La comunidad fortalece su rol en Guayaquil y lo propaga

El camino es complicado, pero nunca lo suficiente como para rendirse. Desde Guayaquil, ciudad que cumple un año más de Fundación, nacen propuestas para devolverle el ánimo a todo un país y seguir avanzando. EXPRESO las agrupa en el especial Guayaquil, grito de Esperanza.

Hay dirigentes que aman sus vecindarios y cada día se esmeran para mejorarlos de la mano de sus vecinos. Gastronomía, actividades deportivas, culturales y más, son parte del abanico de potencialidades que estimulan los vecindarios para hacer una Guayaquil ideal.

Los representantes de los barrios emblemáticos de la Perla del Pacífico resaltan como han buscando acercar a la comunidad y ayudar a que la ciudad sea mejor para todos.

La Alborada, con orden y autosustentable

La Alborada se ha destacado por sus zonas verdes cómo los parques y árboles, que ha sido de goce por los moradores durante años, y ahora, buscan cómo aprovecharlas construyendo huertos para la comunidad.

Galo Ruiz, líder del comité barrial de la Alborada 11 va etapa, nos comenta que la idea surgió de un plan de acción con la gestión municipal anterior, y que el propósito de tener un huerto es brindar ese bienestar, comodidad, y fomentar el apoyo entre vecinos para que el barrio sea autosustentable, es decir, generando sus propios recursos.

Una de las propuestas que nos presenta Ruiz, es utilizar el huerto como catalizador para realizar los festejos de la fundación de Guayaquil. El evento principal consiste en una feria gastronómica en el barrio explotando los recursos obtenidos de la cosecha y vender estos platos típicos, como el caldo de salchicha, ceviche, encebollado, entre otros, y con ello seguir manteniendo activa su siembra, y prepararse para realizar varias actividades en los próximos meses.

Resulta interesante integrar este tipo de espacios autosustentables que sirve como enganche para que la comunidad se reintegre en los parques y áreas verdes con el fin de realizar actividades recreativas. “La mayoría son de la tercera edad y queremos para ellos distintas actividades lúcidas y que se diviertan”, nos comenta.

Sin embargo, el realizar estas prácticas requiere financiamiento que muchas veces no hay, confiesa Ruiz. Tienen a su cuidado dos parques, el cual uno de ellos está abandonado y en mal estado que han tratado de recuperar, pero hasta el momento sin respuesta de parte de las autoridades. “El presupuesto es limitado y para recaudar fondos en las fiestas julianas se realizará un bingo en el barrio”, agrega.

Las dificultades presentadas en el barrio se logran superar con la unidad, confianza y responsabilidad que se ha mantenido durante años entre los moradores y es lo que hace destacar a la Alborada, recalca Ruiz. Por ello repite incansablemente que es necesario, llevar a la obra, una casa comunal en donde se reúnan todos los dirigentes barriales de la Alborada para concretar ideas, crear proyectos sociales, conversar con la municipalidad temáticas de seguridad y obras públicas, y que las áreas verdes sirvan como apoyo a los de la tercera edad e involucrarlos con la sociedad; y como objetivo proponer estrategias para que el barrio resurja. “Todos queremos que la Alborada vuelva a ser un lugar de festejo, reunión entre la comunidad, y diversión”, manifiesta con ilusión.

Gastronomía, la carta de presentación

Durante las fiestas julianas, el presidente del concejo barrial del Salado, Gustavo Rivadeneria, se ha dado a la tarea de realizar actividades que se concentren y celebren junto a los moradores del sector sin que tengan movilizarse a otros barrios. Esto con el fin de mantener ese compañerismo y disfrute realzando esa exclusividad que se tenía en los orígenes del barrio, nos comenta.

Se ha creado una ruta gastronómica que abarca mayoría de platos costeños típicos, desde el arte culinario del Guayas, Manabí, Los Ríos y Esmeraldas; sin dejar de lado la cocina interandina. La manera en que se ha potenciado la ruta gastronómica es manteniendo activas las huecas más representativas e históricas de la perla del pacífico, como el El Grillo, que es famosa por su guatita, ceviche y seco de chivo cumpliendo 86 años de sabor tradicional que comparte con los guayaquileños.

También está el encebollado, un símbolo gastronómico para los guayaquileños porque se trata de su plato bandera. Y, en otro emblemático local El Pez Volador se celebró el 21 de Julio su día de conmemoración presentando este plato ganador del primer evento gastronómico Raíces. “Nuestro barrio de Salado tiene una peculiaridad, y es que nuestra gastronomía resalta en las distintas ferias culinarias de Guayaquil”, nos comenta Rivadeneria fundador del comité del barrio del Salado.

La comunidad del Salado también es considerada un barrio patrimonial por sus edificaciones que sobrepasan los 100 años de antigüedad y que gracias a la gestión del líder barrial Rivadeneria se ha logrado proteger y mantener en condiciones optimas. “El turismo es un pilar fundamental que explotamos con actividades artísticas y culinarias”, agrega.

Ser el dirigente del barrio del Salado le ha representado sacrificio y dedicación, pero se siente satisfecho cumpliendo con las necesidades de la comunidad. “Quien desee ser líder debe saber que no es remunerado, y que lo hacemos por el bienestar de nuestra gente sin esperar nada a cambio”, declara con determinación Rivadeneria.

Los Ceibos busca contagiar su espíritu barrial

Ser de un país lejano, tener costumbres, tradiciones diferentes no es impedimento para conocer lo que otros continentes tienen para nosotros. Así lo demuestra Renata Schenker, presidenta del comité barrial de los Ceibos, quien se casó con un guayaquileño y desde entonces está perdidamente enamorada no sólo de él, sino también de la Perla del Pacífico. Ella es de Suiza pero dice que ya tiene un ‘corazón guayaco’ que bombea con fervor ese espíritu cívico junto a los moradores del sector. Y mucho más ahora que Guayaquil celebra sus fiestas.

En este emblemático vecindario se lucen 120 banderas de Guayaquil, que fueron colocadas afuera de las viviendas por los moradores desde que inició el mes de julio. La acción ya se está conviertiendo en una tradición en Los Ceibos y es el motivo, asimismo, para dar rienda suelta a una serie de actividades que ejecutan en conjunto.

Danza, juegos populares, ferias de emprendimientos y hasta bingos, los residentes de Los Ceibos, ya sean grandes o chicos, celebran a la ciudad. “Pero más que un festejo lo que nos gusta es pasarla acompañados y conocernos entre todos”, resalta Renata.

Adelanta que, una vez que las fiestas finalicen, los eventos y proyectos seguirán realizándose para el beneficio y disfrute de los habitantes del sector. “Tenemos pensado cerrar calles de la ciudadela durante un sábado para convertirlas en ciclovías”, comentó con ilusión. Este es uno de los planes que más gusta en el barrio ya que, por los árboles de las vías principales, aseguran que los recorridos en bici se hacen más placenteros.

Otro tema con el que Los Ceibos destaca sin duda es el reciclaje. Esa cultura ha empujado a que en diferentes fechas del año se ejecuten mingas y que, a juicio de los vecinos, ha despertado el compañerismo y la responsabilidad. Mientras que el proyecto de seguridad continúa planificándose, y es por esto que cada una de las familias ha dado sus sugerencias para sentirse más seguras.

Todas estos esfuerzos esperan que puedan concretarse de una mánera ágil, por lo que al comité acuden para no solo disfrutar de las actividades establecidas en la agenda sino para sumar con sus voces.

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