Andrés Quirola muestra el carro de la película de Volver al Futuro.

Carros de Pelicula

$ 140.000 fue el costo de fabricación de cada uno de los dos vehículos que la empresa Adapta logró vender a Dubái. El valor no incluyó la transportación.

La pasión ha llevado a dos jóvenes guayaquileños a lograr lo que la industria automotriz del país no se ha propuesto en siglos: Exportar vehículos cien por ciento ‘made in Ecuador’ y que, además, tienen el mérito particular de ser la fiel réplica de películas de ficción. El ‘Batimóvil’, que los catapultó a la fama y el éxito, ha logrado venderse en Emiratos Árabes Unidos y negocia su entrada a otros mercados exigentes como Francia y Singapur.

Andrés Quirola y su socio Jorge Loor nunca se trazaron la meta de cruzar fronteras, pero este fue un desafío que aceptaron con el mismo esfuerzo que dedicaron al taller que juntos decidieron montar hace 8 años. En ese galpón, ubicado en Durán, empezaron fabricando bancas, tachos de basura y restaurando ciertos vehículos clásicos. Esta última labor, cuenta Quirola, y su pasión por las películas de ficción, fue lo que llevó a su empresa, Adapta, a introducirse a este tipo de negocio. “Había un carro clásico que a la vez era de película y me interesó tenerlo: el Eleanor, el vehículo de la película 60 segundos. Dije: ‘Bueno, si tenemos tantas máquinas vamos construyendo el carro, a ver cómo nos va’. El vehículo quedó tan bien que la gente no creía que había sido fabricado por nosotros”. Así surgió el Batimóvil (en dos versiones), el Jeep de Jurassic Park, Kitt, el auto fantástico; y el DeLorean, de Volver al Futuro.

El que más impactó y el que, hasta ahora, le ha abierto puertas, es el Batimóvil. Su majestuosidad y la perfección de sus detalles lo convirtieron en el principal atractivo de la feria de cómic Comic-con, que cada año se realiza en Guayaquil y que más tarde empresarios de Colombia y Perú, que organizan el mismo evento, busquen alquilar el vehículo.

Reportajes de la prensa y las imágenes que se hicieron virales a través de redes sociales, dice Quirola, sirvieron de puente para que en julio del año pasado un empresario de Dubái lo contactara y que, en cuestión de un mes, concretara la compra de dos Batimóvil. Los recibió en marzo de este año: Uno lo destinó para exhibirlo en el Dubái Mall y el otro para uso personal. “No nos vimos en persona. Confió directamente en nosotros, y me imagino que con todo el dolor de su alma, porque hacer una transferencia tan alta a un lugar tan lejano no es fácil. Acordamos que pagaría un anticipo del 60 %. Desde ese momento empezamos a sentir el peso de la responsabilidad”.

Fabricarlos demandó un capital de $ 280.000 y un arduo trabajo de 24/7 que realizaron 23 personas, entre soldadores, mecánicos y pintores. El fin no solo era mejorar la versión, sino garantizar que este vehículo sea tan funcional como cualquier otro. Se diseñó lo estético de su carrocería, para a partir de eso construir el chasis, la suspensión (amortiguación) y calcular la fuerza y el tipo de frenos que tendría el carro, según su peso. “Cada carro está pesando 4,8 toneladas, incluyendo motor y posee una velocidad de hasta 120 kilómetros por hora”, explica Loor, arquitecto de 33 años, y quien acompaña a Quirola en esta loca aventura.

Tardaron 6 meses en fabricarlos. Y cuando pensaban que el trabajo duro había terminado, se enfrentaron al engorroso trámite para poder exportarlo. Tuvieron que empezar también desde cero: creando una partida arancelaria que permita exportar este tipo de carros y lograr convencer a las navieras para que los ayuden con el traslado. “Afortunadamente tuvimos la ayuda de Proecuador. Cuando llamábamos diciendo que queríamos exportar el Batimóvil se nos reían. No nos creían. Llegaron hasta pensar que la intención era exportar droga”, cuenta Quirola, quien se graduó como productor audiovisual en el ITV, pero quien de su abuelo, el empresario agrícola y banquero, Esteban Quirola, heredó la sangre de emprender y hacer negocios.

La meta de Andrés y Jorge es consolidar su negocio en el campo de la exportación (concretan ventas en Francia y Singapur), mientras tanto buscan también la manera de cómo rentabilizar y hacer crecer el negocio.

Si bien el alquiler de carros hacia Colombia y Perú les genera recursos (tener cada auto, por tres días, cuesta $ 10.000) aún no es suficiente recuperar todo el dinero (una parte proviene del autofinanciamiento) que han dedicado a este proyecto. A mediano y largo plazo, ellos se proponen crear un museo de exhibición y fabricar el primer carro deportivo de Ecuador. Andrés y Jorge empiezan a demostrar con creces hasta donde pueden llegar.

Un museo para exhibirlos

Adapta se propone tener hasta octubre 10 vehículos réplicas. Esta semana trabajaba en el octavo, el primer carro que apareció en la película de Batman (1989) y que será presentado en agosto en la Comic-com de Guayaquil.

La aspiración de estos emprendedores es contar con un stock suficiente para poderlos exhibir, a mediano plazo, en un museo itinerante. Quirola asegura ya haber empezado a trabajar en este proyecto. Ha iniciado, dice, conversaciones con el Municipio de Guayaquil para, en octubre, hacer la primera demostración de su obra. “No hago nada teniendo esto solo para mí. Tengo una colección que, estoy seguro, no existe en Latinoamérica. Nadie tiene estos carros de películas”, explica.

Con el cobro de una entrada, se ayudaría a la empresa a alcanzar su rentabilidad y autosustentar la generación de nuevos vehículos. “Si la gente no conoce el Batimóvil, conocerá el Eleanor, el DeLorean, el Kitt... la idea de esto es exhibirlos en un parque temático”.

Para lograrlo, hace un año, Adapta también creó la línea de producción de utilería, con el que espera generar la armadura y dar vida a algunos protagonistas de estas películas.