Hasta el calor incrementa la depresion en diciembre
Las razones son diversas. Las deudas, la falta de dinero, el aumento de peso, la pérdida reciente de un ser querido, el desempleo y las metas no logradas son factores que tienden a abrumarlos.
Esta fue la primera Navidad sin él. Asimismo, será el primer fin de año que no lanzará camaretas o disfrutará de su compañía mientras cena. Adrián Centeno, guayaquileño de 28 años, hace apenas tres meses perdió a su padre. Su madre asegura que está deprimido: no come, no habla, toma medicamentos. Solo quiere dormir.
Adrián es uno de quienes, según estudios globales, se sienten así durante las fiestas. En Guayaquil no hay cifras oficiales que lo corroboren; son los especialistas en el campo de la salud mental quienes confirman que la problemática se da. Que está latente y deja secuelas, algunas veces, irremediables.
Por ejemplo, para el mágister en psicología clínica, Alejandro Ruiz, especialista en neuropsicología aplicada, en diciembre los casos de depresión y ansiedad que llegan a su consultorio se triplican en relación a otros meses. “La gente, en un 80 %, viene triste y desolada. Incluso hay quienes han intentado aniquilarse”.
Las razones son diversas. Las deudas, la falta de dinero, el aumento de peso, la pérdida reciente de un ser querido, el desempleo y las metas no logradas son factores que tienden a abrumarlos, explica. Sobre todo en estas fechas “en las que la publicidad y la cultura popular la proclaman como la de la felicidad”.
Hecho que profundiza el vacío emocional en los abatidos y los aísla, a tal punto que ni las luces navideñas, ni los fuegos pirotécnicos pueden apagar el dolor que sienten en su interior.
El sentimiento, conocido científicamente como Trastorno Afectivo de Invierno o Depresión Blanca, a decir de la psicóloga Zoraya Bohórquez, directora de la Asociación Latinoamericana de Psicología jurídica y Forense, afecta a hombres y mujeres -incluso a los extrovertidos- por igual y de cualquier edad.
En Guayaquil, los adolescentes que consumen drogas, por citar un caso, la perciben. Aquellos que son hijos de padres divorciados o con relaciones problemáticas, también. Todo influye, advierte la experta.
Las familias que están peleadas o tienen migrantes que no han podido reencontrarse -desde el 2001, 52.810 guayaquileños migraron y no han vuelto- la pasan mal porque esta es una época en que los clanes se unen y comparten”. Así, la nostalgia y los recuerdos influyen para mal.
A la fecha, diversos estudios demuestran que en diciembre los casos de depresión aumentan hasta un 40 % en la región. Quienes la soportan suelen manifestar desde nostalgia permanente hasta tristeza profunda, desesperanza, fatiga generalizada, aislamiento e irritabilidad.
Leticia Ortega, psicóloga del Centro de Psicoterapia Bienestar en Guayaquil, solo en esta última semana ha atendido a un promedio de 20 pacientes.
Para ella algunos casos empeoran con el clima, pues aunque parece absurdo -dice- está comprobado que el ambiente influye en el estado anímico.
(Este Diario publicó el miércoles que los días calurosos ya han vuelto a la ciudad).
“Con el calor, que en este mes tiende a ser más fuerte, muchos se irritan y sacan a flote su negatividad. Piensan en lo que les hace falta. Se molestan, lloran y caen en un profundo abatimiento”.
¿Qué hacer? Los expertos le apuntan al apoyo familiar. Ayudar a un pariente o a un amigo a mantenerse activo, salir, dialogar, comer con moderación y no consumir alcohol (desde que muestra los primeros síntomas de melancolía o tristeza), los mantendrá equilibrados. La clave está en darles cariño. “En motivarlos a no pensar en lo malo, sino en los 365 días que, a partir de este 31, tiene para mejorar su condición”.
Para Blanca Zea, psicoterapeuta porteña, la recomendación no aplica a quienes están pasando por un duelo reciente. A ellos se les debe permitir llevar la pena a su manera. Si desean llorar, pues lloren, aconseja. “Ocultar la pena, aparentar ‘ser fuerte’ o temerle a la ola de emociones poderosas solo agudizará el daño. Retrasará el proceso de sanación”, precisó.