El conformista

Lo actual no es equivalente a lo instantáneo. El tiempo de lo actual demora décadas, incluso siglos.

La construcción y hegemonía de los imperios de la Europa de la Revolución Industrial por ejemplo, concluyó con la firma de aceptación de su devastación en Versalles en 1919.

El diagnóstico del conformismo como un modo de ser de las sociedades contemporáneas va más allá de la publicación del libro del mismo nombre, por Alberto Moravia, en 1951 y de la presentación de la película dirigida por Bernardo Bertolucci en 1970. Su propuesta, en lenguajes diversos, fue la de que el conformismo no era un problema de psicología individual sino un fenómeno asociado al poder en las sociedades, sea bajo la forma del fascismo o del comunismo.

El conformista de Moravia/Bertolucci es un intelectual en busca de la normalidad, del sentimiento de sentirse expresado y reflejado por un orden que lo sobrepasa pero que lo absuelve. Es lo que prometió el fascismo; fue la oferta del comunismo durante décadas. Sigue siendo la tentación de populistas y de autoritarios en América Latina. El intelectual por cierto, no es sino un hombre letrado, un burócrata informado, no un genio ni un erudito.

¿Por qué los intelectuales se adhieren al fascismo?, preguntaba Moravia en “Il conformista”. ¿Por qué los intelectuales se adhieren al comunismo?, volvía a preguntar pocos años después en “I due amici”. Estas preguntas de Moravia son hoy más actuales que nunca, cuando las sociedades latinoamericanas se despiertan estremecidas por el fracaso de regímenes populistas autoritarios, en los que la ineficiencia y la corrupción han funcionado asociadas indisolublemente de forma perversa durante años, y el problema es cómo desmontar este aparato controlador, no por las conciencias, sino sobre todo por su poder destructor de sociedades y personas.

El descalabro venezolano no es un problema ideológico; es el sacrificio de vidas inocentes destruidas por la delincuencia, epidemias de salud, desempleo o la mala alimentación, por quienes se atribuyen como antaño el poder sobre vidas y hacienda.

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