Apertura o continuismo

Escuchar la semana pasada el discurso del presidente, me dejó un buen sabor de boca. La consigna parece clara: abrirse al mundo para que venga inversión fresca a auspiciar proyectos de largo plazo que provoquen la creación de empleo y riqueza. ¿Quién podría estar en contra de aquello? Esos son movimientos claros y contundentes para contribuir a fortalecer nuestra economía, así no tendríamos que estar en sobresaltos, revisando los saldos en cuenta para ver de dónde sacamos recursos, pues los parches de corto plazo resultan onerosos.

Empecemos con reglas claras, con independencia de poderes y transparencia. No más improvisaciones ni improvisados en los ministerios. El mundo se desarrolla a pasos agigantados y las oportunidades de inversión están a la orden del día desde diferentes países en el mundo, donde cada uno trata de demostrar lo amigable que es con los inversionistas extranjeros, la seguridad que les brinda y la flexibilidad que tiene para acoplar sus sistemas a la inversión.

Hay que robustecer la industria local, ofrecer créditos blandos, rediseñar la estructura impositiva para generar oferta competitiva al mundo. Paso seguido, iniciar negociaciones para lograr la firma de la mayor cantidad de acuerdos comerciales, para que Ecuador tenga al mundo como su mercado. Estamos en pañales en lograr esa gran reactivación económica y la transformación del Ecuador en exportador mundial de productos con valor agregado. Hay que dejar de pensar en imperio, en restricciones, en impuestos exagerados, en extremismos.

Rompamos paradigmas; dejemos el viejo discurso que nos ha tenido una década dependientes económicamente del petróleo y de créditos externos. Produzcamos eficientemente y exportemos para generar suficientes divisas que fortalezcan nuestra economía y la dolarización. El esfuerzo no será poca cosa luego de tanto tiempo acostumbrados a pensar y actuar de una forma, pero esto hará más grande a quien lo logre y el presidente es el capitán de nuestro barco. La historia nos contará la realidad de lo que al final suceda: apertura o continuismo.