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Los chats del exconsejero del CPCCS, Augusto Verduga, revelan la operación clandestina del correísmo.
Los chats del exconsejero del CPCCS, Augusto Verduga, revelan la operación clandestina del correísmo.Foto: Flickr Consejo de Participación

Chats de Verduga: El correísmo se comporta como el cartel de los Muppets

Análisis| Los chats de Verduga muestran cómo funciona lo que el Ecuador intuía. El correísmo y su actividad clandestina

Lo primero que queda claro en los chats del exconsejero de Participación Ciudadana Augusto Verduga es que el correísmo ha convertido el servicio público, por contradictorio que parezca, en una actividad sofisticadamente clandestina.  

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Sus máximos dirigentes coordinan sus acciones a través de plataformas de comunicación encriptada, utilizando nombres falsos y bajo la presión constante de no ser descubiertos. Exactamente igual que los grupos de delincuencia organizada. Todo lo cual tiene una explicación muy simple: casi la totalidad de sus acciones son inconfesables. Por antiéticas o por directamente ilegales. 

Los seudónimos de los correístas

En otras palabras: el correísmo es un cartel. Una organización secreta al margen de la ley para acaparar poder, distribuir beneficios entre sus miembros y protegerse entre sí. El cartel de los sapos, se podría decir, en atención al mote que ellos mismos le han clavado a su propia candidata a la Presidencia, Luisa González: la Rana René. O el cartel de los Muppets.

Es evidente que la destitución de los consejeros de la Liga Azul por parte del Tribunal de lo Contencioso Electoral estuvo plenamente justificada: queda claro en estos chats, por si alguien lo dudaba todavía, que Augusto Verduga, Yadira Saltos, Eduardo Franco Loor y Vielka Párraga eran operadores correístas. 

En un organismo en el que la participación de los partidos políticos está estrictamente prohibida por la ley, actuaban bajo la coordinación de Andrés Arauz y en función de los objetivos políticos fijados por el buró de su movimiento, al que rendían cuentas. 

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La conciencia de que están actuando al margen de la ley es una noción que todos los personajes que intervienen en estos chats (con la probable excepción de Eduardo Franco Loor, que no se da cuenta de nada) tienen incorporada en su rutina diaria. Lo primero que se le ocurre a la consejera Yadira Saltos (Minerva en los chats), el día en que la Fiscalía allana las oficinas del Consejo de Participación Ciudadana, es pedirle a su asesora que eche todas las evidencias por la ventana. 

Así se lo cuenta al propio expresidente prófugo (Ají con mote) en un mensaje en el que le da cuenta del allanamiento. Y cuando la misma Fiscalía captura los teléfonos del delincuente convicto Jorge Glas, Ají con mote escribe a Augusto Verduga (Mónica Ertl) para preguntarle si en sus chats con el exvicepresidente había algo que pudiera inculparlos. 

Sí, contesta Verduga, pero tranquiliza al expresidente prófugo diciéndole que Glas tenía “la buena costumbre” de borrarlo todo.  

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Borrar, esconder, disimular, huir… De eso se trata la mitad de la actividad política para el correísmo. La otra mitad consiste en el arte de conjugar los verbos agarrar y repartir. “Ahorita hay que agarrar lo que hay”, le dice Arauz a Verduga y esa frase resume toda una concepción del servicio público. De esta actitud provienen los probables delitos penales que el fiscal Wilson Toainga pretende demostrar: tráfico de influencias y obstrucción a la justicia.

Tráfico de influencias: para ser investido como superintendente de Bancos, Raúl González Carrión debe entregar al correísmo cuatro direcciones de ese organismo: la de trámites legales de la intendencia jurídica; la de infraestructura y operaciones de la coordinación de TICS (tecnologías de la comunicación); la de estudios y gestión de la información y la subdirección de riesgos de lavado de activos.

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Está claro que el CPCCS, como organismo nominador de las autoridades de control, es la herramienta de la que se sirve el correísmo para tener en sus manos a todas las funciones del Estado. En los chats asistimos a los operativos de Verduga para controlar el concurso de integrantes del Consejo de la Judicatura, incluso asesorando a ciertos postulantes sobre cómo deben presentar la carpeta y asegurando nombramientos por adelantado: “Hermano, hay que movernos, si presentamos bien la carpeta estás dentro de la terna. Tenemos los votos para que seas designado”, le dice a Ricardo Morales

Además, entre él, Verduga y Andrés Arauz, arman la terna que le corresponde enviar al defensor público (sin consultarlo siquiera) con una amiga del expresidente prófugo (Alejandra Vivanco) y dos amigos de Verduga.

Agencia de empleo para afiliados al partido, encubridor de actos ilegales, conspirador permanente instalado en el corazón del Estado... El correísmo opera como una mafia, en la clandestinidad y en abierta contradicción con la ley. Los chats de Augusto Verduga retratan con toda su crudeza los pormenores de una actividad política que cuenta con tentáculos en todos los poderes del Estado y que no tiene ninguna relación, pero ni las mínima, con el interés público.

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