Todo es mas caro en Manta
Cuando vi los cables me angustié, pensé que era un cortocircuito, creí que moriría electrocutada.Marlene Cedeño, Dueña de un restaurante
En Manta, los pobladores intentan retomar la normalidad. De a poco se reabren los negocios y la rutina regresa a las calles, excepto en unas 30 cuadras que rodean el sector de Tarqui, uno de los sitios más destruidos por el terremoto de 7,8 grados del sábado.
En el sector de Playita Mía, los comerciantes volvieron a comprar pescado. Aunque se encontraron con una novedad: el incremento de precios. De cinco a 20 centavos subió el costo por libra. Enrique Franco vive en Manta y su vivienda resultó afectada. En lugar de ir a buscar donaciones, compra y vende pescado. Entre las 06:00 y 11:00 adquiere hasta 15 quintales y los envía a Quito. Dice que en la capital se distribuyen en cuatro mercados. Él se dedica a ese comercio hace 20 años y solo detuvo su negocio unos días por el terremoto.
Muy cerca de ahí, la mayoría de locales de venta de alimentos permanece cerrado. Quienes decidieron abrir recogieron vidrios rotos y rellenaron, por su cuenta, una grieta de casi 50 centímetros que el terremoto causó delante de las edificaciones.
Marlene Cedeño es una de ellas. Reabrió su restaurante El gran Jefe, el martes. Ofrece solo almuerzos, pero no bebidas frías por falta de energía. No supera la angustia que le provocaron las chispas que salían de los cables eléctricos mientras iba a su casa después del sismo. Dice que su fe en Dios la ayuda cada día.
A cuatro locales de ella, Azucena Fortis ofrece pargo y corvina frito y estofado. Los platos, dice a EXPRESO, subieron de precio porque no hay quién venda los insumos. Las bebidas se mantienen frías porque las cubren con hielo. Su local, Cavanilla, no cerró nunca, a pesar del temor, la falta de energía y la destrucción. “Hay que seguir trabajando”, se consuela.
A pocos kilómetros del malecón, Carlos Vélez tiene un negocio de lácteos, cárnicos y embutidos. Tras el terremoto perdió casi 5.000 dólares porque la carne se descompuso. “Estamos atendiendo a pesar del temor”, reconoce. Reabrió el martes con precios nuevos y otros anteriores. Cuenta que un huevo llegó a costar 50 centavos la unidad, la carne y pollo 20 centavos más por libra. El mismo aumento tuvieron los quesos.
Pedro Muñoz Rodríguez, oriundo de la población Flavio Alfaro, es uno de sus proveedores. Él distribuye los sábados y miércoles su producto a tricicleros, negocios y locales. Sus clientes también eran de Tarqui. Recuerda que el día del terremoto había llegado a Manta con su camión cargado de queso. Se detuvo en un local que arrienda en Manta y, desde ahí, vio cómo el automotor se viraba, se destruía su frigorífico y él perdía casi 10.000 dólares. Aunque con temor, retomó la distribución el miércoles. Vende hasta 30 quintales de queso.
En los alrededores del centro de Manta parece que nada ocurrió. Existen construcciones en perfecto estado. El panorama contrasta con la zona comercial y hotelera de Tarqui. Ahí casi todo se destruyó. En las calles hay productos, ropa o adornos. Todo mezclado con escombros y cables eléctricos.
La evaluación de daños debía concluir ayer, según el alcalde Jorge Zambrano. Muchas viviendas serán derrocadas. Desde el miércoles por la noche existe, además, un protocolo para los rescatistas y el personal que trabaja en la búsqueda de víctimas: por el riesgo que representa su trabajo utilizan trajes que previenen riesgos biológicos.
En Manta, la Policía garantiza la seguridad. Algunos bancos retomaron la atención y la energía y agua potable también se restablecen de a poco. Hay sectores, como el de la Base de Manta, en los que el agua llega media hora en la mañana y otra media hora por la tarde.