabras, fue frustrante y hasta trágico ver a un grupo de aspirantes a dirigir el país repetir como loros mojados ofertas y promesas que son irrealizables sin hablar sobre los grandes desafíos de la sociedad y de las amenazas que la agobian.

¿Cómo es posible que en un país donde el presidente viola la Constitución al destituir a la vicepresidente y nombrar a otra por decreto nadie se lo haya enrostrado? Eso, pudo haber sido ignorancia o incluso un conveniente pacto de silencio, pero también quedó apestando que nadie haya recogido la confesión del dirigente indígena Leonidas Iza sobre que los paros organizados por él costaron 200 millones de dólares. ¿200 millones, en serio? Y los ejemplos abundan: por ejemplo, un candidato como Víctor Araus dijo que como comandante de la Policía recibió las más altas condecoraciones del gobierno de los EE. UU. y nadie fue capaz de recordarle que ese país le retiró la visa por el caso de los narcogenerales. ¿Cómo es posible que el presidente-candidato Daniel Noboa evada preguntas indispensables para evaluar su trabajo y nadie diga nada? Noboa no pudo recordar los nombres de los niños de las Malvinas secuestrados por las FF. AA., de las que es su comandante en jefe, y tampoco quiso decir las razones por las que su gobierno le perdonó casi 90 millones de dólares de impuestos al grupo empresarial Noboa, de su familia. Lo mismo con la correísta Luisa González a la que nadie facturó el autoritarismo del mandato de su amado líder, Rafael Correa. ¿Nadie enrostró a la correísta que su compañero de fórmula, Diego Borja, tenga una oscura relación contractual con Petroecuador?

Con pocas excepciones, los demás hablaban en eslóganes

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Los candidatos no mostraron casi en ningún pasaje del debate un sentido de urgencia por la crisis que está atravesando el país: todo de lo que hablaban parecía que correspondía a un Ecuador de los años 50 o 70 del siglo pasado.

En ese escenario, el de los dos candidatos más opcionados de ganar, no deja de ser desalentador: ambos, es decir, Daniel Noboa y Luisa González, prefirieron no hacer olas. Los dos trataron de que no les metieran goles, en lugar de hacerlos con buenas ideas para el país. ¿Y las grandes urgencias del Ecuador? Todo se reducía a fórmulas repetidas y eslóganes con ciertas excepciones, como la propuesta de Henry Cucalón de desaparecer Petroecuador, una idea que hubiera sido imposible siquiera mencionarla hace 10 años. En resumen, el debate parecía una junta de médicos hablando del clima y la playa cuando tienen a cargo a un paciente en situación terminal.

Entre los participantes hubo, claro, ganadores y perdedores, un ejercicio que gusta a los expertos en comunicación política. Un caso fue el de Andrea González quien fue la figura del debate gracias a que no representó a ningún personaje como hicieron los otros, sino que actuó como es ella. González, además, fue una de las pocas que apostó por confrontar a otro candidato, en su caso con la correísta Luisa González o al expresidente de la Corte Nacional de Justicia, Iván Saquicela. A la primera le enrostró la responsabilidad del correato en la crisis energética y al segundo haber permitido que Wilman Terán haya llegado a presidir el Consejo de la Judicatura. Casi una extranjera González Nader por no tener miedo a debatir.

De acuerdo con los reportes de Google, Andrea González fue el personaje más citado en redes e internet durante y después del debate. Fue, quizá, la ganadora del debate porque rompió con esa tesis desarrollada por los consultores de comunicación política con la que la clase política ecuatoriana se ha casado: no confrontar, porque eso, dicen, no gusta.

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