Carlos Montúfar: "Santiago Gangotena creía que la educación libera a la persona"
El director del Consejo Académico de la Universidad San Francisco atendió a Diario EXPRESO, en Cumbaya.
Muy pocas personas estuvieron tan cerca de Santiago Gangotena, fundador de la Universidad San Francisco de Quito, durante su lucha por fundar una universidad de investigación y artes liberales como Carlos Montúfar. Ex rector de la USFQ, Montúfar es doctor en física y profesor en esa universidad.
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Leer másHace una semana murió atropellado por un bus, en Quito, una de las figuras públicas más destacadas y polémicas de los últimos años: Santiago Gangotena. Ahora, su amigo, compañero y ex rector de la USFQ, Carlos Montúfar, comparte con EXPRESO algo sobre su personalidad y carrera.
¿Cuál crees que es el legado de Santiago Gangotena?
Primero hay un legado de amistad. Lo conocí en 1974 cuando fuimos a Estados Unidos a estudiar física. A nuestro regreso trabajamos en la Comisión de Energía Atómica. Ahí él comenzó con la idea de poner una universidad. Venía con esa idea incluso de antes y yo le decía que estaba loco. También le presenté a Bruce Hoeneisen, otro físico, y nos juntamos. Un día Bruce dijo: “la idea es tan loca que tal vez funciona”. Y ahí estamos. En esa época hacer una universidad privada, desde el punto de vista legal, era una idea delirante.
¿A usted también le parecía una locura esa idea?
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Leer másA todos. Bruce también decía ‘esto no va a funcionar. No nos van a dejar’. Pero insistió. Se inscribieron 112 estudiantes y éramos 12 profesores con un modelo de universidad completamente distinto al modelo politizado que había en Ecuador y América Latina: memorista y dedicada a un oficio o una carrera. La idea era crear una universidad tipo estadounidense acoplada en el Ecuador para esa juventud que anhelaba ir a estudiar a los Estados Unidos.
¿Qué es una universidad de tipo estadounidense?
Quiere decir que hay una carrera que dura cuatro años en la que la interdisciplinariedad es lo más importante. Es lo que se llama artes liberales. La educación de artes liberales, como se llama, tiene que darle al estudiante una amplitud y dejarle ver otras opciones. Muchas veces los estudiantes iban a estudiar tal cosa porque el papá le decía qué tenían que ser; luego llegaban a la universidad y entraban a un tubo del que en uno o dos años ya no podían salir. En el modelo que trajimos el estudiante puede arrepentirse y cambiar de idea sin perder tiempo ni dinero.
¿Cuáles eran las habilidades de Gangotena que le permitieron concretar este proyecto?
Muchas. Por ejemplo, su capacidad de dibujar. Era un dibujante impresionante con una enorme capacidad de vender con la imagen. Era un diseñador nato y esa capacidad se plasmó en algo muy importante: hacer una universidad que físicamente pareciera como que siempre estuvo ahí. Cuando se entra en un espacio aquí, la persona dice esto no es moderno ni viejo.
¿Por qué se jugó por la educación?
Siempre tuvo esa pasión. Él tenía la idea de que América Latina y el Ecuador estaban demasiado atrasados en la idea de la investigación como parte de la educación. Su idea, en el fondo, era de que la educación tiene que liberar a la persona y pueda convertirse en emprendedor. Santiago era un emprendedor.
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Leer más¿Se llegó a concretar su sueño?
Mucho, sin duda a pesar de que la educación en el Ecuador y América Latina aún tiene un componente político muy grande. Su reto fue liberar a la universidad de esa influencia política. Creo que logramos contagiar al sistema público para que mejore. Han aumentado las universidades privadas y creo que la educación en el Ecuador, en gran parte, sí se ha transformado en virtud de ese espíritu.
¿Era obsesionado con la idea de la libertad?
Absolutamente. Era un empresario creyente fundamental de la libertad de empresa, de una economía tipo Hayek o Von Mises en el cual la intervención del Estado es mínima.
¿Cuál fue el momento crucial para que se haya cristalizado el proyecto?
Cuando estuvimos en Monteserrín (al noreste de Quito) crecimos rápidamente y hubo una explosión de estudiantes. Ahí aparece esta propiedad en Cumbayá. Cuando bajamos acá, Santiago empezó a hacer diseños mientras Bruce y yo trabajábamos en lo académico. Ahí hubo una convergencia clave: se unieron profesores, pénsum, arquitectura, belleza, verdad, bondad y libertad. Aquí se plasmó eso. Fue un momento crucial.
¿Y algún momento donde parecía que todo se acababa?
La crisis económica de 1999 cuando los padres no podían pagar la universidad. Por suerte Marcel Laniado, del Banco del Pacífico, nos hizo un préstamo con firmas personales para construir este campus.
¿Por qué generaba tanta polémica?
Porque le gustaba. Él siempre creía que lo peor que podía pasarle a una institución es que haya estabilidad. Él siempre estaba moviendo el piso y eso creaba mucha polémica. Él tenía lo que en la ciencia se llama el equilibrio inestable.
Pero también provocador y decía cosas políticamente incorrectas...
Provocaba para generar el equilibrio inestable. Por eso armaba eventos que molestaban, como las fiestas de Star Wars o las ceremonias con togas. O clases de cocina, porque estaba convencido que una de las cosas más importantes para un profesional es que sepa discutir en la mesa. En la mesa se hacen los negocios y ahí nacen las ideas, decía.
Era famoso por ser vegetariano, yogui y muy oriental y luego cambió. ¿Por qué?
Es una excelente pregunta que nunca se la hice. Es posible que por salud o porque simplemente le gustaba cambiar. Una persona a la que le gusta tanto el buen comer, difícilmente iba a cerrarse al mundo de las carnes y los vinos.
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Leer más¿Alguna vez hablaron de la muerte?
Santiago y yo, como buenos físicos, no éramos creyentes. No era religioso, pero en cambio era místico: creía en la meditación y en el yoga. Nunca hablamos de la muerte, pero sí le preocupaban mucho las cosas de este mundo. Últimamente, por ejemplo, le torturaba el tema de la influencia de la cultura woke en las universidades. Eso puede alterar el verdadero sentido de la educación, sostenía.
¿Sin Santiago Gangotena qué futuro le queda a esta universidad?
Él jodía para que la universidad no estuviera tranquila, pero la universidad ya tiene una inercia para que eso siga ocurriendo. Tenemos un Consejo de Regentes que es, por ley, un grupo de personas que está aquí únicamente para garantizar que la visión y misión fundacional se mantenga. Santiago es irremplazable, pero creo que la universidad ya tiene incorporado el espíritu dragón, como él decía.