Formación. La grieta en la barrera de hielo Larsen C ha crecido significativamente en las últimas semanas.

La barrera glacial, en peligro por el iceberg

Los icebergs que se desprenden de la Antártida, no suelen preocupar a los glaciólogos. En cambio, el nacimiento inminente de un nuevo iceberg gigante podría ser algo fuera de lo común para el continente helado.

Los icebergs que se desprenden de la Antártida, incluso los más voluminosos, no suelen preocupar a los glaciólogos. En cambio, el nacimiento inminente de un nuevo iceberg gigante podría ser algo fuera de lo común para el continente helado.

La barrera de hielo Larsen C, la cuarta mayor de la Antártida, ha atraído la atención mundial en vísperas del “parto” de un iceberg de 5.800 km 2, equivalente a la décima parte de su superficie. Todavía es difícil predecir con precisión cuándo se va a soltar.

Pero lo que debería llamar la atención no es el tamaño del iceberg. Estas masas de hielo se desprenden constantemente, incluida alguna enorme de vez en cuando, sin que haya por qué preocuparse. Los icebergs solo tienen un mínimo efecto directo sobre el nivel del mar.

El “parto” en sí no supondrá más que el nacimiento de otro gran iceberg, pero entre los científicos existe el fundado temor de que toda la barrera Larsen C pueda desestabilizarse y acabar rompiéndose, provocando unos efectos colaterales que podrían tardar décadas en manifestarse.

Las barreras de hielo funcionan, básicamente, como el corcho de una botella. Los glaciares fluyen de la tierra al mar, y el hielo que transportan acaba absorbido por la barrera. La desaparición de esta hace que los glaciares fluyan más deprisa, aumentando el ritmo al cual el hielo se desplaza de la tierra al mar. Esto tiene una mayor repercusión sobre el nivel marino que el desgaje de los icebergs.

Si bien la predicción de que la plataforma Larsen C puede desestabilizarse se basa en parte en la física, también se apoya en las observaciones. Utilizando imágenes aéreas y de satélite, los científicos han logrado rastrear barreras pasadas muy similares. En algunos casos se ha visto cómo retrocedían y se venían abajo.

El colapso más espectacular de una barrera de hielo observado ha sido el de Larsen B, vecina de la Larsen C por el norte. En 2002, la plataforma entera se fracturó en docenas de icebergs en el transcurso de tan solo seis semanas. De manera casi inmediata, los glaciares que la alimentaban aceleraron su desplazamiento entre dos y seis veces, y hasta hoy siguen fluyendo más deprisa.

En nuestro nuevo estudio, publicado en Earth and Planetary Science Letters, hemos atrasado el reloj todavía más para observar la barrera Wordie, en la costa oeste de la península antártica meridional, que empezó a retroceder en la década de 1960 y acabó desapareciendo en enero de 2017.

Aún no podemos predecir las consecuencias del desprendimiento del nuevo glaciar de la barrera Larsen C, pero si la plataforma empieza a retirarse o colapsa, la historia nos dice que es probable que los glaciares fluyan más deprisa, lo cual hará la subida del nivel de mar todavía más inevitable.