
El celular en el aula, un tema que divide a expertos y naciones
El dato. La encuesta de Tecnologías de la Información y Comunicación, del Instituto Nacional de Estadística y Censos, señala que 1’261.944 ecuatorianos tienen un ‘smartphone’.
El uso del celular en el aula es un tema que mantiene un debate con voces a favor y en contra. Mientras algunos expertos coinciden en que el dispositivo es un instrumento que puede ser utilizado como recurso pedagógico y que prohibirlo no es la solución para mejorar la atención ni el rendimiento académico; otros advierten que puede ser un distractor de las labores escolares y la atención.
El debate es a nivel mundial. Hace dos semanas hasta Francia, el país de las libertades, prohibió el uso del celular en las escuelas, colegios e institutos; incluso en los recreos, para garantizar un entorno que favorezca la concentración del alumno. Pero en naciones como Argentina, Costa Rica, entre otros, esta herramienta se ha convertido en una aliada de la enseñanza.
En Ecuador desde 2014 el Ministerio de Educación reguló el uso de teléfonos celulares en las instituciones educativas con el objetivo de fomentar el aprovechamiento de las nuevas tecnologías. Esta medida fue de la mano con lo dispuesto, un año anterior, por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) que, a través de un manual, impulsó el uso de teléfonos inteligentes en la educación.
Desde entonces la presencia del celular en las clases suma cada vez más apoyos, especialmente en los planteles educativos privados, donde se los utiliza para ciertas asignaturas, con el seguimiento del maestro y de acuerdo con lo establecido en las normas y códigos de convivencia. En cambio, en la educación pública hay muchas restricciones, sobre todo porque no todos los estudiantes tienen un ‘smartphone’.
En el Instituto Particular Abdón Calderón (IPAC), por ejemplo, desde el año pasado el celular es un recurso más para el proceso de enseñanza. No obstante, a la vez su uso está limitado por ser considerado un objeto distractor.
“Su utilización está abierta cuando el profesor previamente ha planificado una actividad y el rector y coordinador del área conocen la temática”, explica Patricia Zea, rectora de la entidad, quien anota que en las clases de Física, Lengua y Literatura y Francés, los estudiantes y docentes arman pequeños debates y foros, a través de las redes Twitter y WhatsApp.
Incluso el celular le sirve al alumno para su propia evaluación, comenta Alfonso Gutiérrez, profesor de Física con una maestría en Tecnología e Innovación Educativa. “El docente hace las preguntas y ellos responden a través del dispositivo y al final de la jornada se conoce quiénes han sido más rápidos para dar la respuesta. Ellos también pueden postear algunas reflexiones. Esto hace la clase más interactiva y atractiva”, asegura.
Mariela Sarmiento, ingeniería en Telecomunicaciones y maestra de Matemáticas de otro colegio particular de la ciudad, cree que es conveniente aprovechar la amigabilidad del dispositivo, tanto para los alumnos como para los profesores. “Todos tenemos un celular en el bolsillo”, recalca la experta, al añadir que existen muchas ‘apps’ de uso educativo, gratuitas, que podrían utilizarse para enseñar mejor.
En el colegio donde ella labora los chicos pueden tener los instrumentos de electrónica encendidos en las clases, pero solo para emplearlos como herramientas para el aprendizaje. “La forma, el tiempo y la utilidad son aspectos que debe resolver el docente y para eso debe estar preparado y capacitado”, aclara.
El Liceo Panamericano también permite el uso del celular como un material de apoyo para las investigaciones que los profesores desarrollan en sus clases. Esto les sirve a los estudiantes para completar de forma práctica y entretenida la enseñanza, por ejemplo, de Matemáticas, Física, Química o Biología, por medio de ‘apps’ que se pueden descargar gratuitamente.
“Esto nos ayuda a reforzar el atributo de investigador del alumno”, comenta Franklin Chunga, máster en Informática, vicerrector y profesor de Matemáticas de la entidad, quien recalca que el uso del celular es positivo cuando existe el control del educador.
Los directivos de un colegio público indican que ellos intentaron llevar el celular al aula, pero cambiaron de opinión al ver que los chicos se distraían, se enviaban mensajes, etc.
“Convocamos a los padres a una reunión para discutir el tema, y ellos mismos propusieron dejar el teléfono guardado en la dirección durante las clases, ya que ante cualquier emergencia saben que el teléfono de la entidad está disponible”, detalla un directivo.
A Carlos Terán, de 16 años, alumno del mencionado plantel, no le hizo gracia tal decisión, ya que él llevaba su teléfono para grabar la clase del maestro y tomar fotos de lo que este copiaba en la pizarra. “No soy tan rápido para escribir en papel, por eso grababa y tomaba fotos para luego revisar el material en casa. Ahora tengo que esforzarme mucho más”, se lamenta.
Roxana Castillo, rectora de la Unidad Educativa Delta, reconoce que el teléfono celular es una herramienta que puede ayudar a la investigación, pero no lo justifica dentro del aula. En su lugar, dice, lo reemplazaría con la tableta y computadora, que brindan los mismos beneficios en el aprendizaje.
“El tener un celular cercano distrae al estudiante y limita las interacciones interpersonales que se dan dentro del ámbito educativo, ya que el chico está pendiente de las personas que están fuera del entorno”, puntualiza.
Unos países los prohíben; otros los reincorporan
La polémica y debate sobre el uso del celular en las aulas trasciende fronteras. En Bolivia está prohibido su uso por parte de estudiantes y maestros porque interrumpen el desarrollo de las actividades en el aula. Su uso para procesos formativos debe ser planificado y consensuado con los actores educativos.
En Francia la medida es más drástica. Los escolares menores de 15 años no podrán usar sus celulares ni siquiera en los recreos.
Italia los había prohibido hace tiempo, pero anuló esta medida hace dos años, “porque el gobierno está invirtiendo mucho para digitalizar nuestras escuelas, por lo que prohibir el uso de teléfonos y tabletas en clase es un poco contradictorio”, dijeron autoridades.
En Argentina la situación la regula cada jurisdicción. En 2016 en la Provincia de Buenos Aires se derogó la resolución que limitaba desde 2006 el empleo de equipos móviles en horario escolar.
En Canadá varios colegios se rindieron y después de años de lucha contra los celulares, decidieron incluirlos en el aula.
En Chile las autoridades dijeron que no está dentro de sus planes prohibirlo, y que son los directivos de los centros educativos quienes deciden qué hacer al respecto.
En México no se pudo prohibir, pero se exhortó al acuerdo entre padres de familia y autoridades para regular su uso, con el objeto de no afectar el aprovechamiento escolar.
En Costa Rica los educadores tratan de transformar los celulares de sus estudiantes en aliados para la enseñanza, más que en enemigos en la clase.