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Caso clínica Sacoto: Codicia que causa cegueras

ANÁLISIS. Avastin se aplica para retrasar la pérdida de visión. Evasivas al intentar hablar con el propietario de la clínica

Norys Castillo, Alfredo Ospina, Darío Guerrero, Jorge Mejía y Jimmy Pazmiño son cinco de 16 pacientes que acudieron el 15 de mayo de este año a la clínica de ojos Sacoto para terminar su tratamiento. Ellos fueron derivados por el IESS por diversos problemas relacionados con el deterioro en la visión. De los 16 pacientes, 13 han quedado completamente ciegos.

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El viacrucis para Norys Castillo empezó con la tercera y última sesión a la que acudió. Con esa sesión se cumplía todo el tratamiento con una medicina denominada Avastin, producida por laboratorios Roche y que requiere una cadena de mantenimiento de alta precaución. No puede bajar de determinada temperatura, no puede utilizarse el sobrante, debe permanecer en refrigeración sin humedad y no exponerse a la luz. El procedimiento con Avastin se aplica para retrasar la pérdida de visión por degeneración macular húmeda causada por la edad, por diabetes o problemas de la retina y consiste en inyectar este medicamento directamente en el ojo hasta la cavidad vítrea, que se encuentra en la parte posterior del ojo. Parece complicado, pero en realidad es un procedimiento que no demora más de treinta minutos, no requiere que el paciente se interne y tiene muy buenos resultados, ¡si se realiza cumpliendo con el protocolo médico y tomando todas las precauciones! Estas precauciones fueron dejadas a un lado el 15 de mayo y provocaron que al día siguiente Norys Castillo y otros 12 pacientes amanecieran completamente ciegos por la serie de negligencias cometidas.

En primer lugar, según Castillo, la derivación aprobada por el IESS disponía que el procedimiento que debía realizarse a cada paciente tenía que ser primero en uno de sus ojos y ocho días después en el otro ojo. A ellos se les trató ambos ojos en cada sesión.

En segundo lugar, el médico tratante de estos pacientes no estuvo presente y fue reemplazado por otro médico que no los había tratado con anterioridad.

En tercer lugar, al día siguiente de la mal praxis, cuando acudieron desesperados a la clínica, los enviaron a otro hospital. Ahí se dieron cuenta de que no eran los únicos que habían perdido la visión, eran 13 los que habían quedado ciegos y todos tenían una grave infección en sus ojos que no solo les impedía ver, sino que les provocaba un dolor insoportable en los ojos. El mismo médico que les realizó la intervención fue quien los recibió en su consultorio privado y les aseguró que en ocho días empezarían a recuperar su visión, algo que no sucedió ni sucederá. También les ofreció aplicar otra inyección a un costo de 4.000 dólares, pero que debían pagar ellos por cuanto el IESS no los cubría. Lo único que hizo este doctor al día siguiente fue realizarles una limpieza.

El testimonio de uno de los afectados y de dos exempleados

Darío Guerrero tuvo la ‘suerte’ de que su tratamiento fue ordenado únicamente para su ojo izquierdo, el cual lo ha perdido definitivamente. Darío es de Guaranda y fue tratado el mismo 15 de mayo, pero el 20 debió regresar de urgencia a la clínica Sacoto porque no soportaba el dolor, obviamente la infección había avanzado. En esta ocasión Guerrero fue atendido por el médico retinólogo que los había atendido anteriormente. Él le informó que la medicina que había utilizado su colega estaba contaminada y que esa era la causa de la ceguera, pero que no era culpa de la clínica y le ofreció realizar una operación (vitrectomía) para que recupere la visión, a la que se sometió en dos ocasiones sin resultado positivo.

Ana María y Víctor (nombres protegidos), exempleados de la clínica Sacoto, han corroborado que quienes intervinieron en la aplicación de la inyección intravítrea no siguieron los protocolos médicos y no verificaron el estado de la medicina que se aplicó. También han narrado todas las amenazas que reciben los empleados, enfermeros y médicos de la clínica si hablan de lo que sucede al interior de esta. Aseguran que les han hecho firmar documentos de confidencialidad sobre los procedimientos médicos y sobre el manejo financiero con funcionarios del IESS para inflar los valores de las consultas y tratamientos.

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En innumerables ocasiones hemos intentado hablar con el propietario de la clínica Sacoto, pero solo hemos recibido evasivas. Las llamadas y toda la información que consta en este artículo están documentadas y verificadas con médicos nacionales y extranjeros que han revisado a los pacientes.

Aunque creemos que la causa de las cegueras es una lamentable desgracia, no deja de ser culposa y la clínica Sacoto tiene responsabilidad porque debió tomar todas las precauciones para no suministrar una medicina en mal estado. Si se llegare a comprobar que la medicina salió de un lote en mal estado de los laboratorios Roche, era obligación de la clínica denunciarlo y no tenemos información de que lo haya hecho. Conocemos que la Agencia de Regulación de Sanidad (Arcsa) analiza suspender el uso de Avastin hasta que todo se aclare. Desconocemos cuáles son las medidas que ha tomado el IESS al respecto, pero extraoficialmente Víctor (nombre protegido), exempleado de la clínica, nos ha indicado que por el momento no están realizando tratamientos y solo se limitan a consultas. También supo indicarnos que el IESS ha procedido a la revisión de sus tarifas por considerarlas exageradamente elevadas en comparación con otros proveedores.

Los afectados han preparado una demanda que pronto presentarán ante la justicia para que no haya impunidad por una negligencia que les ha condenado a vivir en la oscuridad el resto de su vida. Cabe destacar que el IESS no tiene responsabilidad en este caso; sin embargo, deberá actuar con rigidez y aplicar sanciones para no pasar a ser cómplice de una codicia que causa cegueras.

Contribuyó en la investigación Ma. Emilia Zúñiga de 24/7 TV.