La burocracia, un freno para los prodigios
Los superdotados persiguen una carrera universitaria. Superar el bachillerato es un proceso engorroso y lento
Los casos de superdotación se han vuelto recurrentes en los últimos años. Sin embargo, más allá de las acciones tomadas por la ola mediática que los envolvió en su momento, el desarrollo de las personas con altas capacidades intelectuales queda pendiente. En especial, cuando su aspiración de estudiar una carrera universitaria se ve tropezada por el sistema nacional de educación.
Maité Pazmiño (15 años) es uno de esos casos. Su sueño de ser neurocirujana no está siendo fácil y, como si fuera su mantra, dice que “yo sí siento que estoy en la capacidad de lograrlo”. Además, señala que, a pesar de haber sido promovida de grado en dos ocasiones, el programa del bachillerato internacional está frenando sus aspiraciones.
“Si me hubieran dado la oportunidad de terminar el colegio antes, habría sido grandioso”, añade Maité y denuncia que, al menos en su caso, no hubo un seguimiento adecuado por parte de las autoridades para solventar sus necesidades. “En otros países sí he visto que niños de 13 años pueden culminar el colegio e, incluso, los ayudan con becas al ingresar a la universidad por su capacidad”, explica Maité.
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Leer másPor su parte, Emily Ulloa (13 años), también con dotación intelectual superior, comenta que “desde muy chiquita le decían (los profesores) a mi mamá que yo me aburría (en clases) y que estaba muy adelantada”. La autoformación que Emily ha tenido durante toda su niñez, la llevó a ser promovida de quinto a octavo grado y con la posibilidad de graduarse a sus 15 años.
Al igual que Maité, Emily ha seguido el proceso que el Ministerio de Educación prevé para estos casos. Sin embargo, ambas reconocen que podrían estar aprovechando mejor el tiempo que ahora invierten en sus colegios.
Martín Mora Erazo (23 años), también con superdotación, lo sabe más que nadie. Su caso fue el primero en ser detectado y generó el precedente del cual Maité y Emily han podido valerse. Sin embargo, no fue un proceso fácil y, aún con normativa vigente, Martín se sorprende que los problemas que él enfrentó se sigan dando.
Él fue detectado con capacidad intelectual superior a sus cuatro años. Sin embargo, cuenta que en ese momento no se pudo hacer nada en la escuela y tuvo que tomar el currículum normal. A pesar de ello, a la mamá de Martín le recomendaban que él esté en otras actividades para solventar sus necesidades de conocimiento.
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Leer másDoce años después, en 2015, Martín y su madre empezaron una lucha para adelantar su proceso en el colegio, pero que, según describe Martín, se volvió “un drama completo” porque las autoridades no sabían cómo actuar. Luego de varios exámenes médicos y pedagógicos; el cambio de colegio y un sinnúmero de trámites más, logró graduarse de bachiller en 2016, a sus 17 años. Sin embargo, reflexiona y señala que pudo ser mucho antes y que “todo radica en un sistema educativo que no está preparado para recibir personas así”.
Maité y Emily, además de su don, comparten el sentimiento de frustración que vivió Martín. Esto debido a que, a pesar de tener la capacidad para graduarse de bachiller, el proceso se vuelve complejo y lento.
Por su parte, el subsecretario de Educación Especializada e Inclusiva, Daniel Crespo, explica que las rutas ya están trazadas. Es más, el Ministerio de Educación dispone de un instructivo para atención educativa de estudiantes con dotación superior. Esto, según Crespo, permite facilidades como, por ejemplo, en el caso de Ecuador, promover más de un año “o los necesarios para el desarrollo pleno del estudiante”.
"Hay que recordar que son niños y niñas; y no hay que decir que por tener estas capacidades tendrán que dejar de ser niños. No es así".
Asimismo, la cartera de Educación dispone de programas complementarios extraordinarios para la dotación superior que permite a los docentes la agrupación de materias, modificación del currículum, trabajo colaborativo y el apoyo de profesionales.
Estas son medidas que Emily y Maité conocen muy bien por ser beneficiarias de las mismas. Sin embargo, esa no es su preocupación, sino el estancamiento que vive su proceso hacia la universidad.
Por ejemplo, en 2019, Maité Pazmiño consiguió ser admitida en el preuniversitario de la carrera de Medicina. Como era de esperar, lo aprobó y hasta cursó unas materias de la carrera. Luego, según cuenta Maité, “las cosas se complicaron”, en especial, cuando su caso dejó de ser mediático.
Una vez llegada al bachillerato, Maité vio estancado su proceso. Esto porque según su colegio, las condiciones del bachillerato internacional no permiten que se salte más grados y, por ende, se gradúe antes. Sin embargo, Maité admite que su caso, poco a poco, dejó de tener un seguimiento riguroso y no sabe si el Ministerio de Educación esté enterado de su caso y si podrá hacer algo al respecto.
Si me hubieran dado la oportunidad de terminar el colegio antes, habría sido grandioso
Por su parte, Emily está próxima a ingresar a la Escuela Superior Politécnica del Litoral (Espol) para recibir materias como un proceso de formación en Ciencias de Datos. Aunque acepta que su proceso se ha visto tropezado por una enfermedad degenerativa, no le quita mérito a que su capacidad la hace merecedora de seguir avanzando grados.
En ese sentido, el subsecretario Crespo explica que, para promover, no solo se consideran los conocimientos, sino las emociones porque “tienen un impacto muy grande”. Asimismo, señala que “se sopesa cuál va a ser el mayor impacto socioemocional para el estudiante en la promoción (de grado)”. También puntualiza que “hay que recordar que son niños y niñas; y no hay que decir que por tener estas capacidades tendrán que dejar de ser niños. No es así”.
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Leer másPor otro lado, la doctora en Psicología Educativa e Infantil y docente de la Universidad San Francisco de Quito, Valeria Troya, recuerda que los superdotados están dentro del grupo de las personas con necesidades especiales. Asimismo, asiente que los niños prodigios sufren de una disparidad entre su madurez intelectual y su desarrollo emocional. Sin embargo, considera que lo más importante es el acompañamiento que estos niños tengan a lo largo del desarrollo de sus capacidades intelectuales y socioemocionales.
Un discurso que Martín ya ha escuchado antes. Sin embargo, a pesar de estar contento por haber marcado el precedente, hace hincapié en que estas trabas “son cosas estructurales del Ministerio de Educación”. Además, “si ya hay un protocolo establecido, entonces la falla es en la ejecución. En ese caso recae en los colegios y los distritos”.
Mientras, Emily y Maité seguirán soñando sin límites en un sistema que les permite avanzar a paso lento.
EL PROBLEMA DE DETECTAR Y DAR SEGUIMIENTO
Todo inicia por el diagnóstico. Según el subsecretario de Educación Especializada e Inclusiva, Daniel Crespo, la detección de las altas capacidades se hace a través de los profesores que tienen el contacto directo con los alumnos. Sin embargo, reconoce que “el docente del establecimiento fiscal tenía que cumplir un currículum bastante grande y los directivos de las instituciones tienen una carga administrativa gigante”. Asimismo, añade que “es el mismo Estado que ahoga a los docentes y a los directivos con un sinnúmero de trámites”.
Por su parte, la doctora en Psicología Educativa e Infantil y docente de la Universidad San Francisco de Quito, Valeria Troya, señala que hace falta que los profesores estén preparados para no confundir el comportamiento de una niña o niño con superdotación. Asimismo, destaca que el acompañamiento a este grupo es un factor importante para su desarrollo integral.
Sin embargo, el subsecretario Crespo señala que el seguimiento se da durante la educación básica y media. “Son dos procesos distintos”, explica Crespo y señala que el ministerio facilita que el estudiante se gradúe antes y empiece sus trámites con la Secretaría de Educación Superior, Ciencia, Tecnología e Innovación (Senescyt).