Arauz cierra la boca y Luisa suda
Perlas de campaña: el correísmo se concentra en que Andrés Arauz se calle, mientras Luisa González carga un peso superior a sus fuerzas.
El silencio de Andrés Arauz es la piedra angular de la campaña de Luisa González. Todo lo demás (el irrisorio empeño por convertir a la candidata correísta en ‘influencer’ de la noche a la mañana, los esfuerzos denodados por posicionar una imagen negativa de su adversario con el mote de Nobita, la movilización de los trolls contra una veinteañera de irritante belleza y alevosa riqueza...), todo es accesorio. Todo podría cesar de inmediato si tan solo Andrés Arauz cometiera el peligroso error de abrir la boca. Porque cuando Andrés Arauz abre la boca -es algo que no puede evitar y hay que agradecérselo- dice lo que piensa. Y lo que piensa pone a temblar a la patria que dizque quiere recuperar. Por eso la clave mayor de la campaña correísta no es el éxito de Luisa o la humillación de Lavinia en el TikTok (objetivos ambos que están lejos de cumplirse), ni siquiera el constante (e ilegal) martilleo del expresidente prófugo en el Twitter. La clave mayor de la campaña correísta es que Andrés Arauz se calle.
El problema es que el candidato a la vicepresidencia ya habló por esta vida y la otra. A su entrevista televisiva en Argentina, en la que proponía la sustitución del dólar por el ecuadólar (la torta por el pan pintado), se suma otra, en inglés, que concedió en febrero pasado al medio izquierdista Geopolitical Economy Report y que ha comenzado a abrirse paso en las redes sociales. En ella despotrica contra el uso del dólar como moneda de intercambio internacional, cosa que encuentra ofensivamente neocolonial, y propone reemplazarla por una divisa regional que podría sustentarse en el sistema bancario de los BRICS. Muy en la onda Putin, como su jefe.
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Leer másMientras tanto, en las redes del correísmo, los videos en los que aparece Luisa González jurando que defenderá la dolarización con capa y espada se alternan con otros en los que ríe, canta, baila, juega y hace el ridículo sin atenuantes. La intención tras estos últimos es evidente: desbancar a Lavinia Valbonesi, la esposa de Daniel Noboa, de su lugar de preeminencia en el territorio trivial de la campaña. Si Lavinia dice “Hola hola, este es mi ‘outfit’ para ir al dentista”, y con graciosa vueltita exhibe su modelito Dolce & Gavanna recién llegado de Milán, o lo que fuera, Luisa se encorseta en una licra comprada a tres por el precio de dos en la Bahía y acomete la coreografía de una canción de Tierra Canela a la sombra de un techo de caña y palma. El resultado es esperpéntico.
Sin embargo, es lo que los correístas, contra toda evidencia, continúan considerando como “las genialidades” de la escuela Alvarado de propaganda política: si Lavinia apela al gusto pelucón, piensan, Luisa encarna la expresión popular más pura. Error: para encarnar la expresión popular más pura, la candidata correísta debería despojarse de la mitad de su ropa, embadurnarse con el doble de maquillaje y menearse sobre la cámara mostrando el trasero en contrapicado, que en eso consiste la estética tecnocumbiera que trata de emular y que a los partidos políticos, por cierto, les encanta: el YouTube está lleno de videos de bailarinas con poca ropa actuando mítines políticos. Por supuesto, Luisa no llega a tanto. Así, sin coraje para encarnar lo popular y sin estilo para ser Lavinia, lo único que están logrando proyectar los genios de la propaganda correísta es que Luisa no es nada. O que es la nada, que da lo mismo. Así se resume esta primera semana de su campaña.
Pobre Luisa, le ha tocado hacer de todo: competir con Lavinia, desmentir a Andrés, graduarse de 'entertainer' y ser la candidata perfecta. La meten en este baile por leal y terminan echando todo el peso de la campaña sobre sus hombros. No es que esperen demasiado. Nomás confían en que todo irá bien mientras Andrés Arauz cierre la boca, como se le ha mandado.
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