Arquitectos plantean darle vida a los callejones de Los Ceibos
También sugieren regenerar las aceras y llenarlas de luz para permitir que la ciudadela sea más caminable. Solicitan un plan de soterramiento de cables.
El clima, el hecho de vivir junto al cerro y rodeados de árboles, los parques, las cafeterías y la cercanía con las escuelas y hasta las universidades, son algunas de las razones por las que los habitantes de Los Ceibos defienden ser parte de esta ciudadela.
“Es hermosísima para crecer: hay orden y sobre todo amigos, aquí prácticamente todos se conocen”. Sin embargo, agrega la residente Tina Columbus, quien habita en el sector desde hace 17 años, se podría todavía hacer más para que el barrio sea “más lindo”. Por ejemplo, regenerar las aceras donde, asegura, a causa de lo desiguales que están, sus padres -que superan los 70 años- se han caído en tres ocasiones en los últimos dos años.
EXPRESO conversó con tres arquitectos que allí residen sobre los cambios que podrían darse en el entorno para que sea más amigable y todos coincidieron en la idea de transformar las aceras. Y no solo igualando su nivel, incluido el de las rampas vehiculares (que han sido construidas sin seguir una norma fija o un modelo), explica la arquitecta Cecilia Romero; sino eliminando el mobiliario urbano que en algunos casos impide el paso de los peatones y dificulta el traslado a los adultos mayores y a las personas con discapacidad.
Los Ceibos -detalla mientras recorre con este Diario el lugar-, está lleno de trabas que obligan a los peatones a tener que subir y bajar rampitas, o detenerse para dar o pedir el paso; y que han surgido como consecuencia de las intervenciones que los propietarios han venido haciendo a lo largo de los años.
“Como hay lomas, y las calles son de doble sentido y estrechas, las personas tienden a estacionar sus autos sobre las aceras para que no corran el riesgo de ser rayados o hasta chocados. Y para evitarlo, hay familias que han colocado enormes jardineras, impidiendo así también el paso a los peatones, que entonces deben lanzarse a las calles para caminar”, sentencia.
La decana de la facultad de Arquitectura de la Universidad de Especialidades Espíritu Santo, Natalie Wong, piensa de forma similar. Pero a esto le suma otro problema: la falta de iluminación.
“Aquí hay tramos que deben ser iluminados porque permanecen oscuros y las personas evitan cruzarlos, aún cuando esta es una actividad que la disfrutan mucho”, advierte. Para generar un cambio real que aporte incluso a la comunidad, Wong sugiere entonces que haya luz, pero que además se coloquen adoquines sobre algunas aceras y bancas que permitan el descanso.
“A la ciudadela le hace falta generar más espacios y puntos de encuentro”, reflexiona, al detallar que si bien hoy los residentes se reúnen en el parque, el Comité de Los Ceibos y las cafeterías; sería conveniente también que a los negocios se les permitiera colocar una que otra mesa sobre las veredas.
“¿Se imaginan lo bonito que se vería la gente conversando allí al pie de la calle, ya sea tomando un café o leyendo? Estar en contacto con el entorno, permitiría apropiarse del espacio”.
Para las especialistas y los también directivos del Comité, liderado por Adolfo Klaere, otro de los cambios en esta zona, que guarda 52 años de historia y la conforman 17 calles y 4 avenidas; radica en volver así mismo más inclusivos algunos callejones que se encuentran de cierta forma abandonados.
Los que conectan al sector con la ciudadela Santa Cecilia, y con la zona de Mapasingue, por citar algunos casos, a decir de Romero, podrían tener faroles, árboles que den sombra (que no los tienen) y murales.
“Si las paredes las convierten en lienzos y colocan coloridos letreros que den la bienvenida a los caminantes, los sitios se volverían amigables...”. Romero no descarta la idea de que incluso puedan colocarse en los extremos puertas magnéticas que solo se cerrarían por las noches, por seguridad.
Romina Paredes, quien habita en Los Ceibos hace 27 años, aprueba la idea. “El barrio ya no es seguro como antes, hasta se te meten a las casas. Cerrar los callejones más conflictivos, al menos los que sirven de paso para que los delincuentes entren y salgan, es indispensable... No se trata de impedirle el paso a nadie porque seguiremos siendo una ciudadela abierta, que es lo que nos diferencias de Los Olivos, Santa Cecilia..., que son nuestras vecinas. No obstante, sí necesitamos tomar medidas que nos permitan dormir más tranquilos”.
El arquitecto Andrés Vélez, quien considera igual de necesario que en los espacios públicos se hagan ferias o eventos que congreguen cada vez más a los vecinos, apunta además a que las autoridades desarrollen un plan para eliminar los cables de los postes.
“Urge el soterramiento de los cables. Y no solo porque saturan o contaminan el espacio aéreo, sino por seguridad. Es imposible determinar cuáles son de alta tensión, además de que existe el riesgo de una sobrecarga. Hay que enfocarse en esta obra”, manifiesta, mientras Romero evidencia su preocupación al asegurar que estos permanecen colgados inclusive a pocos metros de los balcones.
Para la especialista, entre las medidas que podrían tomarse para que la urbanización sea más amigable, está que las calles sean todas unidireccionales. Sería la solución a varios temas, advierte. “El peatón caminaría más seguro y el conductor se desplazaría sin el temor de que un auto que viene en sentido contrario, no te vea en las curvas. El hecho de tener doble vía, lomas, curvas, vehículos estacionados..., no es más que una bomba de tiempo”.