China podria liderar en contaminacion ambiental

Las NN. UU. esperan que 68 % de la población mundial viva en zonas urbanas en 2050. En tanto los gobiernos se esfuerzan por gestionar esta ola de migración urbana, deben abordar las necesidades básicas como vivienda y empleo, y cuestiones que tienen impacto en la habitabilidad y en la salud pública, incluida la contaminación ambiental. En ningún otro lugar este desafío es más urgente que en Asia. Según la OMS, el aire contaminado es responsable de siete millones de muertes prematuras por año, de las cuales aproximadamente un tercio se producen en Asia-Pacífico. En China solamente, la contaminación ambiental provoca más de un millón de muertes prematuras cada año, según un estudio de 2018 de la Universidad China de Hong Kong. En zonas menos desarrolladas de la región, la enorme contaminación en el interior de las viviendas causada por sistemas de calefacción y cocción antiguos plantea una amenaza particularmente seria. La urbanización no se puede detener, pero esto no exime a los gobiernos de la responsabilidad de ocuparse de la contaminación ambiental. Con recursos considerables y una capacidad para la coordinación de políticas a nivel nacional, China debería liderar el camino en el desarrollo de una estrategia sustentable de urbanización que pueda servir como ejemplo regional y global. Abordar el problema de contaminación persistente de China exigirá una mayor acción en tres frentes: política, innovación y conciencia. China tiene una ventaja significativa: su gobierno central puede rápidamente sancionar e implementar políticas y regulaciones. Implementarlas plantea retos, aumenta el riesgo de consecuencias no intencionadas, y además la mayoría de las políticas respaldan solo la disminución de la contaminación, sin enfrentar la necesidad urgente de una transformación estructural en los sistemas de energía y los patrones de demanda. Esto exige una acción decisiva de las empresas. Según el Ministerio de Ecología y Medio Ambiente, los esquemas para ocultar infracciones regulatorias por parte de firmas altamente contaminantes son endémicos en China y suelen ir de la mano de una connivencia con gobiernos locales. Al sumar la protección ambiental a la lista de factores considerados para promover el liderazgo local y provincial, el gobierno de China puede haber fortalecido inadvertidamente el incentivo para evadir los sistemas de control. El gobierno de China necesita implementar políticas de manera más efectiva, y ello implica monitorear más de cerca el cumplimiento normativo y garantizar la sanción de las violaciones, lo que será costoso e implicará un desafío político; cualquier otra cosa implica priorizar las ganancias sobre la salud humana. La innovación también puede impulsar la reducción de la contaminación. Las iniciativas que favorezcan los objetivos de reducción de contaminación ofreciendo acceso justo a los servicios entre los residentes deberían estar subsidiadas por el gobierno central. La conciencia es el tercer pilar de una estrategia para hacer frente a la contaminación ambiental, garantizando que la gente entienda las consecuencias de ella para su salud y la de sus familias. Según la OMS, 91 % de la población mundial está expuesto a niveles peligrosos de contaminación ambiental. Las potencias globales tradicionales como EE. UU. y Australia en gran medida se mofan de las preocupaciones ambientales; hace falta un liderazgo global alternativo. Si China apunta a desempeñar este papel, debe movilizar sus enormes recursos y capacidad innovadora, y fortalecer su compromiso para hacer valer el Estado de derecho.