Campaña. Hillary y Bill Clinton saludan al público a su llegada a un mitin demócrata en Filadelfia, Pensilvania.

El cometido de Clinton como primer ‘caballero’

“Dos por el precio de uno”. Con ese lema se presentaron Bill y Hillary Clinton a las elecciones de 1992, y ahora intentan repetir la fórmula con un papel destacado para el expresidente en la política económica de su esposa, una misión sin precedentes q

“Dos por el precio de uno”. Con ese lema se presentaron Bill y Hillary Clinton a las elecciones de 1992, y ahora intentan repetir la fórmula con un papel destacado para el expresidente en la política económica de su esposa, una misión sin precedentes que inquieta a algunos y da munición a Donald Trump.

Desde sus infidelidades hasta su desregulación de Wall Street, el legado de Bill Clinton se ha convertido en un tema central en la carrera a la Casa Blanca, y Hillary empezó esta semana a definir los planes para su esposo, empeñada en convertir en un activo lo que muchos ven como un lastre.

“Ya le he dicho a mi marido que, si tengo la suerte de ser presidenta y de que él sea el primer ‘caballero’, esperaré que se ponga a trabajar para que suban los sueldos”, dijo Clinton en un acto de campaña el pasado lunes en Kentucky.

La favorita en las primarias demócratas precisó que la tarea de su esposo será “revitalizar la economía” centrándose en las áreas más deprimidas del país, dado que gobernó durante el período más largo de crecimiento económico en la historia de Estados Unidos.

Aunque ella ha aclarado que Bill Clinton no formaría parte de su gabinete, no está claro cómo encajaría el expresidente en el esquema económico tradicional del Gobierno estadounidense, que incluye el Departamento del Tesoro y el Consejo de Asesores Económicos.

El encargo conlleva riesgos.

“Cuando Bill Clinton fue elegido y puso a Hillary a cargo de su plan sanitario, hubo todo tipo de críticas, la gente preguntaba ‘quién la había elegido’”, recordó Christopher Arterton, profesor de Gestión Política en la Universidad de George Washington.

“El presidente puede apoyarse en muchos asesores que no son elegidos en las urnas. Pero algo había de verdad en esa sensación de que el cónyuge del presidente no es lo mismo”, añadió. Si ese cónyuge es además un expresidente tan ambicioso como Bill, la situación puede volverse más incómoda.

Paul Waldman, el columnista del Washington Post, lo resume así: “Uno puede imaginárselo llamando al secretario del Tesoro o el presidente del Consejo de Asesores Económicos a cualquier hora del día o la noche” para compartir sus ideas.

“Tendrían que responder la llamada y tendrían que tomarle en serio, porque la presidenta le escucha. Una vez que empiece a defender una medida en particular, todo el mundo lo sabrá, y eso le dará peso en las deliberaciones del Gobierno”, escribió Waldman.

Para Arterton, sin embargo, Hillary Clinton no puede tener a un expresidente en el Ala Este de la Casa Blanca y no darle “una serie de responsabilidades claramente definidas”.

Pero en general, el carismático expresidente aporta más elementos “positivos que negativos” a la campaña de Hillary, dice Arterton, y “la mayoría de los votantes” prefiere no darle más vueltas a “la libido de Bill”.

Lo que está claro es que la sombra de la presidencia de Bill Clinton será decisiva en las elecciones de noviembre y que, si el expresidente vuelve a la Casa Blanca, le costará mantenerse lejos del Despacho Oval.

Épocas y sexo en el centro de la campaña

Además de la interferencia, el cometido de Bill encierra otro filón: los retos económicos de EE.UU. son ahora muy distintos que en la década de los 90, y los votantes demócratas rechazan dos principios claves de su presidencia: el impulso al libre comercio y las medidas de desregulación de Wall Street.

Trump ha tomado nota y el martes lanzó una pregunta a sus seguidores: “¿cómo puede la deshonesta Hillary poner a su esposo a cargo de la economía cuando fue responsable de Nafta (siglas en inglés del Tlcan), el peor acuerdo económico en EE. UU.?”.

El magnate también ha apuntado a otro flanco débil: las infidelidades de Bill.

Y a su más puro estilo, esta semana tachó al expresidente de “violador” en alusión a la acusación de Juanita Broaddrick de que Clinton la violó en 1978, algo que este ha negado desde que surgió la denuncia en 1999.