El cazador Emilio de la Cruz entrena con su arco en las afueras de San Agustín del Guadalix.

Arqueros contra jabalies cerca de Madrid

La escena parece medieval, pero sucede cerca de Madrid: un arquero con ropa de camuflaje acecha de noche encaramado en un árbol a la espera de su presa.

La escena parece medieval, pero sucede cerca de Madrid: un arquero con ropa de camuflaje acecha de noche encaramado en un árbol a la espera de su presa.

Desde hace cinco años, las autoridades de la región han recurrido a esta curiosa técnica para sacrificar jabalíes que se aventuran en zonas urbanas y causan daños a la agricultura de la zona, además de accidentes. La tarea corre a cargo de 55 cazadores voluntarios.

“Por sus características técnicas, el arco es una herramienta silenciosa (...) No se molesta al entorno natural, al medioambiente y obviamente a las personas tampoco”, explica Emilio de la Cruz, un empresario de 45 años y cazador voluntario en sus ratos libres.

Pese a la acción de él y otros voluntarios, la población de jabalíes en la región de Madrid ha aumentado, pasando de entre 25.000 y 35.000 hace cinco años a 30.000-40.000, según las autoridades.

El método no ha escapado a las críticas de los ecologistas, quienes dicen que el animal puede sufrir una lenta agonía si el arquero no atina bien. En el Reino Unido, por ejemplo, la caza con arco está prohibida.

De la Cruz argumenta que él y sus compañeros tienen experiencia y han sido entrenados para disparar la flecha contra los órganos vitales del animal, de forma que reciba una muerte rápida. Forman todos ellos el Servicio de Controladores con Arco de Especies Silvestres. Los hay ingenieros, empresarios, escritores, veterinarios... Lo primero que se les pide a los aspirantes es que acrediten su experiencia con el arco. Deben hacerlo presentando la licencia de la Federación Madrileña de Caza, un seguro de responsabilidad civil y sus últimos permisos de caza que no excedan los cuatro años de antigüedad.

En un campo de entrenamiento en las lomas situadas al norte de Madrid, con un blanco en forma de jabalí en el horizonte, De la Cruz explica que los arqueros intervienen hasta 150 veces al año, por pedido de los ayuntamientos de la zona.

En los cinco últimos años, mataron 201 jabalíes y cerca de 60 cabras salvajes, dos especies que habían proliferado en La Pedriza, una zona montañosa al norte de la capital muy apreciada por aficionados al senderismo y escaladores.

Cada vez que se les pide intervenir, los cazadores estudian la zona para conocer los movimientos de los jabalíes. De noche se encaraman en los árboles o suben a zonas elevadas y esperan, a veces durante horas, hasta que aparezca su presa.

Cuando dan caza al jabalí, lo cargan en el coche y lo llevan al Centro de Recuperación de Especies Silvestres de la Comunidad de Madrid. Allí, tras tomar las muestras y datos pertinentes, los animales son incinerados en las instalaciones.

La amenaza de jabalíes en zonas habitadas es un fenómeno que se observa en muchos otros países también, en parte debido a una rápida urbanización que se ha comido su hábitat tradicional.

En Hong Kong, China, la policía se vio recientemente obligada a cazar un jabalí que andaba merodeando en una zona de estacionamiento de aviones del aeropuerto.

“Se han acostumbrado a la presencia de las personas, a comer en las basuras o incluso a que las personas les faciliten alimento”, explica Felipe Ruza, subdirector general de Conservación del Medio Natural, del gobierno regional de Madrid.

“Y no se marchan. Eso genera problemas porque invaden los jardines, producen accidentes de tráfico e incluso cuando hay una hembra seguida de las crías, llegan a atacar a las personas”, añade el funcionario.

Según la Guardia Civil, los jabalíes causaron este año 146 accidentes de tráfico en la región de Madrid. Ninguno de ellos fue mortal.

Theo Oberhuber, jefe de conservación de la naturaleza en la ONG Ecologistas en Acción, apunta que parte del problema está en la falta de predadores en la zona, como por ejemplo lobos.

“En Madrid el lobo está protegido. Lo que ocurre es que las poblaciones de lobos que existían en la comunidad de Madrid se extinguieron debido a la utilización de venenos, de cepos”, señala. “Ahora la población del lobo está regresando, pero hay una población muy reducida”, matiza.

El método empleado en Madrid tampoco tiene nada de exclusivo. Eric de Lavenne, jefe de la federación francesa de arqueros, asegura que estos han intervenido en varias partes de Francia.

Así, según él, “el aeropuerto de La Flèche, en la zona de La Sarthe (noroeste), llama con frecuencia a arqueros para que regulen la población de jabalíes” en las inmediaciones.

Oberhuber por su lado no esconde su escepticismo, y aboga por una técnica ensayada en Cataluña, consistente en colocar anticonceptivos en la comida de los jabalíes.

El método es “no agresivo”, dice, y “no provoca la muerte, sino que reduce progresivamente las poblaciones” de estos animales.