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Ciudadanos de Guayaquil
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No avanzamos porque elegimos lo que nos merecemos | Por Rafael Cuesta

En Ecuador están identificadas las causas que estancan el desarrollo, pero ¿por qué no se hace nada al respecto?

Al igual que muchos de ustedes, me he preguntado tantas veces ¿por qué no avanzamos como sociedad? ¿Por qué este país que tiene todo para ser maravilloso, no sale del subdesarrollo? Respuestas hay decenas; la primera que se nos viene a la mente es porque los políticos se roban la plata. En seguida vienen otras como la falta de educación, la ineptitud o corrupción de ciertos funcionarios, asambleístas con escasa o ninguna preparación, etc. Seguro que usted tendrá muchas respuestas más y todas son correctas.

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Aquí cabe este análisis. Si sabemos por qué no hemos salido de la pobreza y tenemos claro por qué no somos un país medianamente desarrollado en el que al menos tengamos garantizadas nuestras vidas, salud y educación; si sabemos por qué el dinero no alcanza y estamos conscientes de que hay un Estado ineficiente manejado por mafias y redes que se adueñaron de él hace mucho tiempo; si sabemos las respuestas a todo esto, entonces ¿por qué no podemos salir?

Tenemos cientos de productos exportables, una naturaleza privilegiada, no tenemos desgracias naturales de consecuencias devastadoras, la mano de obra de nuestra gente es alabada en otros países por su aptitud para trabajar en las más adversas condiciones, hemos sido cuna de empresarios que han logrado éxitos increíbles gracias a su esfuerzo. Tenemos el dólar como moneda, a Estados Unidos como nuestro aliado. También tenemos, aunque entorpecidas por leyes atrasa-pueblos, libertades económicas y de expresión. Entonces, ¿dónde fallamos?

La culpa es de los políticos: ¿y el resto? ¿y nosotros?

Seguramente volverán a responder lo mismo: Los políticos corruptos que nos han gobernado son los culpables. Claro que tienen razón, pero yo les pregunto: ¿Acaso no fuimos nosotros quienes los elegimos? Ustedes me dirán que votaron bien, que fueron otros los que votaron mal. Pero permítanme decirles que de las muchas veces que hemos votado, unos cuantos ganaron las elecciones y tampoco nos sacaron del subdesarrollo. Incluso, algunos nos llevaron a una situación peor. Podemos poner mil excusas; desde que no los dejaron gobernar hasta que nos decepcionaron y nos equivocamos. ¿Será acaso que en Ecuador votamos, pero no sabemos elegir?

A veces creo que en el fondo no queremos que nada cambie, nos sentimos cómodos con este sistema. Ya nos acostumbramos a obtener sentencias comprando jueces o a evitar una multa dándole una coima al agente de tránsito. Somos de esos ciudadanos que nos quejamos de los tramitadores, pero no tenemos empacho en contratar uno para que nos haga el trámite. O de aquellos que hablamos de que hay que cuidar la naturaleza pero cuando vamos a la playa dejamos botada la basura. Somos los que nos quejamos de los apagones, pero no se nos ocurre ahorrar energía.

Somos la sociedad en la que los padres se quejan porque a sus hijos les enseñan educación sexual en el colegio, pero al mismo tiempo les dan un celular inteligente con acceso a cualquier sitio de internet y se molestan cuando quieren prohibir su uso en el aula de clases. Somos aquellos que nos quejamos porque en la ‘tele’ pasan programas violentos, pero les decimos a nuestros hijos que si un compañero lo molesta le dé un trompón.

Las microacciones que recaen en corrupción

También somos el país de los sabidos. Nos encanta quejarnos de quienes no pagan impuestos, pero no le damos el vuelto completo a nuestros clientes o somos capaces de engañar a un vendedor ciego con un billete falso. Somos los que le echamos pintura a la placa del automóvil para que no nos detecte el radar. Nos quejamos del caos vehicular, pero no somos capaces de respetar al peatón cuando cruza el paso cebra.

No pagamos las licencias de software, las crackeamos. No compramos música ni contratamos televisión paga, la pirateamos. Si podemos robarnos la señal de televisión por cable del vecino lo hacemos. Somos un país donde los tramposos son bien vistos. Aplaudimos al futbolista que quema tiempo cuando nuestro equipo va ganando o hacemos trampa en el juego de naipes con nuestros amigos. Lo importante es ganar sin ser descubierto.

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Si somos así, ¿por qué nos sorprende que se haga trampa en los concursos para elegir jueces, fiscal y otras autoridades? ¿Por qué nos molesta que se haga trampa en las elecciones? ¿O por qué nos irritamos cuando un corrupto sentenciado utiliza métodos deshonestos para salir libre?

Con mucha razón me dirán que ustedes no son así, que no son tramposos y viven una vida honesta. Sí, yo también, al igual que la mayoría de ecuatorianos, ¿pero qué hemos hecho para evitar que quienes elegimos sean tramposos?

Mi conclusión la digo con dolor, tristeza, vergüenza e indignación. Lamentablemente tenemos el país que nos merecemos porque nosotros con nuestras malas elecciones hemos permitido que lo conviertan en lo que es.

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