CALLE NUEVE DE OCTUBRE (6524306)
En las calles se observa que las personas retoman la serenidad al conversar con sus amigos sin el temor de contagiarse.Freddy Rodriguez

El contagio, un miedo en descenso

Las vacunas alientas un mejor panorama. Los cuidados persisten sin el temor a agravarse. Es una etapa de transición con cuidados.

“Hay que convivir con el virus” es la frase que muchos ecuatorianos han preferido mantener luego de dos años de pandemia. Aunque están conscientes del peligro del contagio, ya no es un motivo que les aterrorice u obligue a autoconfinarse. Esto a pesar de otras amenazas que acechan como la hepatits aguda y la viruela del mono.

Por ejemplo, la ciudadana Martha Barzola cuenta a EXPRESO que “ya no quiero vivir con miedo” y que en “pleno 2022 ya no estamos en la misma situación que hace dos años”. Según señala Martha, antes el miedo estaba justificado por el desconocimiento del virus y, sobre todo, por la falta de una solución. Misma que “ahora es hasta gratuita (refiriéndose a las vacunas)”.

Criterio que también comparte la ciudadana Paola Naranjo y comenta que “lo que queda es cuidarnos entre nosotros”. Asimismo, destaca que “ya no estamos para que el Gobierno nos diga cómo hacerlo” y que la aplicación de las medidas de bioseguridad será responsabilidad de todos.

PANORAMAEl 17 de mayo pasado, la ministra de Salud, Ximena Garzón, expuso que se mantiene una baja tasa de letalidad y que solo 23 camas UCI del país estaban ocupadas.
Acción. La alerta prevé monitorear la enfermedad y definir un protocolo.

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Por otro lado, no descarta que una relajación excesiva pueda traer problemas, pero ya no como el “calvario” que vivimos en los primeros meses de la pandemia en 2020.

Por otra parte, la infectóloga del hospital Teodoro Maldonado Carbo del Seguro Social, Evelyn Argüello, indica que estos comentarios son aupados por las decisiones del Comité de Operaciones de Emergencia (COE) nacional y del Gobierno.

Esto como referencia a la eliminación de la obligatoriedad del uso de la mascarilla en lugares abiertos y cerrados, recomendada por el COE nacional y acogida por el presidente de la República, Guillermo Lasso, el 28 de abril pasado.

“Estoy un poco contrariada con el tema de quitar mascarillas”, indica Argüello, pero coincide en que no hay que negarse a la transición hacia una “nueva normalidad”. Sin embargo, explica que no significa que se haya eliminado el virus.

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El 28 de abril pasado, el presidente de la República, Guillermo Lasso, anunció el retiro de la mascarilla en el país.ANGELO CHAMBA

“Estas decisiones (del COE nacional y del Gobierno) influyen en que haya una menor percepción de riesgo en la población ante el contagio”, continúa Argüello y destaca que “me inclino a que el uso de la mascarilla quede para situaciones de alto riesgo, como alguien que esté enfermo o con personas vulnerables”.

Por su parte, el también infectólogo Elio Ochoa señala que la actitud de las personas, de alguna manera, se justifica porque “los casos son muy pocos actualmente” en el país y que “la idea es volver a una especie de normalidad” a pesar de la existencia del virus.

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Además, señala que “erradicar el miedo” en todas las personas no es fácil porque “han vivido una pandemia con mortalidad en grupos de riesgo y adultos mayores”. Ochoa precisa que no se trata de tenerle o no miedo a la COVID-19, sino que haya conciencia de que el cuidado es colectivo.

Sin embargo, al igual que Argüello, el infectólogo Ochoa hace hincapié en que “la disminución del miedo” no implica descuidarse. “Es preferible recomendar su uso en lugares cerrados, considerando aún el riesgo de otras variantes del virus y la influenza”.

Asimismo, Ochoa descarta que haya la posibilidad de una nueva crisis sanitaria. “Prácticamente, hay un muy bajo riesgo. Tendríamos que esperar a cómo se comporta la variante BA.2 de ómicron en Latinoamérica” para considerar un peligro inminente.

MORTALIDADEl 5% de las pruebas PCR positivas ha sido la constante del país en las últimas siete semanas, según datos de Salud.

Tesis que para el infectólogo Washington Alemán no es del todo válida, ya que “el virus no se termina en un país, se debe terminar en toda una región” para, en realidad, dejar de preocuparse por la COVID-19 y sus variantes.

Alemán también indica que, más allá de las mutaciones que pueda sufrir el virus, el verdadero riesgo es que “haya una menor percepción de riesgo” en la población ecuatoriana. “No es de temer, es de estar conscientes que hay que cuidarnos más allá de que una ley nos obligue”.

Por otro lado, Alemán destaca que así como el Gobierno hizo bien con la vacunación, no debe pretender acelerar la reactivación “a toda costa” sin tomar en cuenta que si las personas se descuidan “nos volvemos a enfermar y, en el peor de los casos, a confinar”.

Criterio con el que Argüello coincide. “Lamentablemente, para nosotros aun un pequeño brote nos va a congestionar el sistema de salud”, señala y explica que su temor se fundamenta en los problemas de abastecimientos e insumos que tienen los hospitales, no garantizan que, ante una población inclinada al descuido, puedan responder a tiempo.

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UNA REACTIVACIÓN ECONÓMICA CONSCIENTE

El infectólogo Washington Alemán hace hincapié en que “no está mal caminar hacia la reactivación, todos lo queremos”, sin embargo, considera que los pasos están siendo incompletos. Esto debido a que la eliminación del uso obligatorio de la mascarilla no vino acompañada de una “campaña masiva” para recordar a las personas por qué es importante que midan el riesgo de sus actividades para usar el tapabocas.

Incongruencia que para Alemán no desmerece los esfuerzos que hace el Gobierno para mejorar la situación económica del país, pero que aúpa la disminución de la percepción de riesgo del contagio. Por otro lado, los infectólogos Argüello y Ochoa señalan que el cambio de medidas “era inevitable”, principalmente por la mejor situación epidemiológica que hay.

Sin embargo, en la línea de Alemán, consideran que es necesario que la población, en especial la de alto riesgo, mantenga las medidas de bioseguridad.