Rafael Cuesta: ¿Las autoridades desinforman o lanzan ‘fake news’ oficiales?
El poder señala a los medios sin medir sus propias acciones En la última semana tres casos lo demostraron La ciudadanía es la más perjudicada
No es extraño escuchar o leer reclamos de las autoridades cuando los medios de comunicación publican o transmiten una noticia con algo de sensacionalismo. Les molesta y creen que son exageraciones de los medios para vender más periódicos o para subir el ‘rating’.
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Leer másAlgo de razón tienen; muchas veces los periodistas tendemos a usar el estilo sensacionalista para ser leídos o vistos por una mayor cantidad de público, pero eso no es algo que debería preocupar a nadie. El sensacionalismo es un estilo periodístico utilizado en todo el mundo.
Los países con mayor libertad de prensa lo utilizan, los medios más prestigiosos plasman sus titulares con frases sensacionalistas sin que esto afecte a los lectores o televidentes.
En resumen, mientras se diga la verdad con evidencias y se emitan opiniones con argumentos y objetividad, el periodismo puede utilizar cualquier estilo que desee para atraer seguidores, sin que las autoridades tengan motivo justificado para reclamar por ello.
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Un caso típico es el de la delincuencia. Todos los gobiernos se quejan de que en los medios somos muy sensacionalistas, que pasamos demasiadas noticias de crónica roja y piden que no lo hagamos. Si el periodismo hiciera caso a esos pedidos, la violencia sería exactamente la misma. El crimen no va a disminuir porque una noticia no se publique. Simplemente la ciudadanía dejaría de estar informada.
Lo malo para la sociedad es que ocurra a la inversa. Que una autoridad o institución utilice el sensacionalismo para justificar determinadas acciones o medidas.
Esta semana se han producido al menos tres casos de sensacionalismo por parte de autoridades. Primero, el caso del fentanilo hallado en un almacén de la bahía de Guayaquil que derivó en una alarma inusual.
El primer error lo cometió la Policía Nacional al informar que había procedido a incautar siete ampollas de fentanilo sin especificar que se trataba de fentanilo de uso médico y no de aquel de fabricación clandestina que usan los adictos como estupefaciente.
Esta noticia dio pie para que el jefe antinarcóticos de Estados Unidos asegure que Ecuador es parte de la cadena de suministro y producción de fentanilo, lo cual es incorrecto, se trata de una exageración sensacionalista que fue inmediatamente desmentida por el ministro de seguridad.
Otro caso de noticia sesgada o dirigida para ocultar los verdaderos hechos provino del Consejo de Participación Ciudadana. El titular de la noticia decía algo así como: Consejo de Participación Ciudadana pide disculpas y reinicia proceso para elección de vocales del Consejo Electoral.
La noticia fue entregada de forma sesgada. La información completa es que el Consejo de Participación Ciudadana fue obligado, por parte de la justicia, a pedir disculpas y a volver a convocar el concurso para conformar el Consejo Nacional Electoral.
También el Gobierno cayó en la entrega de noticias sensacionalistas y exageradas. El 18 de septiembre el presidente Lasso en su cuenta de X, antes Twitter, indicó que, por la inevitable llegada del fenómeno de El Niño, ha dispuesto el cambio de alerta amarilla a naranja.
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Leer másPor tal motivo ha conseguido un nuevo préstamo de 500 millones de dólares para gastárselo en maquinarias, puentes y créditos productivos. La verdad es que, si bien es cierto que la llegada del fenómeno de El Niño es casi un hecho, la intensidad del mismo no será tan fuerte. Según reportes nacionales e internacionales, la temperatura de la superficie del mar en las costas ecuatorianas será de 1.6°C, por encima de lo normal. Esto significa que se espera un fenómeno de El Niño entre débil y moderado.
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Así las cosas, realmente no se justificaría una alerta naranja y si bien es cierto que hay que prevenir y estar preparados para cualquier eventualidad, no es necesario alarmar a la población con mensajes sensacionalistas que no contribuyen al ya atribulado ambiente en el que vivimos y que más bien se prestan para la suspicacia por un gasto de dinero que quizás sea innecesario.
Nosotros, los periodistas y medios de comunicación, recogemos información oficial; pero si esa información está distorsionada por algún motivo o interés particular, la ciudadanía recibirá una noticia falsa, incompleta o parcializada, lo que no ayuda en absoluto a quienes desean estar bien informados.
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