El manabita siempre lleva la foto de su pequeña nieta, a quien desea ver crecer.

Cesar Antonio Cevallos ya no quiere lanzarse desde una antena

El pasado miércoles intentó supuestamente suicidarse porque no consigue trabajo, pero ahora desea reabrir su negocio para salir adelante y ver crecer a su pequeña nieta.

Las constantes decepciones que ha sufrido César Antonio Cevallos, debido a la mala situación económica y la falta de trabajo desde hace tres años, lo empujaron a tomar una decisión que casi termina con su vida.

Escaló una antena de telecomunicaciones, de 50 metros de altura, ubicada en la cooperativa 1 de Septiembre, en Las Malvinas, sur de Guayaquil, con el objetivo de irse para siempre de este mundo.

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Pero esa presunta idea suicida se esfumó de la mente de Richard, como lo conocen sus allegados, por al “gran amor” que siente por su familia, sus tres hijos: Julio, Richard y Javier Morán, su esposa, Jacinta del Carmen Morán, y, sobre todo, de su pequeña nieta de 5 años, a quien considera que le da las fuerzas para salir adelante, a pesar de las adversidades que ha sufrido.

“Mi pequeña nieta es mi sustento todos los días. Lo único que quiero es encontrar un trabajo para no pasar las necesidades que tenemos desde hace años”, comentó.

A Richard no le importa empezar desde cero de nuevo, pero clama ayuda para levantarse. “He buscado trabajo por todos lados aquí en Guayaquil y no me dan nada. Sé hacer de todo, pero no me dan una oportunidad”, aseguró entre lágrimas.

Solo ‘cachuelos’

Actualmente, el oriundo de El Carmen, Manabí, ‘cachuelea’ en las madrugadas como guardia de seguridad en un garaje de carros en el sur porteño, cerca de la antena de telecomunicaciones que iba a utilizar para suicidarse, el pasado miércoles. “Me gano solo cinco dólares cuando cuido los carros, aunque no siempre hay trabajo”, dijo.

Sin embargo, él quiere reabrir una marisquería en su casa, en la cooperativa Esmeralda Libre, en el sur, negocio que cerró hace dos años porque sufrió un robo, y así poner en práctica sus habilidades culinarias.

“Me gustaría abrir mi marisquería otra vez porque es en lo que mejor me defiendo. Aparte que mi esposa también cocina muy bien. Cuando teníamos el negocio, los dos cocinábamos y atendíamos a los clientes, pero lamentablemente sufrimos un robo y se nos llevaron hasta la cocina”, aseguró.

Incluso, hace dos años adecuó la entrada de su viviendo con el fin de tener espacio para poner unas mesas. “Hicimos el espacio y todo con un dinero que gané por una liquidación en mi trabajo, pero no pudimos mantenerlo mucho tiempo por el robo que sufrimos”, manifestó Richard, quien espera superar el mal momento para ver crecer a su nieta.