Manuel Rosas hincha emelecista junto a Rodolfo García hincha barcelonista

El Clasico no los separa

Una madrugada de 2012, cuando Barcelona estaba en la ruta hacia su estrella 14, a Manuel Rosas le jugaron una broma. Emelecista hasta la médula, al despertar se encontró con la sorpresa de que en una pared de su casa, ubicada en la esquina de Los Ríos

Una madrugada de 2012, cuando Barcelona estaba en la ruta hacia su estrella 14, a Manuel Rosas le jugaron una broma. Emelecista hasta la médula, al despertar se encontró con la sorpresa de que en una pared de su casa, ubicada en la esquina de Los Ríos y Oriente, habían pintado el escudo de Barcelona.

Lejos de molestarse o actuar de forma violenta, tomó con tranquilidad la ocurrencia de sus amigos de barrio. “Pintaron una parte de mi casa, pero mi corazón será azul toda la vida”, responde, mientras Rodolfo García, Joel Rodríguez y Roberto Ronquillo, tres de los integrantes del grupo que “maquillaron” su domicilio, le recuerdan el 5-0 que el Ídolo le aplicó al tricampeón en esta temporada.

“Tres títulos nacionales pesan más que cinco tantos, y una goleada en una final marcan fechas que jamás se olvidan”, replica Rosas.

Los amarillos son mayoría y, sin embargo, en ningún momento actúan con prepotencia.

“Esto solo es fútbol. Nos jodemos (bromeamos), pero al final seguimos siendo tan amigos como siempre. Por un partido no se pierde a las amistades... igual, Barcelona es el papá”, dice García, antes de soltar una carcajada.

Al preguntarle el motivo por el que ha dejado la pared pintada con los colores del rival, aunque en las últimas tres temporadas Emelec ha sido el monarca del balompié ecuatoriano, Rosas no tiene una respuesta convincente.

“No se haga problema mi pana”, comenta García, “si ustedes (los emelecistas) ganan el título este año, nosotros se la pintamos de azul, pero como eso no va a suceder, también pintaremos de amarillo esa caleta (casa)”, añade, mientras señala otra morada del sector.

Manuel, Rodolfo, Joel y Roberto no están ajenos a la importancia de los tres puntos que estarán en juego mañana en la cancha del estadio Capwell, pero ellos forman parte de esa hinchada que no se ha dejado atrapar por la violencia, esa que ve en el simpatizante de otro equipo a un “rival a muerte”, cuando el fútbol solo es una fiesta, la mejor excusa para ser feliz.