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Correísmo- Asamblea- muerte
Pronunciamiento. Los exasambleístas del correísmo se concentraron ayer para dar una declaración oficial.Henry Lapo/ EXPRESO

El correísmo va con ventaja, pero su éxito no es pan comido

No hay fuerza mejor posicionada para la próxima elección. Pero no todo está dicho: el anticorreísmo es un sentimiento tremendamente movilizador 

Ni en las carreras de caballos ni en las competencias de atletismo, el que lleva la delantera en los primeros metros tiene garantizado el triunfo. Esta ecuación se la puede aplicar al correísmo a propósito de las elecciones que se han convocado por la muerte cruzada. En efecto, el correísmo tiene una importante ventaja a estas alturas de la carrera y las posibilidades de que esta siga intacta son altas.

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Hay muchos factores para sostener que el correísmo es la fuerza más opcionada. Los resultados de las últimas elecciones seccionales demuestran que ahora son la opción política con mayor fuerza: tiene estructura, logística y activismo hasta en los rincones más recónditos del país. Tiene, además, el liderazgo de Rafael Correa, que incide con fuerza en las tendencias y tiene la mejor calificación en las encuestas de popularidad.

Existe además otra fortaleza. Las alcaldías y prefecturas más importantes están en manos de cuadros del correísmo y pueden convertirse en potentes plataformas electorales. Que Pabel Muñoz, por ejemplo, maneje el aparato logístico del Municipio de Quito podría ser determinante. Lo mismo ocurre con las prefecturas de Guayas y Pichincha, donde Marcela Aguiñaga y Paola Pabón son ‘campañeras’ curtidas. Queda por verse si Aquiles Álvarez decide hipotecar sus planes de hacer una Alcaldía eficiente en aras de una campaña cuyo auténtico objetivo es abrir el camino para que Rafael Correa recupere el poder. En total, el correísmo tiene en sus manos 16 municipios y eso no es pelo de cochino.

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Pero tener ventaja no garantiza el boleto ganador. Para comenzar, está el hecho de que los triunfos en las elecciones seccionales no fueron contundentes. Los alcaldes y prefectos correístas que ganaron lo hicieron porque sus adversarios estaban divididos y no hay segunda vuelta. ¿Pabel Muñoz que tuvo apenas el 25 % habría sido capaz de ganar en una segunda vuelta? La misma pregunta se puede hacer para otros casos. Esto es síntoma de un obstáculo para las aspiraciones electorales del correísmo. ¿Qué cuadro correísta puede ganar en primera vuelta, aún más si los principales recién se hicieron cargo de alcaldías y prefecturas?

La necesidad del correísmo de ganar en una primera vuelta es cosa de vida o muerte y esto se debe a que tan fuerte es el correísmo como el anticorreísmo. Ese sentimiento puede activarse como ocurrió en las últimas elecciones y hacer que gane la figura que logre capitalizarlo, como en su momento fue Lasso. El anticorreísmo es tremendamente movilizador.

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Resultados. Álvarez ganó la Alcaldía con el 39,9 % de los votos válidos, mientras que Aguiñaga con el 34,5 %.

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Quizá la mejor señal de que para el correísmo ganar las elecciones no es pan comido, es la reacción del propio Rafael Correa. En la entrevista que dio a la híper correísta Radio Pichincha, el expresidente hizo más énfasis en decir que la medida de Lasso es inconstitucional que en hablar de las oportunidades electorales que, se supone, se le abren. Fue evidente su entusiasmo en la posibilidad de que la Corte Constitucional anule la medida y se lamentó mucho de que no hay cómo esperar que la Organización de Estados Americanos (OEA) se pronuncie en contra.

El poco entusiasmo de Correa el 17 de mayo en la entrevista contrasta, sin duda, con los pronunciamientos que ya había hecho su movimiento en el pasado desafiando a Lasso para que activara la muerte cruzada. Si en verdad ese era su postulado y su opción ganadora, era de esperar algo más de alegría de Correa y los suyos ante la noticia.