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Wilman en el banquillo
Juicio político. En el banquillo de los acusados, el expresidente de la Judicatura, Wilman Terán, espera su turno de hablar ante el Pleno de la Asamblea.Asamblea Nacional

El correísmo salva al segundo impresentable de la semana

Tras posesionar a Mario Godoy como presidente de la Judicatura, la bancada de la RC absolvió a Wilman Terán

No quedó claro por qué lo hicieron. Con su abstención los correístas salvaron a Wilman Terán de la censura en el juicio político que le planteó la Asamblea, pero no llegaron a ponerse de acuerdo sobre las razones de su voto. ¿Lo consideran inocente de las acusaciones planteadas por el asambleísta de Construye Jorge Peñafiel? Algunos, sí, o eso dijeron, y se jugaron por él en el Pleno: Sofía Espín, Jahiren Noriega, Ronal González… Otros prefirieron no entrar en ese tema de fondo y justificaron su abstención por los errores de forma que dijeron encontrar en el proceso.

La asambleísta Paola Cabezas en una foto de archivo.

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Esa es la postura del jefe de bancada, Leonardo Berrezueta, y de la presidenta de Fiscalización, Pamela Aguirre. Pero la verdadera posición del partido no es ninguna de estas. La razón por la que el correísmo salvó al expresidente del Consejo de la Judicatura, conocido por el alias de Diablo entre los mafiosos que frecuentaba, no es que lo consideraran inocente (¡quién podría!) ni por reales o inventados errores de procedimiento que hace ocho días les importaron un comino. No. Los correístas salvaron a Wilman Terán porque les conviene, porque se ha convertido en un aliado y porque todavía tiene servicios importantes que prestarles.

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Lo de los errores de procedimiento era, claramente, un pretexto. Leonardo Berrezueta había defendido esa postura como si fuera la oficial de la bancada. Sostiene que Jorge Peñafiel omitió dos pasos importantes: el de individualizar las acusaciones en el momento de sustanciar el juicio, pues no todos los cargos correspondían a los tres acusados (los vocales Xavier Muñoz y Maribel Barreno, además de Terán), y el de practicar las pruebas en el debido momento.

Por esos errores, dijo Berrezueta en una entrevista, se podría demandar a la Asamblea en cortes internacionales. “Estos aspectos de forma terminan siendo de fondo porque acarrean nulidades”, zanjó. Tenga o no razón en este asunto, lo cierto es que a ningún correísta le importó la semana pasada, a la hora de juzgar a Xavier Muñoz, consejero de la Judicatura convertido en un apestado para la bancada por haberse prestado a colaborar con Fiscalía. Con 128 votos fue censurado Muñoz, incluidos todos los correístas, aunque a él tampoco se le individualizaron las acusaciones ni se le practicaron las pruebas.

Wilman Terán durante su defensa en la Asamblea Nacional.
Wilman Terán durante su defensa en la Asamblea Nacional.EXPRESO

En cuanto a los que se jugaron por la inocencia de Terán, lo hicieron con sorprendentes argumentos. Jahiren Noriega se centró en la primera de las acusaciones contra él (la única en el caso de Maribel Barreno), referente a la manipulación de las votaciones para destituir al juez Walter Macías. Aunque el Código Orgánico de la Función Judicial dice que esas sanciones debe adoptarlas el Consejo de la Judicatura “con el voto conforme de la mayoría de sus miembros” (es decir, tres de cinco), Macías fue destituido con dos votos de tres consejeros presentes. Sinuosa y grotescamente arrogante exposición de Noriega para demostrar que dos es la mayoría de tres y restregar a Peñafiel su incapacidad de entender algo tan simple.

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“Hay que leer la ley en su integridad”, pontificaba, precisamente tras no leerla. Sofía Espín, por su parte, defendió el concurso para la elección de jueces de la Corte Nacional organizado por Terán: el irregular concurso cuestionado por veedores internacionales y suspendido por su falta de transparencia, su secretismo en cuestiones de interés público, sus arbitrarias puntuaciones y por haber intervenido Terán en el sistema electrónico para conocer las (esas sí) supersecretas preguntas para los exámenes. Dijo que “el proceso se llevó con la altura debida” y citó a su favor al comité de expertos nombrado para dicho concurso. El comité de expertos cuya caprichosa elección era parte de las irregularidades señaladas.

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Fantasías retóricas. Ni el procedimiento tiene importancia para los correístas ni la inocencia de Terán les parece defendible (o habría que dudar de su perspicacia). El caso es que llegó el expresidente de la Judicatura que, cuando fue juez de la Corte Nacional, integró el tribunal que condenó al expresidente prófugo, y dijo que se arrepiente hasta el infinito de haberlo hecho, que la fiscal lo presionó, que le ocultaron evidencias… Y sacó sus presuntos chats pasados por el Photoshop (según su metadata), que él confunde con el sistema de captura de pantalla de los celulares. Chats provenientes de un teléfono que tiene escondido y no muestra a nadie.

Y Pamela Aguirre clama al cielo: ¿Por que los chats de la fiscal (presentados de manera técnica, obtenidos de aparatos en cadena de custodia y periciados por orden de juez competente), por qué esos chats sí sirven y estos no? ¿De veras no lo entiende? Porque con los chats y los testimonios de Terán pretenderá el correísmo, cuando tenga jueces propios gracias al proceso que ya arrancó en el CPCCS y la Judicatura, plantear la revisión del caso Sobornos. El correísmo necesita del diablo. Nada nuevo.

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