Aquiles Álvarez tuguriza la clase política ecuatoriana

Aquiles Álvarez le resta dignidad a un alto cargo como la Alcaldía de Guayaquil. Nadie duda de que ganó legítimamente y que pueda tener la capacidad para ejercerlo (ese es otro tema). El alcalde simplemente no entiende o no quiere entender el origen del poder que lo tiene en el cargo. Álvarez es un funcionario que se debe a sus mandantes y que tiene límites legales e institucionales clarísimos, precisamente por haber sido beneficiario del voto popular.

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El reciente episodio de amenazas e insultos que profirió al periodista deportivo Diego Arcos (un mandante más del señor alcalde) no es sino la repetición de una serie de ataques públicos a ciudadanos de la ciudad cuya administración le han encargado, entre ellos el propio Arcos. 

El periodista había colocado en sus redes sociales una fotografía de un carro parqueado, en el que se exhibían un grupo de camisetas de la selección ecuatoriana de fútbol para su venta. También puso junto a la fotografía una oración que decía “Piratería ambulante”.

Era, evidentemente, el mensaje que no tenía otro destinatario que la opinión pública, por la venta informal de camisetas. Y aunque no era con él, Álvarez le respondió así: “El país en la m sin poder llevar el pan a la casa y este señor sufriendo por estupideces. Es campeón para sufrir Mr. Arcos”. 

Arcos, entonces, le volvió a responder con un mensaje en el que le recordaba que alguna vez le había llamado para que sea parte de su equipo y, en el que le aseguraba, que quería que fuera parte “de los mejores”. 

Los insultos de Aquiles Álvarez

Arcos, además, adjuntó una captura de pantalla de un mensaje antiguo donde el alcalde lo amenazaba con partirle la trompa: “Si te metes con mi hermano, te parto la trompa”, le decía. La discusión no se quedó ahí. En una réplica posterior, el alcalde calificó a Arcos de “flojo”, agregando: “gracias a Dios nunca fuiste parte del equipo, te dio miedo aceptar y ser parte y pelear por sacar adelante tu ciudad. Guayaquil no es para flojos”.

Si a este hilo de insultos y de amenazas se suma tantos otros que ha tenido desde que es alcalde asimismo con mandantes suyos, el caso de Álvarez resulta ser patético. Ya sea por ignorancia o por prepotencia, Álvarez insiste en repetir este tipo de conducta. 

El alcalde de Guayaquil, claramente, es uno de esos políticos que por ser funcionario y mandatario cree tener derechos y atribuciones que ni la ley ni la decencia pública se las confieren. Es más, un mandatario como en este caso un alcalde, tiene limitaciones mucho más estrictas para referirse al resto de ciudadanos: el burgomaestre es, técnicamente, un empleado de sus ciudadanos y no tiene derecho alguno para insultarlos.

Álvarez, por lo que se ve en sus reiteradas amenazas, insultos y desafíos a sus mandantes es de aquellos políticos que tienen la noción de la ética pública al revés: creen que por su condición de mandatario tienen más poder que los mandantes, cuando la civilización y la democracia establecen claramente que es todo lo contrario. 

Pelea hasta con ciudadanos 

En uno de sus más recientes episodios de prepotencia y carencia de cultura cívica, Álvarez le había dicho “sufridora” a una ciudadana que, sin razón o con ella, le había hecho un reclamo. “Por gente como Ud. es que estamos en la M en este país. Dejen el odio y busquen la unión. Por eso es que generalmente los que gobiernan son los peores, porque a los que tienen buenas intenciones gente como Ud. los saca corriendo”, le decía a la usuaria Tamyita. 

Lo más triste, sin embargo, es que el mensaje fue retuiteado 559 veces y recibió el apoyo de 3.236 personas para quienes la culpa de que Ecuador esté tomado por los carteles del narcotráfico y sea víctima de los malos gobernantes es, evidentemente, de Tamyita.

Que Aquiles Álvarez no entiende nada de lo que significa ejercer el poder en una democracia es algo que ha demostrado en sus intervenciones relacionadas con Barcelona, el equipo del que fue dirigente y que actualmente es dirigido por su hermano Antonio. 

“Es mi Twitter personal, hay tiempo para todo”, dijo como si pudieran existir dos Aquiles Álvarez: uno que es alcalde y que está para los actos oficiales, y otro que es un ciudadano común y corriente y puede dedicarse sin rubor a insultar o pelear en redes sociales.

¿Educación política?

Lo del alcalde de Guayaquil pone sobre el tapete un problema que tiene la democracia en el Ecuador: la calidad de su clase política. En su caso, resulta patético que alguien que llega a ser alcalde de una de las ciudades más importantes del país no tenga la más mínima educación política. 

¿Qué clase de políticos son estos que no saben diferenciar entre la esfera pública donde viven las 24 horas los funcionarios y la privada que es el dominio de los ciudadanos? Es como si nunca hubieran pasado por una clase de liderazgo público o, lo que es peor, que nunca se hayan interesado en leer un texto teórico sobre política y la esfera pública. 

En el caso de Aquiles Álvarez hay que decir que su líder Rafael Correa sufre de la misma ignorancia: cuando era presidente de la República insultaba y desafiaba a sus jefes, los ciudadanos. Con políticos de ese nivel, la democracia del país no luce con buena salud.

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