Se buscan consensos para preservar el Ilaló

“La presión inmobiliaria está generando enormes problemas, porque además no es necesario, es pura especulación inmobiliaria... En el caso del Ilaló no solo se está generando una pérdida de áreas protegidas, sino que se está afectando muy fuertemente a las quebradas”, explica José Morales, secretario de Territorio, Hábitat y Vivienda.

Desde agosto pasado, la entidad, junto a la secretaría de Ambiente, ha estado desarrollando mesas de trabajo con las comunas y moradores de urbanizaciones que residen en la localidad, con el fin es llegar a consensos sobre el futuro ‘Plan especial de manejo integral del Ilaló’.

La propuesta, señalan las entidades, es una meta de la actual administración y busca retomar una ordenanza que eventualmente lograría declarar al sector un Área de Intervención Especial y Recuperación (AIER), mecanismo de conservación en zonas donde hay una expansión de la frontera urbana y agrícola.

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“Básicamente, las AIER son zonas que por sus condiciones biofísicas previenen desastres naturales y el objetivo es protegerlas para evitar que la mancha urbana se extienda y se pierdan más zonas naturales del distrito”, explicó la experta en gestión ambiental Marta Guerra.

La mancha urbana en el Ilaló se disparó en la última década con el auge de urbanizaciones a gran escala y una población que, en ambas caras del cerro, en Tumbaco y Los Chillos, ha duplicado su población.

“La ordenanza de 2015 se había detenido por decisiones políticas, administrativas y por problemas internos en este territorio”, comentó Santiago Sandoval, secretario de Ambiente.

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Sin embargo, para llegar a ese paso, primero se debe establecer el ‘Plan especial de manejo integral del Ilaló’, que aborda temas como reforestación, turismo comunitario, riego, control de construcción informal, vialidad, senderos ecológicos, huertos urbanos, emprendimientos, agua potable y alcantarillado, límites territoriales de las comunas, identidad cultural y más.

• Población. Tumbaco, donde se encuentra una de las caras del Ilaló, pasó de 49.876 habitantes en 2010 a 79.108 este año.

Las mesas de trabajo concluirán este mes y han contando con la aceptación de las comunas, vecinos y activistas. “Vimos que, en el pasado, este proceso se hizo con poca o ninguna participación de las comunidades, y cuando estas no participan, lo sienten como una imposición y se oponen. Por eso hemos querido contar con la participación activa de la comunidad y no presentaremos la ordenanza al consejo sin que ellos estén totalmente de acuerdo”, estableció Morales.

Para este, no obstante, la aceptación de la propuesta no es solo vital para proteger las áreas naturales, sino para prevenir desastres ambientales a futuro. “Ya se están generando dificultades fuertes cuando hay lluvias en las comunas de abajo...queremos evitar que vuelva a suceder lo que ocurrió en La Gasca o lo que pasaba en la Occidental en los años noventa”, agregó.

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Con ese fin, en 2021 también se modificó el Plan de Uso de Suelo, que esperaba desincentivar las construcciones (ver subnota), y se llevan a cabo controles a las nuevas edificaciones. “Es un tema delicado puesto que hay certificados de construcción que fueron emitidos en años anteriores y la normativa no es retroactiva”, señaló Sandoval.

A la par de las mesas de trabajo, este indicó que también se están haciendo obras inmediatas en el sitio, entre ellos la recuperación de quebradas y el mantenimiento de la infraestructura hidráulica.

“No vamos a resolver en seis meses una problemática que tiene dos décadas, pero sí es hora de pasar de la planificación a la acción”, dijo el funcionario.

Desincentivar la construcción

A fines de 2021, la Secretaría de Territorio, Hábitat y Vivienda aprobó un Plan de Gestión y Uso del Suelo con cinco ‘candados’ cuyo objetivos era desincentivar las grandes construcciones en el Ilaló y en otros sectores de importancia ambiental, como las faldas de los volcanes Pichincha y Atacazo.

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Estos establecen, por ejemplo, que las zonas donde no existen vías o servicios básicos solo pueden usarse como tierras rurales.

Adicionalmente se estableció que en la zonas de sensibilidad ambiental y donde el uso de suelo sí permite construcciones, estas solo pueden ser de un piso y puede haber un máximo de dos casas sin importar la extensión del terreno.

Asimismo, en estas zonas, el máximo del coeficiente de ocupación de suelo para la construcción, por lote, es del 10%. No obstante, para Morales, si bien estas normativas son necesarias, lo más importante son los acuerdos con la comunidad que hará que los propios moradores controlen que las leyes se cumplan. “La idea es no depender exclusivamente del control municipal, sino poner nuestra fe en la corresponsabilidad”, dijo.

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