Cristian Loor: “Ya no sirvo de ‘enganche’ entre los mandatarios”
El director teatral, vinculado al caso Narcovalija, cuenta cómo fue su proceso en prisión. Revela más detalles
Cristian Loor fue condenado a 13 años y medio de prisión en 2012, por el caso Narcovalija, al ser responsabilizado del envío de cocaína (oculta en elementos de la obra artística que él dirigía) desde Ecuador a Milán, Italia, a través de un servicio diplomático.
Durante su estadía en prisión, hizo un cambio en su identidad: ahora es Loor Loor. Sin embargo, no es lo único que ha renovado, pues decidió crear un nuevo programa de vida, como él lo llama.
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El director teatral, quien ya se encuentra en libertad, relata más detalles desconocidos del caso por el que fue sentenciado y en el que asegura que se habrían aprovechado de él.
“Gracias a Dios, nunca me podrán quitar mis talentos y mis capacidades, que son muchas. Creo que cuando me arrestaron, las autoridades en Ecuador se preocuparon solo por saber cómo silenciarme”.
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Alguien, a quien yo le limpiaba el asiento, creyendo que me conocía, les dijo (a quienes lo habrían involucrado): “¡Quítenle su fuerza, el teatro!”. Por muchos años no pude hacer teatro y creyeron que, cerrando el telón y apagando la luz, yo quedaría en silencio.
Pero desconocían que tengo otras habilidades, entre ellas el poder de resistencia y resiliencia. Así empezó todo. Desde el primer día en la cárcel decidí que iba a sacar algo positivo de una experiencia tan negativa. Conocí personas que creyeron en mí y nunca dudaron de mi persona, estudié otra carrera universitaria, me olvidé de todo, trabajé y decidí dedicarme a crear proyectos sociales dentro de la cárcel.
Otros involucrados en este caso, ¿ya no tienen cómo contar su versión?
Sí, sabemos de algunas personas, pero creo que en los últimos años han desaparecido otras personas que nadie sabía que eran parte de estos ‘negocios’ no oficiales.
Fundación
¿Qué lo inspiró a crear una fundación para ayudar a los presos a reformarse y aprender un oficio de costura?
Mi trabajo siempre ha sido crear grupos sociales. Siempre me he dedicado a la motivación personal y al liderazgo. En el pasado formé algunos grupos de regeneración social, grupos de teatro, y también cuando trabajé en la formación y la educación. Dentro de la cárcel encontré muchas motivaciones para darle fuerza a este talento. Efectivamente, hay tanto material humano para hacer un buen trabajo (...).
En esos años escribí una tesis universitaria sobre la fuerza de los movimientos sociales y políticos en Latinoamérica. Fue así que nació la idea de crear la fundación Catena in Movimento (Cadena en Movimiento, en español), en 2017.
¿Cómo empezó todo?
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Leer másCon Catena in Movimento inicialmente creamos proyectos para beneficiar a otra categoría de personas, con debilidades y fragilidades de varios tipos, como mujeres víctimas de violencia, madres solteras, niños y personas sin techo.
Siempre he querido transmitir a mis compañeros el valor que tenemos, la fuerza, las capacidades que poseemos a nuestro favor, y que debemos aprovechar esto para hacer del bien. Normalmente los detenidos, los presos, son considerados como lo peor de la sociedad. Son considerados un problema que tienen que ocultar, reprimir y tener detrás de las rejas, detrás de un muro.
Yo quiero transmitir a todos mis compañeros presos, en todo el mundo, que sí, somos el problema de una sociedad, pero también podemos ser la solución de ese problema o al menos participar en la solución.
¿Qué historias de éxito o cambios significativos ha visto?
Desde 2017, cuando inicié la creación de este grupo dentro de la cárcel, han pasado casi 200 detenidos por este programa y he podido conocer muy de cerca a la persona y no el delito. Esto me ha permitido apostar todo de mí en el cambio de estas personas. Estoy muy satisfecho, he visto a la mayoría de ellos sentirse contentos con sus propias acciones.
Ver el bien que se logra a través de obras de voluntariado, hace que una persona se sienta útil. Leer una noticia en donde está su nombre porque ha hecho algo bueno, esto es verdadero cambio. He visto a estas personas retomar su vida fuera de la cárcel, los he visto casarse, tener hijos y algunos de ellos retomar sus vidas, mejorando después de una experiencia de detención.
¿Qué lecciones ha aprendido de toda esta experiencia?
Alguien dijo a mi madre una vez, refiriéndose a mí, pocos días después de mi arresto: “Mire lo que hace la ambición por el poder”.
Esta experiencia ha enseñado a todos, especialmente a todas aquellas personas que me hicieron condenar por un delito que no cometí, que no se puede tapar el sol con un dedo y que la luz sale siempre. Esto he aprendido en lo personal.
En lo profesional, he adquirido nuevas herramientas para seguir con mi trabajo y una misión de vida.
¿Cuáles son sus planes?
Estamos estableciendo nuestro trabajo en algunos institutos penitenciarios en Italia. Mi objetivo personal es hacer la diferencia en la sociedad. Ese siempre ha sido mi objetivo y no lo he cambiado. Ya no trabajo en los parques haciendo proyectos de educación social con la comunidad ecuatoriana, ya no trabajo haciendo espectáculos teatrales, ya no limpio el puesto de los mandatarios, ya no organizo cocteles para las casas diplomáticas, ya no sirvo de ‘enganche’ entre los mandatarios y personajes que les sirven para lograr sus ambiciones de poder, ya no. Ya no me dejo usar de estas personas, ahora uso mi talento para trabajar a favor de los detenidos, por su inclusión.
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Leer másEl químico fue asesinado en Guayaquil
El 3 de septiembre de 2015, en el sector de la Floresta, del sur de Guayaquil, fue asesinado Jean Paúl Flores Mosquera, quien en el caso Narcovalija se acogió a un procedimiento abreviado en Italia, aceptando su responsabilidad y recibiendo una sentencia reducida y la disposición de regresar al Ecuador una vez cumplida.
Los pormenores del asesinato no fueron esclarecidos cuando este ocurrió, pues ese día murió también otra persona que dialogaba con Flores Mosquera, y la atención se dirigió a él, pues era un joven marino mercante de profesión.
Las autoridades tampoco informaron que una de las víctimas, Jean Paúl Flores, era uno de los condenados por el envío de la narcovalija; mucho menos que él en las investigaciones había sido identificado como el químico a cargo de convertir la cocaína en líquido, lo que permitió ocultar el alcaloide en los jarrones destinados a la obra que Cristian Loor dirigía.
Su cuerpo habría sido sepultado recién dos meses después, en un cementerio de Guayaquil.
La inseguridad está peor
El ciudadano vinculado con el caso de la narcovalija diplomática insistió en el problema de inseguridad que golpea al país. Por ello se generan dudas sobre si debe regresar o si extiende sus proyectos de vuelta al país.
“Siento muchísimo que la seguridad en Ecuador no ha mejorado en los últimos años, sino por el contrario, empeorado. Y sobre todo ahora en estas últimas semanas que temo muchísimo por mi seguridad, en vista de que, para algunas personas, mis palabras son muy incómodas y las ponen en una situación crítica, pues el interés en juego es muy alto, se trata de poder y más poder”, dijo Loor.
Él ahora intenta rehacer su vida y culminar los proyectos a los que ha dado forma en su encierro y en su posterior retorno a la libertad. Todavía no ve garantías para pisar otra vez el suelo que lo vio nacer.
“Me gustaría replicar causa”
Cristian Loor comenta que le gustaría que su iniciativa para mejorar la calidad de vida de internos se expanda a otras latitudes. “Sí, me gustaría que alguien copie y replique este proyecto en otras realidades. Para mí, Ecuador aún no es seguro, pero en un futuro haremos lo posible para crear un apartado en otros países en Latinoamérica y en Ecuador. Es de conocimiento público que el Estado todavía lucha para tratar de tener el control de los centros penitenciarios, en los que, por muchos años, han tenido el mando los internos”, indica.
El ecuatoriano también menciona otro factor de fondo: “El problema en Ecuador no es solo en los centros penitenciarios, el problema persiste en las instituciones y las personas que representan la autoridad. Esto conlleva a que los centros de rehabilitación social, como las cárceles, sean centro de especialización para el terror. El Estado de Ecuador ha perdido el control en los centros penitenciarios, en las calles, en las aduanas, etcétera, porque ha perdido su identidad”.
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