Zonas 'libres de niños': ¿Deberían existir?
¿La tendencia child-free refuerza la intolerancia? Surgen espacios inclusivos para la convivencia familiar
La tendencia child-free ha ganado popularidad en los últimos años, impulsada por adultos que prefieren ambientes sin niños en restaurantes, cafeterías y hasta hoteles. Si bien algunas personas argumentan que buscan tranquilidad, este fenómeno ha generado un debate sobre la exclusión de la infancia en espacios públicos y su impacto en la sociedad.
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En varios países ya existen lugares que prohíben explícitamente la presencia de niños. Malaysia Airlines y AirAsia X han implementado zonas donde los menores no pueden viajar. The Whippet Inn, en el Reino Unido, se declaró desde su apertura un restaurante exclusivo para adultos.
En España, algunos restaurantes con estrellas Michelin, como Azurmendi y Martín Berasategui, no admiten niños pequeños. Esta exclusión no se limita a la gastronomía: el Bull Costa Canaria & SPA, en España, y el Punta Cana Princess, en República Dominicana, son ejemplos de hoteles que no aceptan a familias con menores de edad.
Para Sybel Martínez, directora del Grupo de Rescate Escolar, esta tendencia no es inocua. “Limitar la presencia de niños en lugares como restaurantes, eventos culturales o espacios recreativos es anticonvencional e inconstitucional”, sostiene.
La experta explica que la Convención sobre los Derechos del Niño reconoce el derecho de los menores a ser escuchados y considerados en la sociedad. “Si no existen niños, si no los visibilizas, si no escuchas sus opiniones, si no construyes política alrededor de estas, ¿cómo los proteges?”, cuestiona.
Martínez alerta sobre el trasfondo del rechazo a la infancia. “Esta tendencia comenzó respetando la autonomía de quienes eligen no tener hijos, pero ha degenerado en una visión que estigmatiza la presencia de niños”, explica. Considera que el problema no es solo de los padres, sino de toda la comunidad. “Una desconexión social va en detrimento de su desarrollo... Desde esta visión adultocéntrica es ‘no me molesten’, ‘quiero estar alejada del ruido’, sin pensar todo lo que esto conlleva”, afirma.
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La especialista también menciona un caso llamativo en Ecuador. Martínez menciona que en Manta, hay un restaurante donde los niños tienen prohibido bajarse de la mesa. Esto enviaría un mensaje: que la presencia de los infantes es “sinónimo de molestia”, señala. “Hemos ganado tanto con que nuestras mascotas para que estén con nosotros en cualquier lugar, pero les vamos a marginar a los niños, pues es incomprensible”, agrega.
No todos coinciden con esta visión. Verónica (quien prefirió que su apellido no sea publicado) dijo que comprende la necesidad de las familias de contar con espacios adecuados, pero que también hay personas que buscan ambientes distintos. “A veces, después de una jornada laboral larga, solo quiero cenar en tranquilidad sin interrupciones. No es que odie a los niños, pero creo que los restaurantes deberían poder decidir el tipo de ambiente que quieren ofrecer”, comenta.
El debate sobre los espacios sin niños refleja un choque entre distintas formas de ver la sociedad. Para algunos, la infancia debe restringirse a espacios específicos; para otros, su integración es clave para una comunidad más humana. En ese sentido, el rechazo a la presencia infantil en ciertos espacios, para Martínez sobrepasa cualquier límite: “Es realmente una vulneración de derechos, porque los niños forman parte de la sociedad y tienen todo el derecho de desarrollarse”. Este tipo de medidas formarían parte de una visión adultocentrista.
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Leer másIntegrar para hacer la diferencia
En contraposición a los lugares que prohíben la presencia de niños, algunos emprendimientos buscan integrar a la infancia en entornos sociales. Uno de ellos es Wawa Be- Juego y café, en Quito. Se trata de una cafetería fundada por Gabriela Ortiz con un enfoque inclusivo. Ortiz, que es madre de tres hijos, comenta cómo su perspectiva cambió cuando tuvo a su hija menor: “Existe hace mucho tiempo la idea de mantener a los niños en un espacio privado, donde no molesten a los adultos en los espacios públicos... Ahora que tengo una hija de tres años, me molesta incluso que no piensen en los niños”, sostiene.
Ortiz señala que los espacios de juego existentes no siempre están bien diseñados para los infantes. Esto la llevó a concebir Wawa Be como un sitio pensado para la infancia, pero también para la convivencia familiar para eso buscó que el espacio se organice “en función de compartir y crear conexión”. Ortiz ha integrado principios Montessori en el diseño, priorizando la autonomía y el movimiento libre. “Un niño que tiene miedo no explora. Y los padres tienen que acompañar para reforzar su autoestima”, añade.
En su visión, la tendencia child-free nace de un miedo a la crianza. “Nuestras madres criaban en comunidad, tenían una red de apoyo. Ahora esto en esta sociedad es casi imposible... Entiendo la decisión de no tener niños, aunque me parece muy difícil entender por qué les molesta su presencia. Así que se lo atribuyo al miedo de criar, de mantener, de ser responsable de otro ser vivo”, reflexiona.
Ortiz cree que la clave está en diseñar lugares donde la convivencia sea natural y enriquecedora: “La cultura integradora se fomenta con el respeto, ofreciendo espacios para convivir... No me gusta escuchar que algún lugar es child free, pero trato de entender. Es una maravilla que también están naciendo lugares que aman a los niños y les estamos dando un espacio para que puedan ser”, asegura.