Crisis carcelaria: “Es precisamente la República lo que ahora está en riesgo”

Con el nombramiento de la secretaria de Derechos Humanos, Bernarda Ordóñez, como delegada del Gobierno para presidir el Directorio de Organismo Técnico de Rehabilitación Social, se esperan decisiones y acciones inmediatas para contener la crisis carcelaria.

Algunos expertos en este tema ya barajan hacia adónde debería estar encaminada la agenda inmediata. “Bloquear la señal de internet, cortar los tonos de los teléfonos fijos es una de las primeras acciones que el Gobierno debe hacer para que no puedan mover hilos fuera”, dice el experto en seguridad Ignacio Cedeño Tobar.

“En la comunicación está todo el movimiento. Desde allí se coordinan el ingreso de armas, los movimientos delictivos, las muertes y la venta y distribución de droga. Las mejores guerras se ganan con estrategia, no con fuerza”, aconseja.

En esa línea, agrega por su parte el sociólogo ecuatoriano, experto en seguridad, narcotráfico y defensa, Freddy Rivera, deben reforzarse los recursos humanos en los equipos de Inteligencia criminal dentro de la cárcel y fuera, en el sistema de justicia, y para que sean capaces, además, de determinar movimientos hacia México y Colombia, descubrir pistas clandestinas, intervenir en puertos, vigilar fronteras.

“El trabajo dentro de la cárcel es medular. Cada pabellón es una bisagra del crimen organizado. Desde dentro se controla la distribución interna y externa, se esquematizan las rutas fluviales y terrestres del almacenaje de la droga”, dice.

El plan del Gobierno, añade, debe contemplar una estrategia de economía política criminal. “Inversión, planificación, asesoramiento. No se puede ser ambiguo. No se puede ser vocero del narcotraficante”, indica el experto.

Jorge Vicente Paladines, profesor de la Universidad Central del Ecuador y autor de investigaciones sobre política de drogas y justicia penal, dice en ese sentido que las acciones deben hacerse en el marco del Estado de Derecho. “Un Estado que crea en la inversión pública y no la recorte ni califique como gasto”.

No recomienda, en cambio, el modelo de un Estado autoritario o fascista, fallido, que crea que el crimen organizado es superior a él, y que invite a la injerencia de otros países, a través de la implementación de bases militares. “Cualquiera de estos escenarios traería consigo simplemente la despolitización de lo que alguna vez se llamó la República. Por ello, debemos hoy más que nunca afianzar salidas o acciones en el marco del Estado de Derecho, porque es precisamente la República lo que ahora está en riesgo”, dice.

Insiste en que se deben rechazar las negociaciones con narcos. “Ese tipo de elecciones solo representan la perversión de los Estados, de una sociedad hipotecada al crimen”; pero advierte que tampoco debe sentarse la idea de que las prisiones deben ser calabozos medievales y ver con grilletes y cadenas a cada preso.

“El solo hecho de ser privado de la libertad ya es la aflicción que desea la sociedad a través de sus normas, pero ir más allá es producir más dolor, ver en la sociedad y el Estado la retribución de la venganza y no la justicia”, concluye.