Análisis: Asamblea vs. Gobierno: ¿lo mismo de siempre o hay algo detrás?
El editorialista Rafael Cuesta revisa este nuevo episodio de confrontación política entre Ejecutivo y Legislativo
No le hace bien al país el veto total a dos leyes que pudieron mejorar la aplicación de la justicia y la distribución de recursos a los gobiernos locales. La ley de reformas judiciales en la que un artículo controversial mal explicado creó en la ciudadanía la sensación de que beneficiaba a corruptos, y la ley de entrega directa de recursos a los gobiernos descentralizados sin que deban pasar por trámites burocráticos y quede a discrecionalidad del ministro de Finanzas.
El presidente no quiso arriesgarse con el veto parcial. En el primer caso pudo modificar ese único artículo molestoso, cambiando ‘licencia’ por ‘suspensión’. De tal forma que si un vocal del Consejo de la Judicatura es imputado y/o detenido, no pueda actuar como ahora puede hacerlo, como ocurrió con Wilman Terán y Xavier Muñoz, que sesionaban desde la cárcel 4. En el segundo proyecto pudo haber cambiado el monto de transferencia directa para no causar un desequilibrio fiscal y así cumplir con la Constitución y los gobiernos seccionales.
¿Pero por qué el presidente no quiso arriesgarse? Porque la Asamblea Nacional lamentablemente no inspira confianza por haberle hecho una jugarreta al gobierno. Hace muy pocas semanas aprobó una enmienda constitucional para que en el caso de que el presidente vete parcialmente un proyecto de ley, los asambleístas puedan insistir en su aprobación con mayoría simple, o sea con 70 votos, en lugar de los 92 que se requerían. Si bien es cierto que esta enmienda fue considerada desde 2022 y su verdadera intención es equilibrar el desbalanceado sistema presidencialista que tiene Ecuador, también es cierto que los actuales asambleístas aceleraron su aprobación después de que se rompió la alianza tripartita PSC-RC5-ADN.
Todos los escenarios en los que Ecuador no ha aprendido la lección
Leer másEl gobierno no se quedó atrás y envió al viceministro de Gobierno a echarle más gasolina al fuego. Esteban Torres se presentó para armar un bochinche e increpar a los asambleístas con la fantasía de que quieren destituir al presidente. Acto absolutamente innecesario y que le permitió al presidente del Legislativo, Henry Kronfle, lucirse, como pocas veces, con una muy buena intervención política.
Sin embargo, esta bronca entre Ejecutivo y Legislativo parece tener mucha más profundidad que una simple cuestión política. Va más allá de una lucha de poderes con características preelectorales. Parecería que hay situaciones personales que al parecer no pueden resolverse con el diálogo. Algo similar a lo que ocurre con la vicepresidenta. Las diferencias son tan profundas y graves que ya no cabe posibilidad de reconciliación. Ahora bien, ¿qué es eso tan grave que ha ocasionado una crisis? Tres leyes han dejado de aprobarse por caprichos políticos.
Esto afecta la vida de los ecuatorianos y deberíamos conocer cuál es el origen o las causas que motivan este enfrentamiento. Como mandantes de todos ellos, los ciudadanos merecemos que se nos informe el porqué de este distanciamiento tan grave que ha puesto en apuros no solo a la Asamblea y al Gobierno, sino que va involucrando a otras instituciones del Estado. Desde la Procuraduría absolviendo consultas sobre las que, en mi opinión, no tiene incumbencia; hasta la Corte Constitucional, que más temprano que tarde deberá pronunciarse; pasando por el Consejo Nacional Electoral y la Fiscalía.
En esta ocasión creo que Daniel Noboa ha actuado de forma correcta, desde su posición política. No puede dejarse avasallar por una Asamblea que actúa desesperadamente al ver que su prestigio va desapareciendo con la misma velocidad con que van creando mayorías que parecían imposibles de crear. Y si antes algunos pensaban que era abominable que ADN pacte con los socialcristianos y correístas, hoy Fernando Villavicencio debe estar revolviéndose en su tumba al ver que el movimiento Construye es ahora parte de una nueva alianza con sus archienemigos, con cambios de camisetas incluidos.
Mientras tanto, el presidente sigue firme en su popularidad. No obstante, los golpes van a continuar y no podemos saber cuán resistente pueda ser esa popularidad. La guerra está declarada y a medida que la campaña electoral vaya aumentando, veremos bajas de ambos lados. Preparemos el canguil y reservemos nuestro puesto para ver esta absurda irrealidad ecuatoriana, mientras el pueblo sigue viviendo su triste y dura realidad.
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