La corrupcion

“A confesión de parte, relevo de prueba”, se dice en el mundo coloquial del derecho para señalar que una persona sustenta algo, y lo hace como afirmación. Esto puede ser prueba contundente y evidencia de un hecho, fenómeno y delito. Así se llamaría a esas palabras que en la provincia del Cañar vertió un exasambleísta de AP del gobierno anterior, que controló todos los poderes durante una década. Las expresiones de ese dirigente y exasambleísta dicen más de lo que se puede creer. Constituyen prueba y evidencia contundentes de las razones por las cuales la Asamblea Nacional, con mayoría AP que apoyaba al gobierno anterior, fue controlada, maniatada e impedida de que sus integrantes realicen una efectiva labor parlamentaria: fiscalizar y legislar.

Esas palabras pronunciadas por el militante y dirigente, integrante del anterior gobierno, dejan ver cómo se gobernaba únicamente bajo una visión hiperpresidencialista. El Ejecutivo no solo controlaba todos los poderes sino que además imponía a los otros organismos su visión, decisión y lo que los asambleístas debían hacer o no. Grave es lo que este político ha dicho. Significa que de acuerdo con la visión que impuso el régimen anterior, los integrantes de la Asamblea solo debían efectuar acciones que no contradijesen la postura del presidente, ni del partido de gobierno.

La ciudadanía cree y afirma que aún perdura ese modo de comprender y hacer política parlamentaria, pues no se puede explicar de otra manera cómo muchas solicitudes de investigación e interpelación, así como la de juicio político al exvicepresidente y exministros de Estado, desde ayer hasta hoy, hayan sido bloqueadas e impedidas de realizarse.

Lo que se vive en el país parece una política de entretenimiento. Ponen en el escenario un escándalo que esconde el problema central. Por ejemplo, una errática e inapropiada política diplomática que va de tumbo en tumbo, que no es nueva y que comenzó porque algunos políticos creen que en ella hay que “jugar a la ideología”. No se percatan de que en este ámbito hay que tener supremo cuidado porque están en juego no solo los intereses del Gobierno y del partido sino el prestigio de la nación. Lo de fondo es presentar un nuevo tema político que busca entretener y encubrir otros asuntos. Pero se generó una vergüenza mayor: el caso de la nacionalización precipitada, absurda y equívoca del señor Assange.