Destreza. Héctor Miño demostró su habilidad al momento de domar un caballo.

Los caballos y mulas, la atraccion del montuvio

De ‘mecha a mecha’ una de las pruebas desarrolladas con los potros chúcaros.

El clima fresco permitió a decenas de espectadores presenciar el show que mostraban los vaqueros, usando camisa, sombrero y botas, como todo buen montuvio.

En la plaza de La Macarena, en Valencia, provincia de Los Ríos, Jonathan Arteaga, impresionó a los asistentes en la prueba denominada “mecha a mecha”, habilidad desarrollada en la monta del caballo chúcaro. Esta consiste en permanecer en el caballo sin agarrarse de las riendas mientras caracolea. Cuando terminó el espectáculo, sus amigos de la hacienda y el público levantaron los sombreros y lo aplaudieron.

El jinete, quien representaba a la hacienda Esther María, alzó los brazos, se sacó su sombrero y le lanzó un beso a su hijo, el pequeño Jhon Arteaga, quien se sentía feliz de que su padre le dedicara su actuación en el rodeo montuvio valenciano, realizado en conmemoración al Día de la Interculturalidad. Jonathan, quien antes de subirse al difícil corcel, se apretó las botas y los estribos que llevaba puestos, evocando las enseñanzas de su abuelo, Ramón Arteaga, a quien siempre admiró por haber sido un vaquero sin riendas y amar el arte de dominar a un caballo. “Somos gente que sabemos este arte, ya que nuestros abuelos eran personas que dominaban a cualquier caballo que se les cruzara en el monte, ellos ponían las reglas”, refirió el jinete durante el evento.

La programación realizada por la Asociación de Agricultores San Pablo en la presentación de la Gran Feria Agrícola fue todo un éxito. La tarde del domingo fue todo un espectáculo para los amantes de la fiesta montuvia y los caballos.

Héctor Miño, conocido en el medio de los rodeos como el Colorado, representando a la hacienda Santa Rosa, se llevó los aplausos del público en más de una ocasión y lo hizo demostrando que en el campo el que manda es él “y no cualquier mula que se me quiera parar al frente” comentó el hábil jinete. Mientras tomaba un trago de aguardiente y se reía con sus compañeros trataba de calmar los nervios propios antes de cada arriesgada participación. Sabía que lo más probable era que la mula lo mande a volar por los aires. “Se necesita ser bien varón para pararse aquí”, aseguraba.

En su primer intento, el animal le puso las dos patas delanteras en el pecho, y lo tumbó; se levantó y no se doblegó frente al mular, que no permitía que nadie se le acercara. En el segundo intento estuvo a punto de conseguirlo, de poderlo montar sin silla, lo agarró del cuello, pero el arisco animal no lo permitía.

Sin embargo, luego de varios intentos y con los lazos que lanzaron otros jinetes a la mula, Héctor la montó, se le agarró de las “mechas”, y al animal no le quedó de otra que echarse. Los aplausos y la algarabía no se hicieron esperar, demostraba que era el mejor jinete.

El presidente del Consejo Nacional y Pueblos Montuvios del Ecuador, Nicolás Tigua, detalló que estos eventos son muy importantes, pues de esta manera se pueden seguir manteniendo este tipo de cultura montuvia que pasa de generación en generación.

Los niños dominaron el escenario

La fiesta en el rodeo montuvio estuvo completa. La joven de 11 años Francisca Belén Vera, quien representó a la hacienda 12 de Octubre, mostró a los presentes el arte en la doma de caballos, a su corta edad. La pequeña con gran seguridad hizo acrobacias que cualquier adulto y varón no podrían hacer, como pararse encima del caballo o hacerlo acostar y meterse entre sus patas. En el rodeo se premió a quienes quedaban en los primeros lugares: de caracoleo, monta mecha a mecha y en lazo pial.

Detalle

Accesorios. Los caballos lucen adornos metálicos incrustados en el cuero del cabezal, freno y riendas, a más de monturas con estribos plateados, entre otros.