El desalentador patrón que enlaza nuestras últimas crisis
Análisis | Entre tanta ‘cambiadera’ de ministros de Energía se percibe un aroma pandémico.
Decía el historiador griego Polibio que las formas de gobierno se suceden en un ciclo ininterrumpido (anaciclosis): Si es cierto que la historia se repite, entonces para evaluar el manejo de la crisis energética del Gobierno de Daniel Noboa, (y mucho antes que termine) bastaría con enumerar cuántos timoneros también naufragaron en las crisis pasadas.
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Es que entre tanta ‘cambiadera’ de ministros de Energía se percibe un aroma pandémico. ¿No fue acaso la crisis sanitaria las aguas más turbias que navegó Lenín Moreno? A esto contestan cuántos ministros dirigieron Salud. Fueron seis.
Antes del Covid fue Verónica Espinosa quien renunció en julio de 2019. Sería censurada un mes después por ‘‘incumplimiento de funciones’’, siendo su gestión -iniciada cuando aún mandaba Rafael Correa- señalada también por supuestas fallas de un lote de pruebas de detección rápida de VIH. Cuando el coronavirus llega al país en 2020, Catalina Andramuño, sucesora de Espinosa, tomó de la misma medicina y renunció en marzo de dicho año; en ese entonces por una gestión irresponsable para contener el virus y desinformar a la población
Juan Carlos Zevallos asumió Salud después. Vacunó a varios miembros de una lista VIP para terminar renunciando en febrero de 2021, justo antes de ser interpelado por la Asamblea. Rodolfo Farfán, Mauro Falconí y Camilo Salinas llenaron el puesto hasta que Moreno se marchó del poder, en mayo de ese año. Más de 35.000 personas murieron de Covid entre ministros.
En la (corta) odisea de Guillermo Lasso, hay un repunte de casos alarmante, pero de inseguridad. La tasa de homicidios en el país pasó de 13,7 por cada 100.000 habitantes en 2021 a 25,9 en 2022, según recoge el Informe Mundial 2024 sobre Ecuador de Human Rights Watch. Muchas muertes violentas sembraron terror en una ciudadanía que nunca antes vio cuerpos colgados en pasos peatonales. Poco hizo Lasso de la mano de la Asamblea, pues las discrepancias políticas se mezclaron en la coyuntura. Tremenda crisis también vio seis diferentes ministros, entre Gobierno y su apéndice: Interior.
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Leer másCésar Monge falleció poco después de dejar el cargo en julio del 2021. Siguió Alexandra Vela hasta el final de marzo del 2022, según ella, ‘‘no coincidió con la línea política establecida por Lasso”.
Cuando se restablece el Ministerio del Interior, a Patricio Carrillo le hacen un motín las masacres carcelarias de mediados del 2022 y el asesinato de María Belén Bernal dentro de la Escuela de Policía.
Juan Zapata asumió posterior a estos casos, sin controlar la marea de violencia. Francisco Jiménez, sucesor de Vela, le dejó el Ministerio de Gobierno al exsocialcristiano Henry Cucalón hasta noviembre del 2023, quien se hundiría con el barco lassista al finalizar, por la muerte cruzada, el período de gobierno.
Regla de tres
Hoy, si la inseguridad no es el huracán más fuerte que le toca surcar a Daniel Noboa, con vendavales de muertes violentas que aumentan cada semana (aunque en sus bitácoras lo nieguen); y si no es tampoco la ruptura de un acuerdo de gobernabilidad con la Asamblea, entonces debe ser la (no) tormentosa crisis de energía.
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Leer másEn lo que culmina su período presidencial, ya se pueden anotar cinco ministros de Energía: a Andrea Arrobo le solicitaron la renuncia y fue acusada de sabotaje en abril de este año, por el mismo Gobierno que la ubicó en su cargo cinco meses antes. La administración de la crisis cayó en Roberto Luque, ministro de Obras Públicas; hasta julio, cuando Antonio Goncalves asume.
Este renuncia el 9 de octubre pasado, en medio de racionamientos eléctricos agudizados y tras comunicar al país que el clima, evidentemente, no mejora.
La ministra de Ambiente, Inés Manzano, tomará el timón, pero de forma provisional, por lo que se esperaría un nombramiento en los próximos días o alguna otra decisión oficial.
Las premisas están en la mesa para concluir a interpretación, pero la matemática de la anaciclosis nos permite ver, incluso a oscuras, que con tantos cambios de mando no hay nada que después se diga que ‘se resolvió’. En medio de una tempestad que “solo Dios sabe” cuándo acabará, sin un capitán en firme, a la tripulación ecuatoriana le toca solamente hacer el baile de la lluvia y rezar por no hundirse… más.