
Cinco años esperando justicia
Los familiares del equipo de diario El Comercio asesinado por disidencias de las FARC cuestionan la lentitud de la indagación
Hace cinco años, un 13 de abril, el entonces presidente Lenín Moreno confirmó el asesinato en Colombia de Efraín Segarra Abril, Javier Ortega Reyes y Paúl Rivas Bravo, quienes fueron secuestrados el 26 de marzo en Mataje, Ecuador. Y a pesar de todos los ofrecimientos de investigaciones exhaustivas, de desclasificación de documentos importantes como las actas del Consejo de Seguridad Pública y del Estado, el caso está bloqueado, según Ricardo Rivas, hermano del fotógrafo del equipo periodístico de El Comercio.
Por eso, el 13 de abril último, familiares, amigos y colegas volvieron a la Plaza Grande para hacer una vigilia, como lo hicieron cada día desde que se hizo pública la noticia de que miembros del frente Oliver Sinisterra habían los secuestrado.

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Leer másSegún su testimonio, desde hace un año y medio no se ha hecho ningún impulso fiscal en un caso que desde ese 13 de abril del 2018 sigue en etapa de indagación. “La fiscal Johanna Moncayo es la cuarta en nuestro caso y nos dijo que le digamos qué hay que investigar. Ellos no deben esperar a que las familias les digan lo que tienen que hacer”, sostiene.
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A propósito del aniversario, EXPRESO conversó con familiares de Efraín, Javier y Paúl, quienes exigen al Estado que tome acciones para acabar con los cinco años de “impunidad”. Estos son sus testimonios.
Carolina Rivas: “le hablo a mi bebé de su abuelo”
“No tenía la más mínima preocupación, nunca me detuve a pensar en cómo sería todo si me llegaba a faltar mi papá o que unas disidencias de las FARC tomarían su vida. Después de lo que vivimos hace cinco años, recordar es complicado. La memoria bloquea ciertas partes para evitarnos algo de dolor. Cuando pasó todo, entré en shock y no podía asimilarlo. Aún no lo logro, pero de algún modo siento que él me protege y aparece cuando más lo necesito.
Sé que todos tenemos un ciclo de vida, pero nunca pensé que mi papi no me vería graduarme de la ‘U’ (universidad) y que yo tendría que estar en reuniones, vigilias, exigiendo justicia, suplicando al Gobierno que me diera noticias de él.
Ahora tengo una nena y cuando veo a mi mami con mi hija, me duele que no esté mi papi cargándola también. Pienso en todo el cariño que le habría dado...
En todo lo que le enseño a mi Sol está su abuelito. Cuando estoy mal, encuentro sus cartas en las que me decía: ‘Recuerda que eres fuerte, eres el amor de mi vida, no permitas que nadie apague tu brillo’. De algún modo me lo recuerda.
Aún tengo su número en mi teléfono y le cuento mis cosas, trato de mantener una conversación con él, aunque sé que no me puede responder. Es difícil adaptarse a una pérdida y más por cómo sucedió todo: lo arrebataron de mi lado y hasta hoy no tenemos una versión clara de lo que sucedió.
Me dolió que hayan culpado a los chicos, cuando hay pruebas que demuestran que no se fueron por su voluntad. Siento que la justicia está muerta, que el Gobierno está muerto. El caso ‘Nos faltan 3’ quedó enterrado para ellos, pero no para quienes los amamos. Ellos siguen presentes y esperamos que un día llegue la justicia, en forma de verdad. Ojalá traiga un poco de paz”.

Cristhian Segarra: “Sonrío al ver que algo de mi papi vive en mi sobrino”
“La vida ha cambiado mucho. Nada es como lo soñé. Uno espera crecer y ver el proceso natural de los padres de envejecer y que lo acompañen hasta estar más grande y estar preparado de algún modo para dejarlos ir. No estaba listo para vivir sin mi papá.
Cambió la idea de creer que estamos a salvo, es mi primera reacción natural: en el país nadie está a salvo de nada... Cambió mi fe en la gente, en el Estado, en los funcionarios públicos y en un sistema judicial que no sirve para nada y que está lleno de personas que no piensan desde el lado humano o que responden a intereses o a órdenes. Me he apegado más a mi familia, estoy más preocupado y cerca de mi mami. Llegó mi sobrinito, que es mi motor. En los días más oscuros, en las semanas más largas, en los meses más tristes, mi chiquito me ha dado motivos para sonreír, pensando que algo de mi papi vive en él.
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Espero que mi padre se sienta orgulloso de que ahora hago mejor las cosas y que intento ser un mejor ser humano. A pesar de las adversidades y de lo doloroso y traumático que fue todo, intento devolverle a la sociedad más amabilidad, más tolerancia, más humildad, más humanidad. Un día conocimos por videollamada a uno de los autores materiales del asesinato y ahí aprendí a tragarme las cosas más amargas, enojos, rencores y sentimientos malos para tratar de pensar que somos seres humanos que nos equivocamos y que podemos cambiar. Eso a pesar de que sé que al final del camino el que termina humanizándose más es la víctima.
La justicia reduce los casos de muchas familias rotas a nada. Las revictimiza, no agilita investigaciones, no da respuestas y el Estado muestra insensibilidad y repite de forma sistemática los atropellos a las víctimas”.
Anoche abrazamos el recuerdo de #PaúlJavierYEfraín y les enviamos mensajes al cielo, porque el amor es más fuerte que la muerte. Anoche nos juntamos como desde hace 5 años para exigirle al Estado #VerdadYJusticia. #NoCallamosNoOlvidamos.#NosFaltan3💔https://t.co/WBbLSfCxd7
— Nos Faltan Tres (@nosfaltan3) April 14, 2023
Galo Ortega: “vivo orgulloso de mi hijo”
“Cuando uno tiene paz en el corazón, vive sin preocuparse de nada. La partida de mi hijo ha sido muy dura y yo soy muy sentimental. Me cuesta hablar de él, la vida ha cambiado en todo sentido. Hay momentos en los que me domina el estrés, porque todos los que nos ofrecieron ayuda nos han dado la espalda. Siento impotencia.
Siempre le pido a Dios que se sepa la verdad y que se haga justicia, pero eso se ve muy lejano y mientras tanto se está consumiendo mi salud. Estoy afectado, no estoy bien desde que mi hijo se fue.
Me fortalecen los amigos, que nos apoyan... Si se hubiese quedado, a lo mejor se habría casado, seguiría haciendo periodismo. Siempre el orgullo de un padre es ver a su hijo superarse cada día y ya no puedo ver eso.
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Aunque ya no está, yo vivo orgulloso de él. Me dejó el reto de seguir adelante buscando la verdad y sin dejarme vencer de esa tristeza que me aplasta. Para mis otros hijos todo ha cambiado también. Ya no hablamos de ‘mijo’ porque eso duele mucho. Mi esposa, por su religión, no comparte conmigo los plantones y otras cosas, porque ella se ha refugiado en Jehová y yo respeto. Tengo a Dios a mi manera y a Él me encomiendo.
Tengo recuerdos lindos. Mi Juanito era bueno con nosotros, estaba pendiente, cada fin de mes nos llevaba a un restaurante y yo le decía: No gaste mucho dinero, ‘mijito’; él decía: No se preocupe, padre, eso se hizo para gastar. Todas las mañanas me parece mentira y me digo: ¿Dónde está? Pero luego me encuentro con sus recuerdos que son como su herencia. Al menos, no está viviendo ahora esta situación de peligrosidad para los periodistas. Él siempre fue muy convencido de su profesión y si estuviese aquí, de seguro estaría cubriendo los temas más críticos y nosotros con miedo de que algo le pase”.