Correa ajusta a Kronfle con dos tuits
En el acuerdo que cocina con el correísmo, el PSC trata de pasar por virgen. Pero sabe exactamente con quién se está metiendo y para qué.
Lo primero que se puede decir sobre el acuerdo que cocinan correístas y socialcristianos para alzarse con el control de la Asamblea es que a los socialcristianos les da mucha vergüenza. Se han inventado de todo para disimularlo o desvirtuarlo: desde la retorcida coartada hasta la artera mentira, lo que sea con tal de no admitir que están pactando con quienes están pactando, menos aún revelar los términos del pacto. Mucho, demasiado, pretenden los partidarios de Jaime Nebot: quieren gozar de los beneficios de esa alianza (empezando por la presidencia del Legislativo para uno de los suyos, Henry Kronfle) pero sin cargar con el desprestigio que conlleva. Para recordarles que no se puede obtener todo en esta vida, el expresidente prófugo les dedicó un par de tuits en medio del feriado, con la mala leche y el antipático desdén por el prójimo que lo caracterizan y han hecho de él la figura más tóxica de las redes sociales. Un par de tuits dirigidos al mismísimo Kronfle que revelan la naturaleza inconfesable de la alianza.
De Henry Kronfle, de sus actividades recientes, se sabe que ha mantenido conversaciones con bancadas diferentes e irreconciliables en su segundo intento por alcanzar la presidencia de la Asamblea. Hombre que gusta de hacer sonoras declaraciones de principios en público, parece conducirse de manera mucho más pragmática en privado. Según revelaron a este Diario fuentes de Construye (la segunda fuerza política de la Asamblea y la única que se ha negado a la posibilidad de negociar con el correísmo, debido a la naturaleza antidemocrática de ese movimiento), lo único que le interesa a Kronfle cada vez que lo contactan es saber cuántos votos tienen y si le alcanzan para llegar a la presidencia. Al correísmo, claro, no necesita preguntárselo.
Amor es... Pactar con los correístas
Leer másEn medio de esta febril actividad de sumas y restas se produjo el intercambio de tuits entre Correa y Kronfle. Fue breve (cuatro mensajes apenas, dos por cabeza) pero no tuvo desperdicio. Todo empezó con un trino del socialcristiano, muy en el estilo de lo que ha sido el discurso oficial de su partido con respecto a su alianza con el correísmo, discurso oficial que, básicamente, consiste en una inverosímil declaración de virginidad lanzada desde el centro mismo de la orgipiñata política a la que se encuentran entregados: “Nadie nos ha planteado -escribió Kronfle a las 9 y 35 de la mañana del jueves- y jamás hubiésemos aceptado destituir a la fiscal ni intervenir con la justicia… ¡Basta de estas cantaletas mentirosas! Todos queremos gobernabilidad”. Curioso mensaje en el que parece sobrar una frase: la última. Si nadie les ha planteado destituir a la fiscal y ellos no lo habrían aceptado, si la metida de mano en la justicia no está sobre la mesa del acuerdo, ¿a qué viene entonces invocar la gobernabilidad? Verdad de perogrullo que podría firmar cualquiera, la frase final del tuit de Kronfle solo tendría sentido si todo lo anterior fuera mentira. Y lo es.
“Estás mintiendo”: la respuesta del expresidente prófugo fue directamente a la yugular. Hasta podemos imaginar a Kronfle atorándose frente a la pantalla, impresión que confirmará más tarde el tono de mansedumbre de su réplica. 23 horas tardó Rafael Correa en escribir este mensaje, un plazo que, considerando la irrefrenable diarrea verbal que acostumbra a ejercer sobre el teclado, es eterno. ¿No estaba seguro de jugar la carta de la delación con sus asociados? Debe haber sopesado muy bien todas las posibilidades y quizás entendió que responder a Kronfle y hacerlo así, pateando al perro, era la mejor manera de demostrar quién manda en esta alianza. “Estás mintiendo. Nosotros les planteamos el juicio político a la fiscal y lo vamos a hacer”. Hábilmente, el expresidente prófugo reivindica como “labor constitucional de fiscalizar” lo que Kronfle califica (y desaprueba) como “intervenir en la justicia”.
Una hora y media después respondió el socialcristiano: “En las conversaciones iniciales -contemporizó dócilmente- todos hemos planteado asuntos en los que coincidimos y otros en los que discrepamos. Desde allí quedó clara nuestra posición respecto a la fiscal… Su juicio político no ha estado ni está en nuestra agenda”. En uno de esos tuits kilométricos que permite el nuevo certificado azul de la red social, Kronfle despacha un innecesario discurso sobre el derecho de cada partido a “proceder en cada caso como resuelva”; exige respeto, quizás para no pasar por arrastrado; defiende lo que califica como “agenda fundamentalmente positiva” y termina, para no perder la costumbre de traicionarse en la última frase, anunciando su decisión de fiscalizar “pero” (palabra clave) “sin perseguir a nadie”. Sobre la intervención en la justicia mejor ya no dijo nada, no fuera a ser que le ladraran de nuevo.
Hablar de fiscalizar “pero sin perseguir a nadie” puede ser una manera indirecta de señalar que el juicio político contra la fiscal que pretende el correísmo es persecución pura; al mismo tiempo, sin embargo, fiscalizar “pero sin perseguir a nadie” abre la puerta a un universo de posibilidades entre las cuales se cuenta, por supuesto (nomás termina siendo una cuestión de formas), el juicio político a la fiscal. Satisfecho quedó el macho alfa: “Está bien que trates de arreglar tu desliz”, se apiadó. “Sí me preocupa que quieras ser presidente de la Asamblea y que des a entender que la fiscalización, una de sus dos tareas fundamentales, no es una agenda ‘positiva’ (emoticón de hombrecito que se lleva la mano a la cara). Entonces, ¿van a dejar también en la impunidad a Lasso?”. Eran las 13:55 del viernes 3 de noviembre y la naturaleza de la alianza parlamentaria (en la que se supone que participa también la bancada de gobierno) acababa de quedar descubierta en toda su crudeza.
El mensaje final quedó clarísimo: si Kronfle quiere ser presidente de la Asamblea (y vaya sí lo quiere, ¡se muere de ganas desde mayo de 2021!), ahora sabe a qué atenerse. Le queda claro (y al país también) que ser presidente no significa, necesariamente, presidir. Hay otros, de quienes su presidencia depende, que lo conducen con rienda corta. Ya no puede el socialcristianismo fingir demencia y lavarse la cara aduciendo no conocer la agenda de sus aliados: Kronfle y los suyos (es decir, el partido de Nebot) saben exactamente con quién se están metiendo y para qué. Luego de ocurrido el intercambio de mensajes aquí descrito, no faltó quien opinara en las redes que esto era el fin de la alianza. No tiene por qué serlo: Correa nomás estaba revisando (‘just checking’, como dice el gringo). Revisando y ajustando. Y ajustado quedó.
Correa evidencia que acuerdo para una mayoría en la Asamblea es juicio a la fiscal
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