Coros, mucho mas que musica de Navidad
Pese a que los ensambles son muy solicitados en las fiestas, realizan un trabajo permanente. Sus integrantes no son siempre músicos profesionales.
A los cinco años, Salomé Cóndor jamás hubiera imaginado verse frente a sus coristas con batuta en mano. Era solo una nena cuando se introdujo en el mundo de la música. Todos en casa eran artistas, pero no fue solo esa influencia, la que la atrajo a las tarimas. “Nací para esto”, revela.
Navidad es una de las épocas en la que la chica, de 30 años, muestra al público lo que ella y sus 35 discípulos lograron durante meses de ensayo. Desde septiembre se inician las prácticas del repertorio navideño, pero todo el año, el coro D’Yapa&Son se entrena vocalmente para las diversas presentaciones.
“La gente siempre pide ‘Noche de paz’ o ‘Ya viene el niñito’, pero nosotros hacemos algo diferente y combinamos con otros villancicos de Perú, México o Colombia, queremos demostrar que hay más música en Latinoamérica”, detalla.
Desde los 8 años, cuando empezó a estudiar en el Conservatorio Nacional, ha pertenecido a grupos vocales y a los 20 armó su primer ensamble femenino juvenil. En 2017, pese a los temores que sentía frente al reto, sus colegas la convencieron de armar su propio coro y hoy, tres navidades después, los llaman para muchas presentaciones. “No todos son músicos, en el grupo hay ingenieros en sistemas, diseñadores, de todo”, precisa.
Iván Acosta, director del coro Enkanto, de la Escuela Integral de Formación Artística (EIFA) y de la Universidad de Las Américas, coincide con Salomé en que los integrantes de sus ensambles no son todos músicos profesionales, pero están llenos de pasión.
Es de esa forma en la que crecen los coros vocacionales que, principalmente en Navidad, tienen un despunte increíble. “Soy muy selectivo en cuanto a las presentaciones que acepto en estas fechas. Deben ser en espacios comunitarios: orfanatos o ancianatos, no empresas privadas”, acota.
Para él es importante que en esta fecha las 4 o 5 canciones que prepara lleguen a las personas y las hagan vibrar. A diferencia de un coro profesional, un grupo aficionado ofrece al público un espectáculo de unos 20 minutos, pero siempre con piezas y arreglos de calidad.
El reto
Cuando los participantes acuden voluntariamente al espacio se debe ser un poco menos estricto, asegura Iván. “La gente va porque se siente a gusto, porque el grupo es ameno y porque les gusta lo que hacen”, describe.
Sin embargo, como muchos trabajan en otras actividades, no todos pueden acudir a las prácticas y presentaciones a la vez. “A veces no van a los ensayos o no pueden ir a los eventos, pero la idea es que siempre suenen igual y bien, aunque no sean los mismos”, detalla.
Liz Jaramillo se integró al mundo coral en 2010. Estaba en un karaoke y Acosta la escuchó cantar. Hoy le encanta el mundo de los ensambles, arreglos y partituras e intenta combinarlo con su trabajo.
Ella sabe que en las épocas de fiestas los coros tienen mucha acogida, pero insiste en que el abanico es mucho más amplio. Durante todo el año, los cantantes preparan un repertorio sacro, popular, incluso contemporáneo. “Fui a uno de los ensayos y me encantó. Siempre estoy tarareando, me gusta mucho cantar”, comenta.
Juan Pablo Acosta, hermano de Iván, es director escénico del coro. Esto quiere decir que además de darle al público la experiencia de escuchar voces afinadas, cuenta una historia con personajes.
Lleva 15 años en grupos corales y su voz es bastante versátil como para ubicarse en la cuerda (tenor y bajo) que se necesite. “Estar en un coro es darte cuenta de que no se trata de sobresalir, es un trabajo en equipo”, concluye.