Que conste: los chinos no tienen la culpa...
Cuando se trata de los chinos, el correísmo se mueve con pies de plomo. No importa si el tema que los concierne tiene que ver con la intromisión en aguas ecuatorianas, la pesca ilegal de especies amenazadas y la devastación ecológica.
Cuando se trata de los chinos, el correísmo se mueve con pies de plomo. No importa si el tema que los concierne tiene que ver con la intromisión en aguas ecuatorianas, la pesca ilegal de especies amenazadas y la devastación ecológica. Al fin y al cabo, los chinos son un gobierno amigo, un pueblo amigo. El bloque oficialista en la Asamblea Nacional lo tiene clarísimo. Por eso, cuando debe condenarlos porque no le queda más remedio, lo hace sin siquiera mencionarlos. Eso exactamente fue lo que ocurrió ayer en la sesión del Pleno.
La resolución para “condenar y rechazar el ingreso ilícito a la Reserva Marina de Galápagos y la pesca ilegal, no declarada y no reglamentada de especies protegidas” efectuada por barcos pertenecientes a la gigantesca y devastadora flota china de pesca fue aprobada por unanimidad. Con una particularidad: en lugar de decir barcos chinos dice “barcos de bandera extranjera”. Bolivianos, quizá.
Este punto es de especial preocupación para Doris Soliz. “Me parece inapropiado -dijo- el sesgo ideológico que lleva a algunos asambleístas a confundir al Estado y al pueblo chino con la flota”. Porque el Estado y el pueblo chino, claro, son la misma cosa. Y la flota, otra muy distinta: es una república independiente. Cero ideología hay en esta declaración.
El texto de la resolución, tal como lo había presentado el asambleísta ponente, Jorge Yunda, era uno de aquellos clásicos saludos a la bandera cuajados de infinitivos para expresar buenas intenciones: condenar, rechazar, exigir, solicitar... Todos de acuerdo. Pero el debate pronto derivó hacia senderos espinosos: ¿Dónde se abastecen de combustible esos barcos? Obviamente, en Ecuador. ¿Quién está lucrando de esto? Hay que investigarlo. Más aún: si la Armada no ha sido capaz de detectar y controlar esta flota gigantesca, ¿qué ocurre con el narcotráfico en aguas ecuatorianas? Lástima que el presidente de la Asamblea, José Serrano, hombre muy interesado en este tema, no se encontrara presente: había encargado su lugar a Viviana Bonilla.
El debate se prolongó más de lo previsto. Debía durar una hora, según el cronograma, para dar paso a una nueva sesión en la que se trataría la proforma presupuestaria y la programación cuatrianual para el período de Lenin Moreno. Pero cualquier tema relacionado con los chinos da de sí lo suficiente como para extenderse hasta pasado el mediodía. El tema del abastecimiento de combustible de la flota fue la piedra de toque de la jornada.
“No basta con exhortar -puso el dedo en la llaga el socialcristiano César Rohon-, hay que establecer mecanismos para que esto no vuelva a pasar. Porque ocurre que los chinos, aun descontando el tema de la pesca, se toman libertades que para cualquier embarcación ecuatoriana están vedadas: barcos factoría, barcos nodriza, libre tránsito por el mar interior de las Galápagos...” Ninguna de estas observaciones pasó al texto de la resolución final, no fuera que tocara nombrar a la China.
El gol desde media cancha lo consiguió, para la oposición, Fabricio Villamar, de CREO. Logró incluir en el texto de la resolución los únicos dos artículos con efectos prácticos. Primero: llamar al Pleno de la Asamblea a las autoridades de la Agencia de Regulación y Control Hidrocarburífero para que informen sobre el abastecimiento de combustible de la flota y china. Segundo: pedir la adhesión del Ecuador al Acuerdo sobre medidas del Estado Rector de Puerto contra la pesca ilegal, lo cual obligaría a cualquier buque extranjero en mar territorial ecuatoriano a presentarse en un puerto del país para conocer sus equipos y establecer sus propósitos.
Así quedó. ¿Se dieron cuenta los correístas de lo que acababan de aprobar? ¿Están dispuestos a conocer de quién es el negocio del combustible? No importa. Les toca.