Coidearios o compinches

Se entiende por compinche a la persona que es compañera de otra en acciones censurables; coloquialmente, compinche es el compañero habitual de juergas y diversiones.

El coideario, por su parte, es la persona que comparte la filosofía o la ideología del sujeto miembro de una misma organización política o corriente ideológica, quienes dependiendo de la línea ideológica se autodenominan como camaradas o colegas.

Resulta importante tener claros estos conceptos previo al análisis de los recientes acontecimientos suscitados a raíz del juicio iniciado por el activista político Fernando Balda, con motivo del secuestro del que fue objeto en Bogotá-Colombia, por parte de un grupo de “seguridad” del Estado ecuatoriano, el 13 de agosto de 2012.

Las declaraciones realizadas en dicho juicio por Rommy Vallejo, exasesor de Seguridad de la Presidencia de la República, en las que implica al expresidente Rafael Correa Delgado, dieron lugar a que la jueza de la Corte Nacional de Justicia, Daniela Camacho, pida a la Asamblea Nacional la autorización para enjuiciar al expresidente Rafael Correa, pedido que generó al interior del Legislativo reacciones apasionadas en aquellos asambleístas afines al exmandatario, enmarcadas en el mal denominado “espíritu de cuerpo”, recurriendo a leguleyadas para defender al “líder de la revolución ciudadana en la década ganada”: Rafael Correa Delgado.

Por lo expuesto, es necesario enfocarse en cuál debe ser el papel de los asambleístas, que no es otro que el de representar, defender, legislar y fiscalizar en nombre y a favor del pueblo, y no en favor de quienes, en el poder, cometen excesos o irregularidades. De hacerlo así, estarían adoptando la calidad de compinches de quienes hicieron del ejercicio del poder una juerga, una diversión, cometiendo acciones censurables, dejando la cuenta del festín de la mesa servida para que la pague el pueblo.

Los asambleístas deben entender que su trabajo es legislar y fiscalizar en favor del pueblo, descarnándose de su rol de coidearios, y en caso contrario, si les queda algo de vergüenza, marcharse a su casa.