El centro, un ‘enfermo’ que convalece de mala manera
El cuadrante urbano más activo de la ciudad no recupera su ritmo. La pandemia mantiene en teletrabajo a más de la mitad de quienes suelen poblarlo
En alguno que otro punto de estas 185 hectáreas del casco comercial y económico de Guayaquil hay salpicadas una que otra historia de optimismo. Es como cuando el médico le dice a los parientes que el panorama del paciente está muy complicado; sin embargo, este, postrado aún, pero con leves mejorías, envía mensajes de que desea levantarse.
En la acera sur de la calle P. Icaza y Córdova varios trabajadores terminan en estos días el acabado de un amplio restaurante que abrirá muy pronto, mientras que del otro lado, la marisquería 200 Millas cerró hace 15 días tras cinco años de haber llegado al sector. A su costado, sigue atendiendo uno de los locales de Burguer Ranch, la pequeña cadena de hot dog que cuando abrió el 2019 tenía ocho puntos en el casco comercial. “La crisis provocada por la pandemia obligó a los dueños a cerrar cuatro”, dijo hace una semana uno de los dependientes de este negocio.
No hay un presente si pasado, y para lo que es el epicentro económico y turístico de esta ciudad, ese viernes 13 de marzo de 2020, último día laborable previo a la cuarentena que obligó al histórico confinamiento de millones de ecuatorianos por más de un mes, marca un antes y después. Al siguiente lunes, nadie de las casi 500 mil personas que solían arribar entre semanas a esta parte de la ciudad -a laborar, a comprar, a realizar trámites en alguna de las oficinas públicas o privadas-, no llegaron a cumplir su rutina.
de los visitantes llegan al centro en transportes públicos, mientras que el resto utiliza vehículos particulares.
Ni siquiera el desconfinamiento, cuyo proceso inició en mayo, le ha devuelto el ritmo. Un panorama tibio, de una Guayaquil que por su actual estado, podría decirse que tiene el semblante de un paciente que convalece de muy mala manera.
“Más de la mitad de las personas que laboran en este edificio se queda en casa, haciendo teletrabajo”, dice Félix Montiel, administrador del edificio Gran Pasaje, en el que hay 156 oficinas. “Tengo más de un piso totalmente vacío”.
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Leer másAlgo similar sucede en otra de las edificaciones emblemáticas de un sector en el que se ubica la mayor parte de los 199 construcciones con más de 10 pisos que tiene el Puerto Principal. “Cada día en tiempos normales por estos ascensores suben y bajan de 900 a 1.200 personas. Ahora, es muy bajo el tránsito. La ocupación de oficinas está en el 50 %”, agrega Bernovlh Mora, administrador del San Francisco 300, en cuyos 27 pisos hay 83 oficinas.
Vacíos que se sienten en las aceras. Nadie se apretuja con nadie. Alguno dirá que es bueno, pero el guayaquileño extraña el calorcito que acuna el centro de su ciudad. Aquellas imágenes de metropolitanos detrás de los informales tampoco se da. “Hay compañeros que dicen que para qué venir acá si hay poca gente”, menciona una vendedora en la esquina de Rumichaca.
El abandono se evidencia de alguna manera en las decenas de carteles que por todos lados cuelgan de paredes, ventanales, balcones, en cuyas grandes letras se perfila la desocupación que vive el centro: se alquila, se vende.
Nadie puede desconocer que la crisis afecta por todos lados. Pero resulta que en este cuadrante urbano, organizado en 7.225 predios, se concentra la gran parte de trámites formales que ejecutan a diario los guayaquileños. Ahí está el Municipio, la Gobernación, el Registro Civil, y otras tantas oficinas públicas. Hay filas, pero famélicas.
Los sitios de comida que no han cerrado siguen esperando comensales que no llegan, en un sector en el que se ubica el 40 % de los 1.073 restaurantes registrados en Guayaquil.
En su ala sureste está emplazado precisamente ese motor económico que es la Bahía, capaz de mover diariamente -en tiempos normales- hasta 30 millones de dólares. Son 6.648 puestos y establecimientos comerciales que ocupan 17,5 hectáreas y que en el 2000 se calculó que contribuía con el 25 % del PIB.
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Leer másPero estos no son días buenos. Ángel Basurto, presidente de la Federación de Comerciantes de la Bahía (Fedacomib), uno de los gremios que aglutina a parte de las 93 asociaciones en las que se organizan los comerciantes, se queja de ello. “Vivimos de lo que vendemos y en estos días, hay compañeros que regresan a casa sin un centavo. Con cada día las deudas aumentan. Hay que pagar luz, agua, telefonía, guardianía”.
Cada comerciante debe solventar 40 dólares semanales, para el pago de servicios. Pero casi nunca los hay, dice Basurto, que reconoce que hay un alto número de locales cerrados. “El miedo al contagio afecta”.
La esquina de la calle 9 de Octubre y Boyacá, donde hasta las primeras semanas de marzo aún se reunían los sobrevivientes -todos adultos mayores- del grupo de amigos del llamado Boca9, sigue desocupada. Igual sucede con los estibadores y marinos mercantes que suelen citarse en la esquina sureste de 9 de Octubre y Chile. Ambos grupos, son parte precisamente de una fauna urbana que habitaba una ciudad que no había vivido los estragos de la COVID-19.
El Municipio, solo con ‘ventanillas’ virtuales
En enero de 2020, el Municipio de Guayaquil ejecutó 192.508 transacciones, todos referentes a pagos de impuestos prediales por medio de ventanillas ubicadas en las instalaciones de su edificio central. Son quienes cumplieron esas actividades -provenientes de todos rincones de la ciudad- una gran parte de los ausentes en estos días en el casco comercial. En enero de este año, los 190.853 transacciones se cumplieron sí, pero mediante canales virtuales y otros métodos de pago, de entidades bancarias y agencias recaudadoras. Por la pandemia del nuevo coronavirus y para evitar la posibilidad de contagios, no se admiten pagos (presencialmente) en las ventanillas municipales. A esto se suma que 803 empleados administrativos, de los 1.331 que en tiempos normales acoge laboran en el edificio central, prestaron sus servicios profesionales vía teletrabajo. Algo similar ocurre en otras oficinas públicas, como la Fiscalía, el Registro Civil.
El alquiler de oficinas, el sector más afectado
Nunca antes desde que el edificio San Francisco 300 fue inaugurado en 1980 ha tenido a seis de sus 83 oficinas desocupadas. Solo un evento de la magnitud de la actual pandemia lo ha provocado.
La ocupación de oficinas es el sector más afectado, dice José Hidalgo Solís, de la corporación Innovum, promotora inmobiliaria que administra 90 propiedades -centros comerciales, locales, edificios residenciales, de oficinas-, la mayor parte de estos, ubicados en el casco comercial.
“La pandemia tuvo un efecto inmediato en el ámbito de los bienes raíces. Esto se sintió en los tres a cinco meses posteriores de la cuarentena, donde hubo una afectación significativa, locales y oficinas que se devolvieron”.
Sin embargo, en el último trimestre hubo una reactivación puntual. “Los locales comerciales volvieron a arrendarse. Podría decir que en ese ámbito hemos llegado a la situación en la que estábamos antes de la pandemia”, alega Hidalgo. No sucede lo mismo en el ámbito oficinas.
Esto lo confirma Félix Montiel, administrador del edificio Gran Pasaje, donde hay 80 oficinas desocupadas, porque sus ocupantes hacen teletrabajo o porque están en venta o se ofrecen en alquiler. “Si antes de la cuarentena Ud. pedía 600 dólares el metro cuadrado por una oficina en este edificio, hoy se la oferta por 350 a 400 dólares. La gente necesita efectivo”.
Los carteles de ‘Se vende’ o ‘Se alquila’ son un lugar común en estos días en muchos de los 7.225 predios del centro de Guayaquil.
En la Bahía
A este sector de Guayaquil arriban, en tiempos normales, unas 50.000 personas al día. Actualmente se calcula en un 30 %. Por cada cinco personas que recorren sus pasajes, solo una realiza compra.
Estragos de la COVID
Entre los comerciantes las víctimas que deja el coronavirus suman ya 200. Solo en la Asociación ‘Primero de Mayo’ se registra 33 decesos desde marzo pasado.