El canto, la mejor forma de acercarse a Dios
María José Parrales se autodefine como ‘una servidora de Dios’. Y la mejor manera que la profesora de idiomas encontró para alabar al Todopoderoso es con el canto y tocar la guitarra.
Ella integra un grupo de jóvenes que después de cumplir con sus labores cotidianas ensayan para elevar sus voces a los altares. La actividad la realiza en las iglesias Nuestras Señora de la Merced y de la Divina Pastora, de Playas.
Entre los jóvenes artistas hay docentes, ingenieros, tecnólogos y estudiantes.
También está el coro de Erwin Escalante, compuesto por su esposa y sus dos hijos.
Más que una obligación, la familia considera que entonar los cánticos cristianos es un deber y acto de fe.
“Es una manera de acercarse a Dios... la preparación es constante, hay que actualizarse con los temas para que lo aprendan los feligreses”, expresó Escalante.
Los cantores dicen que no es difícil, solo hay que tener conocimientos básicos litúrgicos. Añaden que cada canto tiene su tiempo litúrgico, como la cuaresma, penitenciales, exclamaciones, ofertorios, para el santo, el rito de la paz, la comunión y la salida de fieles.
Parrales recuerda que le canta a Dios desde los 10 años, cuando el cantor oficial de las alabanzas enfermó de la garganta.
“Era en la novena del Niño Jesús, entonces tuve que reemplazarlo. Ahí comenzó mi carrera por la música sacra”, recuerda la joven de 26 años que pertenece a la comunidad católica Lazos Marianos.
Hay un dúo compuesto por Justo Yagual y Diana Cuñispuma. También colaboran los coros juveniles de Juan XXIII y el de los catequistas.
Gustavo Iñiga es un ingeniero mecánico con medio nivel en estudio de música. Tiene a su cargo el coro juvenil de la Virgen de las Mercedes.
“Por medio de la música se llega más fácil a la gente para fortalecer su fe”, sostiene Iñiga, quien asegura que lo comprobó en varios sitios que visitó como miembro de la Pastoral Juvenil de Santa Elena.
“Hay feligreses que le ponen más pasión al canto que al rezo”, indica este músico que ejecuta el piano y la guitarra, arte que lo llevó al Encuentro Mundial de Jóvenes 2013, en Brasil.
El párroco Mario Pazmiño asegura que el canto también es una manera de hacer oración, elevan el pensamiento e invitan a la reflexión.
Cada diócesis tiene una directriz o libro base, de donde se escoge el programa de los temas, de acuerdo al tiempo litúrgico.
Cuando surge un nuevo tema debe aprobarlo el obispado. De ello dependerá si es integrado al pentagrama de la música sacra.
“Hay canciones universales y locales”, señala el párroco.
Para Parrales, la música sacra tiene un gran significado. “Orar es rezar dos veces, como dijo San Agustín, y así lo siento, encuentro paz cada vez que canto”, remarcó. NM