El ‘Cerro del Muerto’, lugar lleno de encantos y leyendas en el Morro
Según los comuneros, desde una grieta salía una música que se escuchaba a gran distancia
Desde la vía que conduce a El Morro, desde Playas, lo primero que se visualiza es un cerro que se asemeja a un hombre muerto con los brazos sobre el pecho. Esta imagen que le dio el nombre del ‘Cerro del Muerto’, ubicado a un kilómetro de la parroquia El Morro, por años llama la atención, especialmente a los turistas; pero pocos saben lo que hay detrás de este cúmulo de rocas, llenas de historias y leyendas.
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Leer másCon el fin de conocer esta leyenda, la comunidad, apoyada por la Empresa Pública de Turismo, Relaciones Internacionales y Cultura de Guayaquil, organizó el ‘Walking tour’ o caminata tour, para conocer los lugares más representativos, conocidos como ‘mágicos’.
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Lorgia Vega, gestora cultural, destaca que los encantos del sitio se inician en la explanada al pie del cerro. El primer punto al que acceden los expedicionarios es al santuario de la Virgen de la Roca, ubicado en lo alto del cerro, al que se llega subiendo 90 escalones. En el extremo derecho de las escalinatas hay 15 columnas con placas de mármol que escenifican los ministerios del santo rosario. Vega recuerda que desde el 2002, el papa Juan Pablo II pidió que se añadieran los cinco misterios luminosos que faltaban para completar el rosario.
Desde el santuario se divisa el poblado de El Morro, y en el horizonte el mar y la ciudad de Playas. Julio Vinueza, quien formó parte del recorrido, dijo que la brisa que se siente en lo alto del cerro es una caricia que no la ha sentido en ninguna parte del mundo, porque él ha hecho turismo en otros países y no ha vivido esa sensación de paz y armonía con la naturaleza.
Los visitantes recorrieron el sendero de los guayacanes, una reserva de estos árboles que se han adaptado al suelo rocoso, allí la guía le cuenta a los turistas que este lugar la inspiró para escribir la leyenda de ‘Los guayacanes que caminan’, en la que se revela que doce guerreros fueron hechizados y ahora son guayacanes guardianes de la tumba del último cacique enterrado en ese lugar.
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Leer más“Es una conjunción, no solo por el hecho de que las raíces parecen tentáculos que permiten caminar a los árboles encantados, sino porque el amarillo, color del oro, señala dónde se ocultaron las valiosas pertenencias del cacique”. Si alguien llegara a cortar uno de estos árboles, tomará su lugar, esa es la sentencia. Los guayacanes están aquí también para darnos una lección de vida por su resistencia al tiempo y para pedirnos que los cuidemos, destaca Vega.
Desde la explanada, se ven los matices y formas caprichosas de sus elevaciones escarpadas, que guía hacia el cerro Picón, donde una gran grieta lo divide. Luis Hernández, morador de El Morro, quien tiene 100 años de edad, recuerda que la grieta fue ocasionada por una explosión controlada para la extracción de material, cuando se construía la vía a la población, allá por 1974.
De esa grieta, según testimonios recogidos de varios pobladores, como Rosa Cruz, con 104 años, se cree que provenía una música que se podía escuchar hasta los pozos de agua que se construyeron hace más de 200 años que estaban forrados de madera de guasango.
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Leer másEste hecho y otros que se narran mientras se camina por los senderos, son parte de las manifestaciones, creencias y leyendas en torno al cerro. Se cree que hasta el mismo historiador Víctor Emilio Estrada, en una de sus expediciones, indagó acerca de estos acontecimientos extraños, introduciendo una cámara filmadora en una cueva del cerro.
En la caminata por los senderos que dura 40 minutos, se describe la flora y fauna como el tercer sitio de importancia. Otro sitio turístico son los pozos, según evidencia arqueológica y etnográfica, corresponderían a un sistema complejo de administración y aprovechamiento del recurso hídrico desarrollado por los grupos indígenas que aquí se asentaron. El Instituto Nacional de Patrimonio Cultural (INPC) detalla en dos fichas estas técnicas y saberes ancestrales y se las conserva.
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